Análisis Político

La trastienda y el trasfondo del acuerdo de Reforma Tributaria

Nadie lo sospechaba. A pesar de que el proyecto pasó en la Cámara de Diputados de acuerdo a los lineamientos del gobierno y de la Nueva Mayoría, el Ministro de Hacienda, Alberto Arenas, inició una ronda privada de conversaciones con personeros de la Unión Demócrata Independiente (UDI) y de Renovación Nacional (RN) para acercar posiciones. Los encuentros fueron en salones de hoteles y en casas de varios de ellos.

Por seba

17/07/2014

Publicado en

Chile / Política / Portada

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“La nueva fórmula negociadora del gobierno”. Frase que sintetiza el polémico paso que se dio de la mano de la derecha para sacar la reforma tributaria.

Arenas y su equipo mantenían permanente contacto con los senadores Carlos Montes (socialista), Andrés Zaldívar (Democracia Cristiana) y Ricardo Lagos Weber (Partido por la Democracia) para ir estableciendo los avances en un acuerdo con la oposición.

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Fueron unos cuatro días de gestiones tras bambalinas de las cuales no se enteraron los diputados, ni el Partido Comunista, ni Izquierda Ciudadana, a pesar de ser parte activa del conglomerado oficialista.

Se sabe que en este teje y maneje participaron altos jerarcas de las finanzas privadas, banqueros y personeros de grupos económicos poderosos. Tan es así, que el presidente de la Asociación de Bancos de Chile, Jorge Awad, dijo que él era “el padre de la guagua” en alusión al protocolo y el acuerdo que firmó el gobierno con la derecha y el oficialismo. El asunto no es menor, ya que indicaría que los grupos financieros metieron el lápiz en las modificaciones al proyecto de reforma tributaria.

El asunto es que los papeles de la reforma fueron puestos por el Ministro Arenas a merced del senador Juan Antonio Coloma, del ex candidato presidencial, Pablo Longueira y de Javier Macaya, todos UDI, este último secretario general; el presidente de la colectividad, Ernesto Silva, monitoreó desde España donde asistía a un seminario de la derecha; y de los RN, los senadores Andrés Allamand y José García, y el ex Ministro de Economía de Sebastián Piñera, Juan Andrés Fontaine.

De ahí en adelante, nadie paró la opción de la negociación destinada, claramente, a llegar a un acuerdo entre el gobierno y la derecha. El alcance del método fue sintetizado en las declaraciones de varios dirigentes políticos y analistas en cuanto a que se regresó “a la política de los consensos”, que desarrolló la Concertación con la Alianza en los últimos años.

Las duras vocerías en torno del acuerdo.

Desde dentro del oficialismo, desde dirigentes de partidos de la Nueva Mayoría y hasta el presidente de la Cámara de Diputados, el DC Aldo Cornejo, surgieron voces críticas al método utilizado para el acuerdo en reforma tributaria, aunque hubo quienes estaban contentos, como el Presidente de la Democracia Cristiana, Ignacio Walker, y alentados, como el senador de RN, Andrés Allamand, que llamó a seguir el ejemplo de lo ocurrido.

Para la derecha significó una clara doblada de mano al oficialismo en su exigencia de que “no se imponga la mayoría” a raja tabla y que se atendieran los requerimientos de la oposición. E incluso los segmentos conservadores de la NM, que coinciden con la UDI y RN, hubo alegría porque consideraron que éste debe ser el mecanismo de consenso y no por la vía de hacer uso de la mayoría política y legislativa para sacar adelante las reformas, como se hizo en la Cámara de Diputados.

En esa línea, Ignacio Walter, muy contento con el protocolo de acuerdo, sostuvo que “la esencia de una democracia es negociar, ceder y no imponer”. Y contestando a sus propios aliados que reivindican el derecho a ejercer la mayoría alcanzada en las urnas, el jefe democratacristiano relativizó los alcances de una correlación de fuerzas favorable a la NM y sostuvo que “una simple y ocasional mayoría tiene menos poder que un acuerdo amplio”.

Un editorial de La Segunda no sólo sintonizó con las aspiraciones conservadoras, sino que lanzó dardos a la Cámara de Diputados donde el oficialismo había aprobado la reforma tributaria sin modificaciones. “A diferencia de la Cámara, el Senado llevó adelante el proceso de reflexión y negociación que está en la esencia de una discusión parlamentaria”. Un eufemismo para definir lo que fueron las conversaciones en privado, cerradas y con varios actores excluidos.

El que se vio hábil y miró hacia delante, fue el senador Allamand, que ni tardo ni perezoso planteó que este método de hacer las cosas debía instalarse en el escenario legislativo y en el marco de las reformas. “Nicolás Eyzaguirre (Ministro de Educación) debe seguir el ejemplo del Ministro Arenas. Debería prestar atención al procedimiento encabezado por ministro Arenas y al trabajo realizado por la comisión de Hacienda del Senado”. Es decir, llegar a los consensos con la derecha.

En las posiciones de matices se ubicó el senador y presidente del Partido por la Democracia, Jaime Quintana, quien en entrevista con La Tercera se mostró contento con el acuerdo “porque los cambios tributarios requieren sustentabilidad”, pero también indicó que “nada está más lejos de aquello” en cuanto al retorno de la “política de los consensos”, la cual, dijo, “tuvo su momento”. Y le replicó al presidente de la DC que “no somos una mayoría ocasional. Es una mayoría sólida que nos dio la ciudadanía, como muestra de confianza”. Aunque en esta ocasión no fue utilizada por la NM en el Senado.

Desde el Partido Comunista provinieron los cuestionamientos directos al método utilizado para llegar al protocolo y acuerdo. “Ni nosotros ni la Izquierda Ciudadana tenemos representación senatorial, y si las cosas se van a seguir decidiendo en negociaciones entre cinco senadores y el Ejecutivo, tenemos (en la Nueva Mayoría) que resolver de qué manera podemos estar” en esas tratativas, manifestó Guillermo Teillier, presidente del PC. Quien añadió que “para muchas cosas tienen que existir consensos, pero esto no es bueno cuando alguien cede y se desnaturaliza su propuesta, porque eso se podría deber a presiones indebidas”.

La diputada comunista Camila Vallejo declaró que “nos preocupa lo que pasó con la reforma tributaria. No fue la Nueva Mayoría la que acordó el protocolo, porque nosotros somos parte de la Nueva Mayoría y no fuimos parte de aquello, y no queremos que este tipo de prácticas se trasladen a la discusión por la reforma en educación”. Enfática, afirmó: “Si esto sigue así y se continúa con la política de los consensos, desnaturalizando las reformas, nosotros no estaremos disponibles”.

De hecho, estos planteamientos se habrían hecho en una reunión que Tellier, Vallejo y la también diputada comunista Karol Cariola sostuvieron con el Ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre. Y sería una luz roja activada ante el planteamiento de Andrés Allamand de que Eyzaguirre siga el ejemplo de Arenas.

En el mismo sentido, el presidente del Movimiento Amplio Social (MAS), reprochó fuerte: “¿Qué sentido tiene la Nueva Mayoría si las decisiones las toman tres de los siete partidos? La experiencia de la nueva política de los acuerdos en la reforma tributaria nos prende una luz amarilla en materia de la reforma educacional”. Y añadió de manera enfática que “si alguien cree que hay un cheque en blanco, no. El MAS no ha dado autorización para ningún cheque en blanco”.

También en tono enojoso, el presidente del Partido Radical Socialdemócrata, Ernesto Velasco, manifestó que “uno espera información precisa y no ser un buzón. Las formas no son menores en las relaciones que se tienen que dar entre los partidos y el gobierno”.

El diputado Giorgio Jackson estaba realmente molesto y criticó duramente lo ocurrido. “El gobierno traicionó su programa”, dijo y añadió: “Y lo peor es que luego de discutirlo dos meses en la Cámara, se acuerdo con cinco senadores”.

En una respuesta que no pareció convencer a los cuestionadores de la forma utilizada por el titular de Hacienda, el vocero de La Moneda, Álvaro Elizalde, dijo que “los acuerdos no deben ser evaluados según quién sale en la foto”.

Desde el equipo de Hacienda salieron voces optimistas no sólo del Ministro. Alejandro Micco, Subsecretario y quien también participó de las negociaciones privadas, indicó que “el gobierno salió completamente fortalecido, logrando que el planteamiento principal de la reforma hoy sea aceptado por todo el Congreso”; omitiendo que hay sectores incluso del oficialismo que aun no validan el convenio.

Pero hubo reproches serios, como el del democratacristiano Aldo Cornejo, presidente de la Cámara de Diputados que sostuvo que “hubo una falta de observancia de ciertos ritos y códigos que cualquier acuerdo de esta naturaleza tiene”. Enfatizó que “no me parece que contribuya a la Nueva Mayoría, y es el reclamo que muchos parlamentarios han realizado, enterarse de un acuerdo de esta naturaleza a través de la prensa”.

La presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Bárbara Figueroa, se sumó a los cuestionamientos y declaró que “no miramos con buenos ojos y somos críticos de lo que ha ocurrido en el debate de la reforma tributaria, y esperamos que no sea la tónica con el que enfrentemos ni el debate en educación ni mucho menos el debate de las reformas laborales”. Afirmó que “nosotros no somos partidarios de que el Gobierno hoy haya cerrado un acuerdo con los senadores, principalmente con la opciones que es minoría en este país”.

Sin hacer cargo de las críticas al método utilizado, los senadores que negociaron con el Ministro de Hacienda y con parlamentarios de la UDI y de RN, quisieron colocar el acento en lo positivo del acuerdo. Carlos Montes (PS), manifestó que “este es un paso muy importante en la primera reforma estructural y profunda que ha planteado la Presidenta. Además de recaudar, estamos cambiando la lógica del sistema tributario, buscando que tributen más los que ganen más”. El senador del PPD, Ricardo Lagos Weber opinó que “tuvimos un gobierno con capacidad de introducir modificaciones y de una oposición que al mismo tiempo pretendió sumarse para dibujar un nuevo Chile que queremos”.

Las dudas por los 8 mil 200 millones de dólares.

No fue menor que varias voces plantearan que, pese a la afirmación de Alberto Arenas, finalmente las modificaciones al proyecto tributario no permitan recaudar los 8 mil 200 millones de dólares que, entre otras áreas, permitiría financiar la reforma en educación.

Por ejemplo, el cambio en cuanto al impuesto a la renta, podría bajar la recaudación, el alcance y todavía imprecisiones de los ajustes podrían afectar también la captación de dineros y que la falta de atribuciones con que se deja al Servicio de Impuestos Internos y ciertas medidas en cuanto a elusión y evasión, también al final de cuentas apuntarían a que los grandes empresarios no traspasarán los recursos que deberían.

Patricio Rojas, economista, indicó que “el grueso de la recaudación viene del impuesto a la renta, y eso se podría caer”. Claudio Agostini, académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, manifestó que “el acuerdo tributario abre espacios de elusión mayores a los que había”. El que abundó más en las dudas, fue el experto Ángel Cabrera, quien sostuvo que “toda la recaudación de la reforma original venía de la renta atribuida, de la eliminación del FUT y del aumento del impuesto de primera categoría. Por lo tanto, cambios en esas áreas pueden tener modificaciones importantes en la recaudación”.

El líder del Partido Progresista, Marco Enríquez-Ominami, declaró que “la Presidenta (Michelle) Bachelet ha sido mal informada. Alguien no le ha dicho la verdad, de que no va a recaudar los 8 mil 200 millones. Alguien está desinformando a la Presidenta, o el Ministro (Alberto) Arenas no entiende lo que está proponiendo.

Con las modificaciones que tienden, entre otras cosas, a proteger las utilidades de las grandes empresas, parlamentarios como Alejandro Navarro, Pablo Lorenzini y Sergio Aguiló, plantearon que ojalá no surja “un futito” o como lo bautizó Enríquez-Ominami, un FUT 2.0; es decir, que la eliminación del FUT (que protege de los impuestos a las ganancias de las grandes empresas) se relativice con medidas que de igual manera hagan pagar menos tributos a consorcios que declaren que van a invertir las utilidades. Por esa vía, por ejemplo, Lorenzini expresó su preocupación de que se recauden los 8 mil 200 millones de dólares.

Quienes, pese a las dudas, estaban contentos, eran los representantes del poder económico. Andrés Santa Cruz, presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), la máxima representante del mundo empresarial, indicó que “al producirse un acuerdo se despeja una incertidumbre”, porque mejoró el proyecto. Claro que, como lo señalaron varios voceros de grupos financieros y económicos, cuestionó que los grandes empresarios vayan a pagar más impuestos. “La carga tributaria –afirmó- para las empresas y las personas suben en forma muy importante. Estamos quedando con tasas que superan las de muchos países de la OCDE”. Jorge Awad, jefe de los banqueros chilenos, expresó que “se ha estimulado el ahorro en términos de que hay una tasa distinta para los que reinvierten sus utilidades. La señal que Chile da al mundo es que la inversión va a ser premiada”, todo esto en relación a la flexibilidad que se abrió en los mecanismos de tributación y que lleva a que los empresarios no paguen tanto como estaba planteado.

Ahora prosigue la discusión de la reforma tributaria en el Congreso y ahí se entrarán a lo que unos llaman “detalles técnicos” pero que para otros tienen que ver “con que si se respetará el contenido sustantivo” del proyecto. Pero todo indica que quedarán selladas las modificaciones acordadas en el protocolo, porque con eso estarán los votos de la minoría representada en la derecha.

Por Gonzalo Magueda

Reporte.cl

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