Análisis de contingencia directa

Mayol, al hueso: “La Nueva Mayoría se ha convertido en un territorio en disputa, por eso hay mucha sangre y muchas heridas abiertas”

El sociólogo, que por estos días está lanzando su nuevo libro “Economía Política del Fracaso”- escrito junto a José Miguel Ahumada -, en conversación con El Ciudadano da su mirada respecto del indescifrable escenario político nacional, destacando que “las reformas planteadas por la Nueva Mayoría eran insustentables porque sencillamente estaban basadas en el diagnóstico de que se pueden cambiar cosas sin cambiar cosas, lo que es una tesis estúpida”.

Por Jose Robredo

03/07/2015

Publicado en

Chile / Política / Portada

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En los jardines de la USACH, que en estos días se encuentra en paro, nos reunimos con Alberto Mayol para conversar de su nuevo libro, “Economía Política del Fracaso”, y pasar a revisar el tablero político nacional, que hoy se encuentra en plena crisis y como tal es indescifrable.

Mayol plantea que “el malestar se traduce en que nadie quiere ver nada, que no quede piedra sobre piedra, porque no creen en nada” y que si bien hay espacios para el surgimiento de alternativas políticas “En Chile no hay una cultura ciudadana, no hay una visión ciudadana de la política por lo que es muy difícil que emerja un fenómeno desde abajo hacia arriba con intensidad”.

Tenemos dos tiempos en estos cuatro años, “El Derrumbe del Modelo” y “La Economía Política del Fracaso” ¿Cómo se puede entender el período y como proyectarlo?

Cuando aparece el movimiento estudiantil del 2011, junto con mi equipo estabamos realizando una investigación respecto del malestar social y desigualdad, donde nos encontramos que en educación se encontraba el corazón del problema, que no era el problema en sí pero si un factor. El movimiento estudiantil lee muy bien la situación y va más allá de la sala de clases y más allá de la educación, entonces nos empezamos a dar cuenta que es un fenómeno relevante, de hecho la palabra lucro transforma su significación… es muy extraño que en una sociedad capitalista el lucro sea odiado. Entonces llegamos a la conclusión que existía una crisis de legitimidad del modelo económico, también del político aunque en menor nivel, entonces se platea la tesis del derrumbe del modelo.

Siguiendo con el proceso, y con José Miguel Ahumada con quien escribimos la “Economía Política del Fracaso” seguimos profundizando esta discusión y nos preguntamos si la promesa de la “senda del desarrollo” y la “modernización” se cumplía y el análisis lo hicimos desde la perspectiva económica, viendo datos duros o sea en el terreno de ello. Revisando los antecedentes llegamos a la conclusión que no ha existido un proceso de modernización y este es el primer movimiento de crítica económica que apunta al corazón del modelo.

Entonces el modelo se mantiene terrateniente tanto en lo económico como en lo político

Claro. La política, que está asociada a un sistema extractivista y rentista que funciona en base a materias primas y consumo que se sostiene en la deuda, y para sostener a la deuda se protege a las instituciones financieras a través de las AFP, que toman la plata de los chilenos y se la entregan a los bancos para que estos se la presten a los mismos chilenos con el interés que puede llegar al 60% anual. Aquí hay una ingeniería calculista muy bien hecha por José Piñera para que el sistema de AFP provea de condiciones a todos. Este sistema es totalmente cortoplacista, ya que no requiere proyecto de país o de desarrollo industrial, es muy empobrecedor incluso desde el punto de vista del capitalismo. Entonces la política confeccionó un discurso de modernización irreal.

¿Ese cortoplacismo se ve reflejado en el actual escenario político?

Por cierto, todo este escenario impedía que la Nueva Mayoría pudiera concretar su proyecto sin entrar en una conversación más profunda. La Nueva Mayoría no tiene diagnóstico de esta economía política y por tanto no entiende el fenómeno de fondo; ellos se imaginaron que el modelo había sido exageradamente cruel, que había generar algunas regulaciones, entonces se cambiaban de lado del mesón – habían estado con los abusadores, habían pecado por una serie de motivo – y decían que se puede mejorar las condiciones de la ciudadanía y mantener altas tasas de ganancias. Eso es posible ¡pero en un sistema económico moderno! Esas condiciones socialdemócratas son posibles en una estructura productiva mínimamente elaborada, pero en una dinámica rentista se busca ganar rápido, no asumir los costos de externalidades y abaratar los costos donde la política le ha funcionado a plenitud.

¿Las reformas planteadas en el programa de la Nueva Mayoría eran desde su gestación sólo voladores de luces?

Las reformas planteadas por la Nueva Mayoría eran insustentables porque sencillamente estaban basadas en el diagnóstico de que se pueden cambiar cosas sin cambiar cosas, lo que es una tesis estúpida.  Cuando vas a hacer un cambio de esa profundidad debes saber que vas a generar una crisis política, debes saber que no puedes retroceder en esas reformas porque el otro va a saber que te puede golpear, no puede ser el lugar donde se produce la discusión sino que el actor que la conduce, debes ser más Putin que Gorbachov, tienes que ir para adelanten en definitiva. Para eso debes tener una estructura política, no un pacto político programático con fecha de caducidad como dice Gutemberg Martínez, equivalente a un contrato de arriendo… de donde puede surgir la pregunta ¿quién arrienda a quién? ¿o qué es el elemento arrendado? Se puede concluir a que Michelle Bachelet fue arrendada.

Un pacto político sin pies ni cabeza

Efectivamente este proyecto político no tenía sustento, que va desde la DC hasta el PC, desde la derecha internacional hasta la izquierda internacional, como habías llegado a un acuerdo que confluye en un programa conjunto. Tu revisas el programa y es un documento sin profundidad, que eluda los temas relevantes, en consecuencia es una acuerdo basado en nada. Entonces llegaron al gobierno, comenzaron a discutir, no se pusieron de acuerdo y finalmente se lanzan los cuchillazos al interior para intervenir dichos proyectos.

¿El gobierno de Bachelet terminó?

Esto le ha pasado dos veces. En su primer mandato el gobierno de Bachelet, el proyecto de gobierno ciudadano, duró tres meses. Ahora duró un poco más, hay que darle mérito a Peñailillo y compañía que pudieron aguantar un año, con mucho recoveco, con reformas mal llevadas, muy mal hecho en términos políticos, pero el proyecto inicial duró un año. El punto es que en la anterior pasada estaba claro quién había tomado el control del proyecto y hoy eso no está claro por lo que la Nueva Mayoría se ha convertido en un territorio en disputa, por eso hay mucha sangre y muchas heridas abiertas. La Nueva Mayoría no tiene nada que ofrecer pensando que ya se vienen nuevos procesos electorales.

En este escenario de crisis ¿Cual es la jugada de la derecha para subsistir?

Va a presionar para que no haya salida, para tener una crisis total. La crisis total le produce a los chilenos tener una figura portaliana, y ahí llegan las instituciones y los grandes prohombres y se sientan las bases de la república – que son las mismas de ahora -. Entonces su apuestas son los Lagos, los Velascos que están más cerca del malestar, al menos simbólicamente, no pueden buscarlo en la misma derecha. Incluso les incomoda que salga de la derecha pues temen que aparezca un liderazgo personalista, tipo Ossandón, que tiene un carácter más ibañista y muy complicado de controlar dado su obsesión por el poder y el amor del pueblo.

¿Y cómo entra a influir el movimiento social en esta crisis de la elite?

El movimiento social entra en el sentido del malestar social, que siempre se produce por lo mismo: que es que la gente quiere estar en la zona de beneficios del modelo económico. Si una sociedad no es capaz de entregar beneficios amplios o si promete entregarlos en un período determinado y no lo hace también entra en crisis, que es lo que ha pasado. Lo vive desde el malestar no desde la cultura política porque no hay un grupo que haya sido capaz de posicionarse de modo propositivo frente a ese malestar, a modo de Podemos o Syriza, entonces la ciudadanía tiene una tremenda dificultad de encontrar salida. Pero finalmente el malestar se traduce en que nadie quiere ver nada, que no quede piedra sobre piedra, porque no creen en nada.

Y de eso no se salva nadie

Exacto, es lo que puede pasar con Marco Enríquez o con Piñera, que es una crisis que aun está en la elite. A Piñera también le llegó lo suyo y aun, aparentemente, no le ha pasado nada. Él tema es que Piñera está a un dibujo de caer, si hicieran el mismo dibujo que hicieron con el Caso Penta el ex presidente desaparece, pero aun no aparece quedando en evidencia el poder que aun sostiene. Entonces uno hace el diagnostico desde el punto de vista politológico, moviendo los datos, pero como la situación en muy confusa no se puede anticipar nada. Como por ejemplo lo que pasó con Bachelet tras el terremoto, donde tuvo una pésima gestión y podíamos decir que bajaría 15 puntos pero se mantuvo en 80% de aprobación. Hoy tienes un problema que cruza a todo el sistema político, donde la credibilidad no está depositada en ningún sitio y donde los impugnadores que podrían tener alguna clase de oportunidad tampoco despiertan las ansias políticas de la ciudadanía.

¿Hay espacios para nuevas figuras o nuevos partidos?

Hay mucho espacio, pero el punto de fondo en otro. En Chile no hay una cultura ciudadana, no hay una visión ciudadana de la política por lo que es muy difícil que emerja un fenómeno desde abajo hacia arriba con intensidad. En segundo lugar, la cultura chilena de izquierda reproduce muy bien las viejas discusiones que tuvieron en su momento las internacionales comunistas, donde una diferencia de un centímetro podía generar un quiebre por siempre.

La estética de la derrota

Claro, la estética de la derrota. Esa cuestión es muy jodida, es algo que hay que vencer. Pues así entramos a una fase donde más puro eres más derrotado estás. Una de las gracias de Podemos es que lo dice: “Podemos”, no es un saludo a la bandera es un hecho. Y ese es el modo en el que se deben hacer las cosas. Hay dos formas de construir legitimidad, una es la esperanza, una vinculación ética y, por otro lado, el poder en sí mismo donde nadie va a querer restarse, donde los ciudadanos buscan de los poderosos que lo sean desde todo punto de vista. Cómo conciliar la necesidad de un poder ciudadano y la necesidad de liderazgos fuertes en tiempos de crisis es un tema que no ha resuelto la izquierda hasta ahora, como sucede en el caso de Pablo Iglesias donde está el movimiento social que explota desde abajo y que cuenta con un líder que es capaz de enfrentarse a los poderosos. Hasta ahora no hemos podido desarrollar esa alternativa.

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