Orden, Patria y Libertad: La Asamblea Constituyente

Para Rousseau somos libres cuando seguimos las reglas que nosotros mismos nos hemos impuesto

Por Director

17/07/2014

Publicado en

Chile / Columnas / Política / Portada

0 0


ominamiaguilo

Para Rousseau somos libres cuando seguimos las reglas que nosotros mismos nos hemos impuesto.  En Chile seguimos reglas, somos respetuosos de ellas. ¿pero son nuestras reglas?. El libro de las reglas de las sociedades modernas es la Constitución. Pero esta Constitución del 80 que nos rige, ¿Es nuestra Constitución? Porque –lo sabemos bien- fue escrita en una dictadura, aprobada en un plebiscito fraudulento, entre 4 paredes, por 5 personas, mientras en las calles se violaban los derechos humanos, la vida y los cuerpos de miles de chilenos.

{destacado-1}

Ok,  hay una constitución y hay un orden. Pero ese no es nuestro orden. Seguimos reglas que no son nuestras reglas. Creemos vivir en libertad, pero esa libertad no es ni siquiera una estatua.

El problema con la Constitución, por eso es simbólico y no técnico. Es cultural y político, no solamente legal ni leguleyo. Es una discusión de todos, no solamente de expertos. Porque perfectamente podemos seguir viviendo bajo esta Constitución ajena. Los esclavos sobrevivieron bajo las reglas de otros en varias culturas y a lo largo de varios siglos. Pero la idea es vivir, no sobrevivir.  Tantos han muerto en nombre de la libertad, y nosotros no nos atrevemos siquiera a sentarnos a conversar.

La política es precisamente esto, la construcción del orden que desean para sí mismas, las personas que viven en una sociedad. Los Progresistas creemos en la política porque creemos en el orden, pero de esta manera. El malestar contenido de la sociedad puede explotar si no hacemos algo. Ese algo es la reconstrucción de nuestro orden. El sentido de vivir todos juntos. Porque claro, en Chile hablamos de la gente que no participa. Pero a que “orden” político estamos invitando a la gente a participar.

La Asamblea Constituyente es la piedra Angular del nuevo Chile. Acá comienzan sus problemas: la crisis de representación, la sensación de abuso, la desconfianza en el otro.  Pero también las soluciones. Porque todas las reformas por las que la Presidenta se la está jugando para hacer de Chile un país desarrollado –ella lo sabe bien- se van a empantanar en las trampas de esta Constitución perversa: el binominal, la tributaria, el cambio de las AFP, de la salud, de educación. Por eso el problema es político y no técnico. No es de abogados e ingenieros. Es de la gente. Es nuestro.

 

Sergio Aguiló

Diputado IC

Marco Enríquez-Ominami

Presidente Fundación Progresa

 

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones