Columna de Opinión

Dos Chiles: La intervención de adherentes de Kast en Plaza Dignidad que deja al descubierto la desigualdad del país

Dos Chiles: Uno, el de las clases acomodadas, departamentos y casas con piscinas, barrios con árboles y áreas verdes, sin hacinamiento. El Chile de la gente con dinero, y por lo tanto con poder, el Chile bonito, impoluto. El otro, el Chile feo, intervenido, rayado, pero que resiste. Donde el pavimento es la norma, de casas pareadas y guetos verticales. Allí no se ven árboles, ni parques, ni pasto, menos flores. El Chile de la inmensa "clase media"... ¿A cuál perteneces tú?

Dos Chiles

por Francisca Valencia, periodista de El Ciudadano

Fotografías: Jesús Martínez

Adherentes del candidato presidencial del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast, pintaron e instalaron pasto y flores en la mitad de Plaza Italia, la misma que desde octubre de 2019 fue rebautizada popularmente como la Plaza de la Dignidad, por ser el epicentro metropolitano de las protestas durante la revuelta social.

La intervención se realizó durante la madrugada, luego de las manifestaciones que se realizaron en las inmediaciones por la muerte de Lucía Hiriart, viuda del dictador Augusto Pinochet, y tras los masivos cierres de campaña de los postulantes a La Moneda, quienes se enfrentarán el domingo en la Segunda Vuelta.

La intervención fue publicada en Twitter por el concejal del municipio de Las Condes, Patricio Bopp (UDI), quien a través de redes sociales expresó que vamos a devolverle a Chile y la Plaza Baquedano la alegría y los colores de nuestra tierra, con una juventud comprometida con construir en paz y hacerle frente con valentía a la violencia que destruye”.

Sin embargo, la del concejal de derecha no fue la única interpretación que se le ha dado a esta supuesta intervención por «la paz». En las redes sociales y otros espacios se ha hecho un análisis mucho más profundo al respecto y la conclusión salta a la vista: Dos Chiles.

Uno, el de las clases acomodadas, departamentos y casas con piscinas, barrios con árboles y áreas verdes, sin hacinamiento. El Chile de la gente con dinero, con poder, el Chile bonito, impoluto, el que evocan solo algunos, y que por lo tanto, solo ellos temen perder.

El otro, un Chile feo, intervenido, rayado, pero que resiste. Donde el pavimento es la norma, de casas pareadas y guetos verticales. Allí no se ven árboles, ni parques, ni pasto, menos flores. La multitud es la norma, es el Chile de los que madrugan para hacer fila en el consultorio, de los que usan el transporte público y se van atochados una hora de ida (para llegar al Chile bonito a trabajar) y otra hora de vuelta. Es el Chile de la inmensa «clase media», que soporta en su espalda el peso para que otros pocos disfruten del Chile bonito, ese que ellos solo observan desde fuera.

La intervención de los adherentes del candidato de ultraderecha es simbólica por varios motivos. Primero, porque Plaza Dignidad es la línea imaginaria que divide estos dos Chiles, que los separa. Segundo, porque delata el privilegio de quienes han podido observar ese otro Chile, el bonito, el con flores. Violencia es para las clases dirigentes lo que la lucha social es para las subalternas, y que tan fuerte se han escuchado en las calles de Chile desde octubre de 2019. La lucha por las garantías que solo tienen unos pocos.

Fotografía: Jesús Martínez.

De acuerdo a las palabras de los propios adherentes del abanderado republicano que estuvieron en la intervención, la idea era demostrar cómo sería el gobierno de Kast versus el de su contrincante de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric.

Así lo dejó ver también el concejal de Lo Barnechea, Cristián Daly, quien afirmó a través de Twitter que “pasto, flores y paz en una mitad de Plaza Baquedano y la otra mitad la de la destrucción, el odio y la división representada con una bandera chilena negra. Decida usted cuál es el Chile que quiere…”.

Pero, me gustaría hacer eco de las palabras de la madre de la juventud combatiente, Luisa Toledo, y preguntarle al concejal Daly «¿de dónde viene la violencia? ¿Quiénes son los violentos? ¿Somos nosotros? ¿O son ellos, los poderosos, los ricos?».

¿Rayar una estatua colonial, que representa la matanza sostenida de pueblos indígenas, es más violento que proponer a los adultos mayores «trabajar más» para acceder a una vejez digna? ¿Rayar una estatua es más violento que un candidato que dice que la Naturaleza tiene que pagar su derecho a existir?… ¿Qué es más violento? ¿Rayar una estatua o indultar a torturadores y a criminales de lesa humanidad como lo hizo Piñera?

Por último, le preguntaría a las mentes de esta intervención: ¿cómo se puede lograr la «paz» con un candidato que defiende el modelo, económico y social, que en primer lugar ocasionó lo que ellos denominan violencia? Por eso, este 19 de diciembre, más que nunca, no da lo mismo por quién votar. Está en juego algo más grande que la supuesta paz de la ultraderecha, lo que está en juego la dignidad de los pueblos.

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