La columna de Krúpskaya ¿Quién ganó con el NO?

Aylwin Patricio, ese caballero chileno, golpista indesmentible, que logró 17 años después lo que quería: ser Presidente costara lo que costara

Por Director

09/10/2013

Publicado en

Columnas / Política

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Aylwin Patricio, ese caballero chileno, golpista indesmentible, que logró 17 años después lo que quería: ser Presidente costara lo que costara. Lagos Ricardo, partidario de Allende devenido en socialdemócrata onda socialismo español, aplaudido por los dueños del dinero y del poder. ¿Recuerdan que Lagos Ricardo hizo su Memoria de Título hace 50 años acerca de la concentración de la riqueza en América latina? Una mirada crítica, severa, la de entonces; un Presidente que ayudó a aumentar la concentración de la riqueza en Chile hace pocos años. Correa Enrique, uno de los negociadores con la Dictadura, hoy con oficina en edificio con helipuerto, haciendo negocios con empresarios pinochetistas.

Tironi Eugenio, charlatán de la sociología y las comunicaciones, que se auto asigna un rol clave en el fin de la Dictadura y hoy asesora a los poderosos. La lista puede ser demasiado extensa. Piensen en los ex revolucionarios tan renovados que hoy integran los directorios de grandes empresas y reciben buenos cheques por servicios prestados al capital. Piensen en aquellos dirigentes concertados (no todos, es verdad, algunos han tenido la dignidad y la decencia de desmarcarse) que se reunieron y se reúnen para distribuir candidaturas, cargos, embajadas; que gozaron y gozan del sistema binominal que hace 25 años negociaron no tocar; y luego traen a sus hermanos, esposas, cuñados, amigos y los integran a esa especie de mafia con capos y consejeros y encargados del trabajo sucio en que se convirtieron los partidos que alguna remota vez fueron allendistas y levantaron el proyecto popular y socialista para Chile.

Ganaron los milicos porque 30 ó 50 condenados y presos en cárceles especiales en las que hacen lo que quieren y salen cuando quieren, son el mínimo y leve costo a pagar según las negociaciones de hace 25 años que dejan en el silencio y en la impunidad a numerosos oficiales, soldados, agentes autores de crímenes brutales. ¿Recuerdan que Rojas Vender, de la Fach, llegó a ser Comandante en Jefe con Frei Ruiz Tagle? El mismo que pilotó uno de los aviones que bombardeó La Moneda el 11 de septiembre. ¿Y Cheyre? Son solo dos ejemplos.

Ganaron los empresarios y el sistema neoliberal. Modelo fortalecido y consolidado. Empresarios cada vez más poderosos e intocables. Ellos tienen el poder -y a los milicos los tienen en la retaguardia en esta etapa- y aplauden el eficiente funcionamiento de las instituciones. Porque las instituciones del neoliberalismo funcionan.

Ganó el Imperio porque se sacó del zapato la piedra de un proyecto popular y anticapitalista en Chile, y aprovechó la pasada para reforzar  y perfeccionar el modelo de saqueo y depredación.

Ganaron los empresarios dueños de medios de comunicación, que controlan sin lugar para discursos contra institucionales prácticamente todos los contenidos de la prensa, la radio y la televisión. El control en los medios masivos es total. Y los medios, y los periodistas de esos medios, hacen de portavoces del discurso de dominación, del discurso oficial que ha normalizado y legitimado un modelo, un ordenamiento social, una manera de convivencia a la que solo alguien que parezca marciano puede osar criticar o cuestionar.

Ganaron los negocios. Todo es un negocio. La salud, la previsión, la educación, el agua, las carreteras, la vivienda; todo es una oportunidad de negocio y se alienta, se incentiva, se premia. Negocios y dinero. He allí el faro, la luz, el destino, la realización del ser humano. ¿No es espantoso?

Todos ellos ganaron, y no son muchos, en realidad son pocos. Los que renunciaron al proyecto popular para Chile y se acomodaron, firmaron acuerdos, postularon a los directorios, se sentaron -gracias al binominal- en el Congreso para seguir negociando, dijeron que iban a hacer las cosas en la medida de posible (o sea, en la medida que los poderosos no se enojen), traicionaron al pueblo al que llamaron a votar para cambiar el país de la dictadura.

Ganaron los civiles pinochetistas, quienes no solo accedieron al Congreso, al Gobierno, al ejercicio político público, sino que, por sobre todo, han pasado piola. Todos ellos, todas ellas, son tanto o más responsables que las FF.AA del golpe militar y de la instauración por la fuerza y el terror del sistema en que vivimos hasta hoy. Porque lo instigaron, lo financiaron, lo apoyaron, se conjuraron y conspiraron y fueron cómplices de crímenes y de abusos y de violaciones a los derechos humanos. Porque estuvieron de acuerdo con la conculcación de todos los derechos civiles y políticos durante 17 años. Y se lavan las manos. Y las manos se las secan Garretón, Aylwin, Walker, Escalona, Girardi, y todos los demás, con una toalla percudida de sangre y de estiércol.

Nos dirán: con el NO terminó la persecución, las desapariciones, la tortura, el exilio, el miedo… Aceptemos que fue así (aunque sabemos que no fue así), sin embargo respondamos que si vamos a hacer fiestas porque las chilenas y los chilenos votaron que NO a la continuidad del tirano genocida, estamos todos tarados. Pena debería darnos, vergüenza, de festejar que más del 40% de las chilenas y los chilenos votaron porque continuara ese régimen sanguinario. Vergüenza, porque el hecho de que un poco más de la mitad de una comunidad social se manifieste en contra de los más espantosamente humano del ser humano, constituye una expresión básica, imprescindible, urgente, que debe ser natural en una mujer y en un hombre. Votar en contra de la tiranía no es un mérito, es un deber. Pero hace 25 años votamos también por otro Chile. No por este nicho de negocios y de perversión. Un país donde el pueblo sea protagonista, en el que los derechos estén en el centro, y la dignidad y la justicia sean la razón de ser las instituciones y de la organización social. ¿Será por esto que hemos visto a los jóvenes gritando que llegó la hora de refundar Chile?

 Por Krúpskaya

El Ciudadano

 

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