Pedro Santander, docente e investigador

Venezuela: «Se abre una etapa de lucha y de afirmar lo conquistado para no perderlo»

Pedro Santander sobre el referendo revocatorio: "La derecha venezolana usa una herramienta constitucional aprobada por Chávez"

Más de un millón y medio de firmas es lo que la oposición venezolana ya ha recogido para poder activar un referendo revocatorio que consulte al pueblo venezolano si quiere o no que el presidente Nicolás Maduro siga en el Gobierno.

Este miércoles empezaron las validaciones de las firmas por parte del órgano electoral, un proceso que será minuciosamente vigilado por el Ejecutivo.

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) necesitaba tan sólo un 1% de las firmas del padrón electoral para activar el mecanismo. Si éstas son validadas, empezará otra etapa de recolección de rúbricas para la cual el Consejo Nacional Electoral (CNE) exige recoger cerca de cuatro millones, es decir, un 20% del padrón electoral.

Sobre las implicancias, tanto para Venezuela como para la región latinoamericana en general, de la puesta en marcha de este mecanismo, El Ciudadano conversó con el director del Observatorio de Comunicación y Medios de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) e investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Pedro Santander.

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Entendiendo que es fácil que los opositores reúnan las firmas para llevarlo a cabo, ¿cómo será el proceso que empieza ahora con la recogida de firmas para el referendo revocatorio?

El revocatorio tiene tres etapas. Primero juntar las firmas, que se necesitan un mínimo de 150.000. Una vez que el Consejo Electoral las revisa y las refrende, si son suficientes se convoca el referendo. Para ganar al presidente en el plebiscito se necesita al menos la misma cantidad o más de votos de los que él sacó. Si en la votación sale un ‘no’, Maduro tendrá que renunciar.

El Consejo Nacional Electoral -que hay que especificar que es un poder constitucional autónomo en Venezuela junto con los poderes legislativo, ejecutivo, judicial y el poder popular-  ya inició el proceso de contabilización de las planillas de las firmas. Son 80 cajas que la derecha presentó y que hay que validar.

¿Qué implica la puesta en marcha de este mecanismo? 

Es importante señalar que la Constitución de Venezuela, aprobada el 1999 después del triunfo de Chávez, primero por assamblea constituyente y después por un plebiscito aprobado por más del 70% de las personas, es una de las pocas constituciones en el mundo que contempla la posibilidad del revocatorio. Se trata de una opción contemplada dentro de la ley, por lo tanto la derecha venezolana usa una herramienta constitucional aprobada en el mandato de Chávez.

Esta vía también la incorporan las constituciones boliviana y ecuatoriana. Son textos en su origen muy democráticos que contemplan que la institucionalidad política del país pueda revocar a las autoridades. Brasil, por ejemplo, no lo contempla y la crisis institucional gravísima que hoy vive el país podría ser perfectamente resuelta mediante un revocatorio.

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Si el referendo revocatorio avanza y salen los votos para convocar nuevas elecciones, ¿qué candidato tendría el PSUV?

Hay varios recambios y hay candidatos fuertes. Por una parte, está Diosdado Cabello, que hasta hace poco era presidente de la Cámara de Diputados. También podría ser el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez. Ambos son dos candidatos fuertes e importantes, son los que más suenan.

¿Qué efectos podría tener en el conjunto de la región el hecho de que Nicolás Maduro se viera forzado a abandonar el Gobierno? 

Se ha pasado a una segunda etapa en la lucha por la independencia latinoamericana. La primera etapa se dio del 98 en adelante e inauguró dos décadas de triunfos de los gobiernos progresistas y de izquierda, sobretodo en el cono sur, instalados por gobiernos como el de Chávez, Mujica, Correa, etc.

Ha sido una primera parte de lucha que consolida muchas cuestiones, entre otras cosas, consolida una independencia geopolítica y militar de Estados Unidos porque, por ejemplo, Argentina, Uruguay o Ecuador prohibieron y sacaron las bases militares gringas de sus países.

Ahora estamos a una segunda etapa. Algunos hablan de un fin del ciclo, pero yo creo que es una segunda etapa. Por muchas razones -entre las que hay el esfuerzo que hace Estados Unidos para que así sea-, en los últimos seis meses asistimos a tres derrotas consecutivas de la izquierda latinoamericana: en Venezuela, en Bolivia y, la más fuerte, en Argentina. Eso lo que abre es una segunda etapa de lucha y de afirmar lo conquistado para no perderlo.

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¿Cómo afecta esta crisis política  al escenario económico venezolano? 

A nivel económico, también han habido dos etapas. En la primera, se ha empezado a mirar al sur, a comercializar sur-sur. Chávez actualizó la OPEP y subió el precio del petróleo; logró quitárselo a la burguesía proimpeialista venezolana. Así se produjo una reapropiación de la riqueza con la nacionalización de los recursos naturales y los servicios estratégicos. Y eso afirma el rol del Estado como ente para garantizar derechos sociales y generar riqueza.

En Venezuela, al igual que en el resto de países de América Latina, hay que buscar nuevas fuentes de riqueza. Chávez esto lo vio claramente y él siempre apostó por la generación alternativa de riqueza y esto está al dede no solo en Venezuela.

En Latinoamérica tenemos la maldición de los recursos naturales que hace que nuestro modo de generar riqueza sea muy rentista, no hay producción o muy poca.

¿Y cómo afectará a nivel macro económico, pensando en el conjunto de la región?

Venezuela recuperó el petróleo, Bolivia el gas, etc. Empezaron a distribuir la riqueza y bajaron los índices de desigualdad a tal punto que Chile debería empalidecer. Han cambiado los patrones de consumo y se agrandó la clase media durante los gobiernos progresistas. Este es uno de los problemas que enfrentan estos países, hasta la derecha lo dice.

Este primer período se reconoce como una etapa muy exitosa por los organismos internacionales.

Ahora estamos en una segunda etapa que implica el desafío también de generar nuevas fuentes de riqueza y mejorar la gestión económica, sobretodo eso. El problema de la gestión es serio porque, tal y como dice el vicepresidente boliviano, García Linera, el destino del proyecto emancipador latinoamericano se juega en la gestión económica. La población ha naturalizado los derechos ganados y ahora se trata de buscar la calidad del derecho, de cómo se provee este derecho. En eso, la gestión económica es fundamental y en muchos de nuestros países deja mucho que desear.

Meritxell Freixas

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