La columna de Krúpskaya: Yo le creo a Cheyre

Cheyre tenía un poco más de veinte años el 11 de septiembre de 1973

Por Director

21/08/2013

Publicado en

Columnas / Política

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Cheyre tenía un poco más de veinte años el 11 de septiembre de 1973. Tenía el grado de Teniente de Ejército. Estaba destinado al Regimiento Arica, era Ayudante del Jefe del Regimiento. Si Cheyre no participó en la conspiración contra el gobierno popular ni supo de ella, si Cheyre no se enteró con anticipación de que el 11 daban el golpe, entonces el mismo martes 11 de septiembre se enteró plenamente, y desde adentro, desde el lado de los que daban el golpe. Si Cheyre se enteró y siguió en sus funciones militares, las que fueran, es porque le debe haber parecido muy bien que los militares dieran un golpe de estado, traicionaran al Presidente democrático a quien le debían lealtad y obediencia, y tomaran el control de país con brutal violencia. O sea, Cheyre es un militar golpista.

Le debe haber parecido bien a Cheyre y debe haber estado de acuerdo con el cierre del Congreso, de los medios de comunicación, con la prohibición de los partidos políticos, con la persecución de los militantes, dirigentes y simpatizantes del gobierno popular. Si no hubiera estado de acuerdo, si Cheyre no hubiera compartido lo que el Ejército y las Fuerzas Armadas hacían, se hubiera ido, hubiera renunciado, hubiera expresado su desacuerdo. No son pocos los casos que conocemos de uniformados, oficiales, suboficiales y clases, que se opusieron. En el mejor de los casos fueron dados de baja; en el peor, fueron encarcelados, torturados y asesinados. Si Cheyre siguió cumpliendo las funciones que le entregaban fue porque las compartía, porque estaba de acuerdo.

Estuvo de acuerdo con la orden de entregar a un niño de ¡dos años! a un convento porque su jefe se lo ordenó y porque su jefe le dijo que los papás de ese niño se habían suicidado -delante del hijo- dinamitándose. Y Cheyre obedeció y no se cuestionó nada. Para él debe haber sido normal o natural que una pareja de padres jóvenes se quite la vida con dinamita en una zona pre cordillerana. frente a su hijo de dos años. Yo le creo a Cheyre porque Cheyre es un idiota que no cuestiona nada, no pregunta nada, no lee nada, no escucha nada, no se entera de nada. El solo trabajaba en “labores de intendencia” en cuestiones de relación con la sociedad civil. Misma sociedad civil a la que enfrentaron como el enemigo a partir del 11 de septiembre. ¿Cómo entregar niños de dos años, huérfanos, a un convento, sin una sombra de duda sobre la verdad de los hechos? Claro, porque Cheyre era y debe seguir siendo un idiota, un subnormal que cree que todas y todos los chilenos somos idiotas y subnormales, que nos creemos cualquier barbaridad que sale de las bocas de los militares. Entonces me parece que Cheyre es honesto, con honestidad de militar golpista, antidemocrático, fascista, brutal, idiota, servil a los poderosos.

Cuando pasó la Caravana de la Muerte por La Serena dice Cheyre que tampoco supo nada, ni escuchó nada ni preguntó nada. Difícilmente no supo que habían sido muertos algunos prisioneros porque salió hasta en la prensa de esos días. Pero él, golpista y disciplinado, rindiendo honores a Pinochet, no vaciló ni tuvo dudas porque estuvo de acuerdo. Nadie lo obligó a estar de acuerdo. Nadie lo obligó a darle un tiro de gracia a uno de los detenidos ejecutados. ¿Será verdad eso que cuentan?

Y Cheyre, disciplinado y eficiente militar de la dictadura, ascendió de grado, cosa que hacen los militares que cumplen bien con su pega, por cruel que sea. Hasta que Lagos Ricardo lo puso de Comandante en Jefe del Ejército. Lagos Ricardo aplaudido por los empresarios y protegido por los militares. Todo es posible.

Le creo a Cheyre cuando dice que recién se enteró de la verdad del caso de Lejderman hace pocos años, después de un juicio en tribunales. Que nunca dudó, que nadie le dijo nada, que ni siquiera leyó el Informe Rettig, que no le contestó las cartas a Lejderman, ese niño de dos años que él entregó a un convento en diciembre de 1973, porque él creía en la versión que le habían contado los otros militares. Y le creo a Cheyre cuando dice que le duele el dolor de Lejderman y le duele su propio dolor al darse cuenta de que fue engañado por sus propia institución. Dice algo así como que están unidos en el dolor. Yo le creo. Porque Cheyre fue y sigue siendo un militar golpista, cómplice o encubridor de los crímenes, por acción, omisión o alegando ignorancia (alegar ignorancia es lo que hacen todos los genocidas en todas partes y en todas las épocas). Porque Cheyre siente que la vida de los padres de Lejderman equivale al “engaño” del que él fue víctima dentro de su institución. Porque Cheyre está convencido que el horror de ese niño de dos años que vio morir asesinados a sus padres en la precordillera, es igual a la tribulación que él siente cuando se da cuenta de que en realidad ha sido un perfecto idiota, un fascista ejemplar.

Por Krúpskaya

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