Apenas un día después de la firma de un «acuerdo de paz» que su administración calificó de «histórico» para poner fin a dos años de guerra en Gaza, el presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, sembró dudas sobre el futuro del proceso al eludir cualquier compromiso con la creación de un Estado palestino independiente.
El lunes, en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij, Trump, copresidiendo con su homólogo egipcio, Abdel Fattah el-Sisi, la firma del alto al fuego entre Israel y Hamás, el magnate republicano se jactó de haber logrado lo imposible.
«Todos decían que era imposible», declaró al referirse a «la paz» en Asia Occidental.
El acuerdo pretende ser el punto final a la guerra que por dos años ha mantenido Israel contra Gaza, catalogada como un genocidio, que ha dejado un saldo de cerca de 68.000 palestinos muertos en el enclave palestino, en su mayoría mujeres y niños, a los que se suman más de 170.000 heridos.
La Casa Blanca publicó este lunes la declaración firmada por los países mediadores entre Israel y Hamás -Estados Unidos, Egipto, Catar y Turquía- sobre el «acuerdo de paz» en Gaza, donde las cuatro naciones se comprometen a implementar el pacto para asegurar la estabilidad en la región tanto para palestinos como para israelíes.
«Juntos, implementaremos este acuerdo de manera que se garantice la paz, la seguridad, la estabilidad y las oportunidades para todos los pueblos de la región, incluidos tanto los palestinos como los israelíes. Entendemos que una paz duradera será aquella en la que tanto palestinos como israelíes puedan prosperar con sus derechos humanos fundamentales protegidos, su seguridad garantizada y su dignidad respetada», aseguraron las partes.

Trump elude el reconocimiento de un Estado palestino
Sin embargo, la firma del denominado «acuerdo de paz» se vio empañada incluso antes de que la tinta se secara y las dudas sobre el futuro y alcance de su implementación surgieron desde el corazón del gobierno estadounidense.
Fue en el vuelo de regreso a Washington, a bordo del Air Force One, donde Trump, presionado por los periodistas sobre el reconocimiento del Estado palestino, una cuestión clave para los ciudadanos gazatíes, decidió tirar de ambigüedad, generando una inmediata preocupación en la comunidad internacional.
Ante la pregunta clave, el mandatario reconoció que durante su viaje a la región no se abordó este punto.
“Habrá que ver. No he comentado nada al respecto”, admitió ante los medios de comunicación..
Pero Trump fue más allá, sembrando dudas sobre el consenso internacional en torno a la solución de dos Estados, al afirmar que “a mucha gente” le gustaría la solución de un solo Estado (Israel), mientras que otros se inclinan por la solución de los dos Estados.
Relegando el reconocimiento internacional del Estado de Palestina un segundo plano, el presidente estadounidense se enfocó en lo inmediato y en los supuestos esfuerzos por reconstruir Gaza, tras dos años de agresión israelí.
“No me refiero a un solo Estado ni a un doble Estado ni a dos Estados; nos referimos a la reconstrucción de Gaza”, señaló el inquilino de la Casa Blanca, en declaraciones recogidas por HispanTV.
Esta postura no es nueva, durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Trump se refirió al impulso de la solución de dos Estados como una «recompensa» para Hamás.
La posición de Trump sobre un Estado palestino soberano, reconocido por 159 de los 193 Estados miembros de pleno derecho de las Naciones Unidas (algo más del 80%), choca frontalmente con la opinión mayoritaria de los líderes mundiales, quienes insisten en que la región de Asia Occidental no vivirá una paz duradera sin la creación de dicho Estado.
Antes de asistir a la cumbre de Sharm el-Sheij, el rey Abdulá II de Jordania advirtió sobre el peligro de no abordar el problema de fondo.
«Espero que podamos dar marcha atrás, pero con un horizonte político, porque si no resolvemos este problema, volveremos a las andadas», declaró el monarca, afirmando que la región había presenciado numerosos intentos fallidos de paz y que la implementación de una solución de dos Estados era la única respuesta.
A 24 horas de la firma, el «acuerdo de paz» promocionado por Trump revela grietas, la negativa de EE.UU. a avalar el principio de dos Estados, combinada con la celebración de una victoria prematura, no solo genera escepticismo, sino que activa todas las alarmas sobre la implementación de una solución política que aborde la raíz del conflicto.