Cuando menos es más

Michelle Bachelet conoce mejor que nadie la diferencia entre ser secretaria ONU Mujeres y Presidenta de la República

En poco más de dos años la Mandataria pasó de ser la reina de Nueva York a la Jefa de Estado peor evaluada.

Por Patricio Araya

18/02/2016

Publicado en

Chile / Política / Portada

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Michelle Bachelet

«Estoy encantado con el liderazgo global, la estatura internacional y la experiencia que aportará”, dijo en septiembre de 2010 el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, al anunciar la designación de Michelle Bachelet como secretaria general adjunta de la ONU Mujeres.

Con ocasión de los dos años en ese importante cargo, el 1 de octubre de 2012, La Segunda Sábado publicó un reportaje sobre la gestión de la ex Presidenta en Nueva York: ‘Bachelet, la señora de la ONU: Balance al cumplir dos años de gestión’, se titula el reportaje firmado por la periodista Viviana Candia. Gestión para la que por esos días Bachelet contaba con un equipo de poco más de 400 funcionarios repartidos por el planeta.

“Posee un equipo que no supera los 413 funcionarios en todo el mundo, de los cuales sólo 45 –incluida ella y sus subsecretarios– son de planta fija, y con el que apunta a descentralizar el organismo y llevarlo a un trabajo en terreno”, asegura el vespertino.

En la ocasión se destaca un artículo de septiembre de 2011 sobre Bachelet en Foreign Affairs Latinoamerica, redactado por la chilena Beatriz Manz, profesora del Departamento de Estudios Étnicos de la Universidad de California, en Berkeley. Manz escribió que la entonces secretaria general adjunta de la ONU Mujeres “fue la primera mujer elegida Presidenta de Chile, además, fue la primera mujer en América en ganar tal puesto sin estar vinculada a un marido».

Con ocasión del segundo año de Bachelet en ONU Mujeres, La Segunda Sábado pidió a Manz una actualización de su impresión sobre la ex Presidenta. «Cualquier cambio cultural, especialmente con respecto a las mujeres, requiere de mucho tiempo y es muy difícil. Pero Michelle Bachelet ha sido una de las mejores personas para liderar este impulso que el mundo ha consensuado hacer con respecto a las mujeres y ella ha podido poner el tema a un alto nivel en el discurso mundial”.

Manz agregó que «sin duda ONU Mujeres es quien más ha ganado con la experiencia, energía, vitalidad y reputación de Michelle Bachelet. Hay que tener harto coraje para ponerse a trabajar en la ONU y en una nueva unidad recién creada. No cualquier mujer podría haber logrado lo que ha conseguido Bachelet».

Eran los buenos tiempos y la buena prensa para la hoy complicada Jefa de Estado, que a días de completar el segundo año en su retorno a Palacio, con toda certeza añora esa época neoyorkina, cuando los elogios y admiración eran de otro color.

«Dos años consecutivos (2011-2012) considerada entre las 100 personas más influyentes del mundo según la revista Time; una de las 150 mujeres más valientes e influyentes del mundo en la selección ´Mujeres que sacuden el mundo´ de Newsweek; una ´efectiva defensora para las mujeres del mundo´, según un análisis publicado en el portal de noticias estadounidense The Huffington Post», enumera el reportaje.

No sólo personajes como David Smith, director del Centro de Información de ONU para Argentina y Uruguay, hablaban bien de la gestión que Michelle Bachelet estaba efectuando en ONU Mujeres («Compartir con Bachelet es como escuchar el tambor del desafío y el cambio. (…) se advierte inmediatamente un estilo de liderazgo diferente en el sistema de la ONU. El vocabulario específico que emplea es más el de un líder habituado a dirigir», relataba Smith en La Nación), sino que también la propia elogiada tenía una positiva evaluación de su trabajo.

“Me parece que el logro más importante es un logro político: Haber conseguido instalar en discusiones de alto nivel, en foros alrededor del mundo, la agenda de los derechos de la mujer con mayor visibilidad”, aseguraba la pediatra a La Segunda Sábado.

«Más voluntades políticas comprometidas con las mujeres alrededor del mundo permitirán ver resultados a mediano plazo. Estoy segura de que vamos a tener más mujeres participando en política y en otros cargos de liderazgo”, explicaba en octubre de 2012, sin imaginar el sentido paradójico que esas mismas palabras tendrían en su retorno a La Moneda.

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FOTO: un.org

Cuando 413 es más que 2.600

¿Qué cambió en poco más de dos años respecto al juicio que se tiene de la gestión de una misma persona, al frente de un importante cargo? Si en ONU Mujeres Michelle Bachelet contaba con un equipo de sólo 413 personas –con el que se las arreglaba para realizar un trabajo de alcance mundial–, para la administración del aparato estatal chileno, ese personal se quintuplica.

En efecto, los datos señalan que al asumir su mandato, el ex Presidente Sebastián Piñera nombró a 2.520 personas de su exclusiva confianza para que lo acompañaran en su tarea –desde intendentes, ministros, subsecretarios, jefes de servicios, pasando por otras altas autoridades del nivel central-. Cifra que en el actual Gobierno se ha incrementado producto de la creación de la subsecretaría de Derechos Humanos, entre otras nuevas instituciones.

Una vez electos, tanto Piñera como Bachelet, hicieron la misma promesa: elegir a los mejores. El problema, como es sabido, es que ninguno de los dos pudo cumplir ese compromiso. Por el contrario, con la anunciada renuncia del administrador del Palacio de La Moneda, Cristián Riquelme, la Mandataria ve partir a uno más de sus ‘mejores’.

¿Por qué Bachelet pudo realizar una gestión exitosa en ONU Mujeres, que además le acarreó elogios y prestigio internacional, y fracasar en su regreso a la Presidencia de la República? Fácil: calidad técnica del equipo asesor.

No cabe duda que los 413 de Nueva York son mejores que los casi tres mil repartidos de Arica a Magallanes. Para ser funcionario de la ONU, mínimo se necesita hablar inglés; para ser Presidente de la República en Chile se exige tener 35 años y cuarto medio; para trabajar en la ONU se pide su doctorado guacho, su CV decentito, un alto estándar sobre conceptos como gobierno, gobernanza, relaciones internacionales, manejo de recursos monetarios, técnicos, científicos, entre otros. Para ser gobernador, en Chile se pide ser militante de un partido político, y en una de esas, si es que nadie se da cuenta, hasta se puede tener su yaya (mérito homologable a un Magíster para cargos internacionales). O tener ficha de protección social habilitante para cobrar el bono marzo.

Cualquier secretaria administrativa de la ONU habla cinco idiomas. Los voceros de verano de Bachelet ni siquiera son capaces de sortear preguntas de quinto básico. “Estamos en momentos en los cuales efectivamente el Ejecutivo en completo no se encuentra en funciones y, por lo tanto, estamos indudablemente haciendo lo que nos corresponde hacer, pero las decisiones cuando estén tomadas se comunican”, dijo ayer la subrogante ministra secretaria general de Gobierno, Claudia Pascual, al ser presionada por la prensa para que se pronunciara sobre la inminente salida del Cristián Riquelme, cuestión que sabía hasta un niño de quinto básico.

Al parecer los problemas de Michelle Bachelet no sólo son políticos, sino matemáticos, pues, queda demostrado que con la quinta parte de personal bien calificado se puede hacer harto más que con gente que, en su gran mayoría, está en sus cargos para ejercerlos como un oficio híper bien remunerado, en relación a su precaria formación académica. Una notable diferencia cuando el mínimo exigible se mide en términos de militancia y amiguismo; cuando se entiende que el Gobierno es una oportunidad de negocios y el Estado la caja pagadora; cuando la corrupción se legaliza.

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