No se ven caminos de solución para el conflicto entre Cataluña y España

Independencia aplazada en Cataluña: Entre la disposición al diálogo y los oídos sordos

La carta que se juega el presidente catalán es un punto medio propiciado por las organizaciones políticas que integran la coalición de "Juntos por el Sí" y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau -cercana a todos los satélites de Podemos en Cataluña-, pero que no cuenta con el respaldo de los anticapitalistas de la CUP, quienes aspiran al inicio unilateral del proceso constituyente de la República catalana.

Por Jose Robredo

11/10/2017

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Tras la exposición realizada ayer 10 de octubre por el presidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, ante el Parlamento de la región donde se confirmaron los resultados del referéndum independentista del pasado 1 de octubre, dando paso a la declaración de independencia de Cataluña y, acto seguido, a la solicitud de suspender el proceso de constitución de la república catalana con el fin de abrir el diálogo con España. Los caminos que se abren son variados y movilizan las piezas tanto del independentismo como del entorno de Mariano Rajoy.

En su discurso, Puigdemont hizo un resumen del proceso que culminó con el referéndum del pasado 1 de octubre destacando que «a pesar de la represión, que se ha traducido en detención de funcionarios del gobierno catalán, allanamiento de las instituciones catalanas, fue posible hacer el referéndum», y a la vez hizo un reconocimiento a la ciudadanía catalana por «hacerlo posible».

Al mismo tiempo, y en un mensaje dirigido a Mariano Rajoy, quien ha acusado al gobierno catalán de atentar contra la democracia española, señaló que «Cataluña ha contribuido a la democracia española. Ha apoyado el progreso y la modernización», a lo que agregó: «Hemos seguido el orden constitucional, con el apoyo del Parlamento y la ciudadanía».

Y de ahí a lo más esperado de la jornada: «Como presidente de la Generalitat (gobierno catalán) anuncio los resultados de que nombran a Cataluña como estado independiente en forma de República», sin embargo, ocho segundos después, Puigdemont solicitaba al Parlamento que «suspenda la declaración para abrir un diálogo dentro de las primeras semanas». La independencia quedaba a medio camino, en un escenario donde se depende de la voluntad y del reconocimiento del estado español para poder avanzar, junto con poder ratificar la mediación de países u organismos extranjeros.

En entrevista emitida hoy por CNN, Puigdemont señaló que, respecto de cualquier proceso de negociación, este debe darse a partir del reconocimiento ya que «no podemos ignorar el hecho de que estas hipotéticas conversaciones tiene que partir de un reconocimiento de la realidad: la relación de Cataluña con España no funciona», y que además debe darse «sin condiciones previas».

La carta que se juega el presidente catalán es un punto medio propiciado por las organizaciones políticas que integran la coalición de «Juntos por el Sí» y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau -cercana a todos los satélites de Podemos en Cataluña-,  pero que no cuenta con el respaldo de los anticapitalistas de la CUP, quienes aspiran al inicio unilateral del proceso constituyente de la república.

Por lo tanto, se puede generar un espacio de conflicto en la interna independentista que hasta ahora había operado de forma compacta. Mientras que desde el gobierno de Rajoy no se oyen voces dispuestas al diálogo, sino que todo lo contrario.

El independentismo en alerta

La decisión del presidente Puigdemont de elegir el gris antes de definirse blanco o negro tuvo consecuencias directas en la interna, ya que presenta la primera luz de crisis en la alianza conformada por el Juntos por Sí (compuesta por grupos de izquierda, socialdemócratas y de derecha) y el partido anticapitalista Candidatura de Unidad Popular, CUP, quienes tienen posturas equidistantes respecto de la estrategia a seguir post referéndum.

A ellos se suma la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quien es miembro de En Comú Podem, símil de Podemos en Cataluña y que no participa de JxSí,  la que en primera instancia no se cuadraba con el referéndum, aunque luego se plegó disponiendo de la infraestructura municipal, y era partidaria de una salida política al proceso de independencia que no fuera unilateral sino que negociada y con el respaldo de la mediación internacional.

Con Colau, tras la realización del referéndum, el bloque del JxSí, del cual el presidente Puigdemont es parte, se fortaleció una alianza que, en aras de bajar la tensión con España, se sustenta en cimentar la negociación de los puntos que permitieran avanzar en el proceso independentista pactado.

En este sentido ha primado el eslogan «ni DUI ni 155», que hace referencia a la negación de la Declaración Unilateral de Independencia como una forma de evitar la aplicación del decreto 155 de la Constitución española, el que permite la intervención total de las autonomías en caso de que se considere intenten romper con el estado español. De hecho, desde España, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha manifestado el apoyo a la postura expresada por Puigdemont y los sectores independentistas moderados: «Es evidente que no ha habido declaración unilateral de independencia».

Desde la CUP, en tanto, los ánimos quedaron al menos lastimados, tal como lo sostiene el portavoz del secretariado del partido, Quim Arrufat: “La cadena de confianzas con Puigdemont no ha quedado rota pero sí tocada”. A su vez, el dirigente sostiene que la independencia “no se ha proclamado aunque Rajoy entienda que sí”. Evidencia de la, al menos, decepción del bloque anticapitalista por el giro del presidente catalán.

Lo anterior ya había sido anticipado por la diputada del bloque anticapitalista, Anna Gabriel, que en su presentación en el Parlamento sostuvo: “Nos hubiera gustado hacer una proclamación solemne. Tocaba eso. Y hemos perdido la ocasión. Era el único instrumento eficaz”. Al mismo tiempo, dejó clara la postura del partido frente a la negociación con España y su posible extensión al señalar que «no podemos suspender los efectos de nada. ¿Con quién vamos a mediar? ¿Ante un Estado que amenaza, persigue, con fuerzas policiales y militares, que agita la extrema derecha, que niega los derechos políticos y civiles básicos?».

Rajoy: «La respuesta del señor Puigdemont marcará el futuro de los acontecimientos»

Desde el gobierno español la respuesta, en tanto, no apunta al diálogo. Tras el Consejo de Ministros de este miércoles, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, sostuvo ante los diputados españoles que «el Consejo de Ministros ha acordado requerir formalmente al Gobierno de la Generalitat si ha declarado la independencia de Cataluña», y recalcó que «este requerimiento es previo a cualquiera de las medidas del Gobierno que puede adoptar al amparo del artículo 155 de nuestra Constitución pretende ofrecer a los ciudadanos la claridad y la seguridad que requiere una cuestión de tanta importancia».

Junto con esto señaló que «nadie puede afirmar que lo que ocurrió ayer en el Parlament fue normal, razonable y de un país democrático. No se puede hurtar la claridad a los españoles de decir si se afecta a la unidad de la nación o no«, señaló Rajoy, quien durante su discurso no mencionó en ningún momento la palabra diálogo.

Reglón seguido, y en vez de suavizar su discurso lo endureció señalando que se le exige a Puigdemont «que confirme si alguna autoridad de la Generalitat ha declarado la independencia o si su declaración del 10 de octubre implica la declaración de independencia, al margen de que esta se encuentre suspendida». Y recalcó: «Es una pregunta de obligada respuesta». Dicha contestación, que espera Rajoy para aplicar o no el artículo 155, tiene fecha de vencimiento: Las 10 de la mañana del jueves 19 de octubre.

Finalmente, Rajoy advirtió que «es la respuesta del señor Puigdemont la que marcará el futuro de los acontecimientos, en su mano está volver a la legalidad o prolongar el periodo de inestabilidad».

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