Periodista en Oriente Medio y analista internacional

Irak: «La batalla de Mosul puede provocar una grave catástrofe humanitaria»

Este jueves el ejército iraquí entro por primera vez en dos años a la ciudad de Mosul, en manos del Daesh desde 2014. A partir de hoy se librará la batalla para retomar una ciudad emblemática en Irak.

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Por primera vez en dos años, este jueves el ejército iraquí logró entrar al bastión del grupo terrorista Daesh (Estado Islámico), a la ciudad de Mosul, al norte de Irak.

El ejército del país árabe junto a las milicias kurdas, respaldadas por la coalición internacional, lograron penetrar en la urbe a través del flanco oriental. A partir de ahora, la batalla se librará en el interior de la que es considerada la segunda ciudad más importante de Iraq y que el Daesh declaró como capital de su califato, donde concentran las mayores reservas petroleras del país.

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La operación para reconquistar Mosul empezó el pasado 17 de octubre y tiene activadas todas las alarmas de Naciones Unidas porque el sospechan -con mucha seguridad- que los combatientes del Isis utilizarán a la población civil como escudo humano. Algunos hablan de desactivar parte de un protestado que provee servicios -aunque de muy mala calidad- como salud, caridad, gobernanza y tribunales.

Para entender el contexto de la batalla que a partir de este jueves se libra en Mosul y las consecuencias que puede tener sobre la población iraquí, en particular, y en la región del Medio Oriente, en general, El Ciudadano conversó con el periodista en Oriente Medio y analista internacional, Oriol Andrés.

Oriol Andrés_Oriente Medio

 Se ha dicho que ésta será una batalla larga, de hasta meses. ¿Puede ser realmente así?

Efectivamente puede ser una batalla larga que dure meses porque aún no se sabe qué se encontrará el ejército dentro de Mosul, si habrá una resistencia fuerte por parte de los combatientes del Isis. Se habla de entre 3.000 y 5.000 combatientes pero no se sabe del cierto el número real, podrían llegar a ser hasta 10.000, en una ciudad que tiene alrededor de un millón y medio de personas. Así, puede resultar difícil avanzar. Además se ha demostrado que el Daesh no tiene ningún problema para utilizar a los civiles como escudos humanos, lo cual complica aún mucho más la guerra, que se puede convertir en una guerra de guerrillas, calle a calle. Obviamente, los bombardeos dentro de la ciudad van a ser mucho más difíciles por el número de civiles que hay dentro y, por lo tanto, puede alargarse mucho. Es verdad que hay casos precedentes en los que Isis se retiró de enclaves importantes, con lo cual también podría darse el escenario de que Isis se retira y la ciudad se toma relativamente rápido, en pocas semanas.

En los últimos días, en plena batalla, el Daesh capturó Rutba, una ciudad estratégica para la comunicación entre Bagdad, Siria y Jordania. ¿Podría interpretarse eso como un paso atrás en la reconquista?

Daesh ha llevado a cabo diversas incursiones propagandísticas en las últimas semanas, en Kirkuk o en Rutba. En ambos casos el ejército iraquí ha reconquistado el territorio perdido. Más que como un paso atrás, hay que interpretarlo como que el Daesh no está muerto, en contra a lo que la propaganda se ha dedicado a difundir, la realidad es que siguen teniendo poder operativo y capacidad de llevar a cabo ataques con pequeños grupos o células durmientes. Pero en cualquier caso no son episodios de trascendencia a nivel de lo que va a ser la batalla.

Se ha dicho que Mosul puede ser una nueva batalla de Stalingrado o que el Daesh quiere convertir Mosul en lo que tenía que ser Dabiq, que es una población siria considerada para Isis como el escenario de una batalla apocalíptica final y que, en cambio, perdió en muy poco tiempo ante los combatientes rebeldes sirios.

El periodista Robert Fisk decía en un artículo la semana pasada que una de las posibilidades es que cuando caiga Mossul, el califato entero del Daesh podría redirigirse hacia Siria, en contra del régimen de Al-Assad. Lo comparaba con lo que ocurrió en Fallujah a principios de año, tras su “liberación” por parte del ejército iraquí, cuando muchos de los combatientes del Daesh fueron para Siria. Según Fisk este escenario conviene a Estados Unidos. ¿Comparte su opinión?

Al inicio de la batalla de Mosul es verdad que un alto mando oficial de la Golden Division, que son las fuerzas oficiales del ejército iraquí, dijo que se había dejado un corredor humanitario para que los combatientes del Daesh que quisieran irse para Siria pudieran huir por ahí. Teóricamente, a posteriori, se dijo que este corredor estaría hoy cerrado o estaría cubriendo a las milicias chiíes. En cualquier caso, es probable que haya un éxodo del Daesh hacia Raqqa [capital siria del Daesh], como último gran bastión del Isis.

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Lo que no tengo tan claro es que este escenario sea especialmente conveniente para EEUU. Es probable que sí que sea un mal menor, sería una manera de finalizar más rápido la batalla de Mosul, y por otro lado poner más presión al gobierno de Bashar Al-Asad, pero seguiría existiendo Isis y seguirá siendo un foco de inestabilidad para la región.

Por otra parte, hasta el momento, Isis no ha sido un enemigo principal del régimen de Al-Assad, con quien se podría decir que ha convivido sin muchas escaramuzas.

¿Qué impacto tendrá esta operación en los refugiados?

Más que refugiados, lo que puede provocar la batalla de Mosul es un gran número de desplazados internos dentro de Irak. Naciones Unidas ya ha dicho que hay hasta un millón de personas en riesgo. Hay que calcular que pueden quedar dentro de Mosul un millón y medio de personas y las ONG sobre el terreno han estado trabajando intensamente para prepararse para este flujo masivo de desplazados y se están abriendo nuevos campos.

Pero en cualquier caso, la situación derivada de esto puede ser muy muy grave.

Hasta el momento Naciones Unidas calcula que la batalla de Mosul ha provocado un desplazamiento de unas 17.500 personas hasta ahora y aún no se ha entrado dentro de la ciudad. Así se puede provocar una grave situación humanitaria que ya ha sido calificada de “catástrofe humanitaria”.

Varios países están implicados en esta operación, incluido Turquía, que en este caso combate con el mismo objetivo que los peshmergas kurdos, que resultan ser enemigos directos de Erdogan. ¿Sería posible que esta alianza forzada pudiera distender las tensiones que entre ambos se intensificaron durante los últimos meses?»

Turquía quiere formar parte de la ofensiva de Mosul por razones que van desde una nostalgia imperialista otomana hasta razones estratégicas regionales. Por el momento no ha empezado a participar porque el Gobierno de Bagdad se ha opuesto radicalmente a su participación. Eso ha generado muchas tensiones hasta hoy. Es verdad que hay tropas turcas posicionadas en diversos frentes en el norte de Irak, en la región del Kurdistán iraquí, donde en algunas partes tienen presencia desde largo tiempo. Pero, por el momento, no han entrado en combate y no se prevé que vayan a hacerlo porque podría provocar una escalada militar contra Irak, que ya dijo que si entra los consideraría combatientes enemigos y por lo tanto actuaría en consecuencia.

En cambio, las relaciones de Turquía con el Kurdistán iraquí han sido históricamente buenas. El gobierno de Barzani [presidente Kurdistán iraquí] ha sido un aliado de Turquía con quien mantiene estrechos vínculos comerciales. De hecho, gran volumen de las importaciones del Kurdistán iraquí dependen de Turquía y, a la vez, Turquía era el principal cliente del petróleo que se exportaba desde el Kurdistán iraquí. Las relaciones siempre han sido muy buenas en este sentido. Los conflictos que ha mantenido Truquía han sido con los turcos del sureste del país que históricamente han estado más vinculados al Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK).

Una de las complicaciones tiene que ver con que muchos una parte de los árabes sunnitas están resentidos con el gobierno de Bagdad, y el el país hay más simpatizantes del Daesh de los esperados. En este sentido, por ejemplo, se sabe que el Daesh tiene vínculos con los antiguos miembros de la Guardia Republicana del régimen baasista de Saddam Hussein.

Sí, Daesh se ha beneficiado del descontento de la población árabe sunita de Iraq que, especialmente desde el 2003, ha vivido las políticas sectareas del gobierno de Bagdad que favorecían a los chiíes y marginaban a la población suní.

Si lo que se quiere es acabar con el Daesh lo que tiene que hacer el ejecutivo iraquí es llevar a cabo unas políticas mucho más inclusivas y acabar de una vez con el sectarismo imperante. Esta división no se siente tanto en la sociedad como muchas veces se interpreta en la política regional y iraquí. El gobierno tiene que garantizar la seguridad en términos no sólo de violencia, sino también en el bienestar social de la población sunita del norte y centro de Irak.

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Se ha estigmatizado mucho a los sunitas de Irak como una población que apoyó el Daesh. La realidad es que cuando entraron a Mosul hubo miles de personas que escaparon de la ciudad y que no hubo un apoyo social explícito. Es verdad que, ante los agravios que sufría la población árabe sunita, cuando Daesh entró en Mosul vendió un discurso de que eran los liberadores sunitas y que iban implementar la seguridad que antes mencionaba y que generarían espacios de libertades para los sunitas. Esto nunca fue así. Pero fue por eso que no fueron tan mal considerados a su llegada por una parte de la población que había estado sufriendo injusticia durante mucho tiempo.

La realidad es que, de alguna manera, el Daesh se ha convertido en sicario para sus propias gentes. La población sunita es la que más ha sufrido sus ataques y dentro de Mosul han salido focos de resistencia mientras que mucha gente de la ciudad muestra un gran descontento con su presencia.

Con todos estos elementos en la mesa, ¿se puede calificar al Daesh de un problema regional (Irak, Siria, Pakistan) o global, por las injerencias de otras potencias en el conflicto?

Es difícil contestar esta pregunta, pero lo que sí puedo decir es que o se acaban con estas violencias estructurales, este agravio, estas injusticias contra los suníes o el Daesh va a seguir existiendo. En la historia del Daesh, en sus distintos nombres y formas, hay que recordar que en 2007 también fue expulsado de los centros urbanos y consiguió renacer en 2014 prácticamente sin que nadie supiera cómo. Como grupo ha demostrado una gran capacidad para mantenerse vivo incluso en las situaciones más adversas, viviendo y trabajando sobretodo en zonas del desierto, donde para el ejército iraquí es muy difícil atacar o llevar ofensivas con éxito. Logró emerger como de la nada cuando se dan las circunstancias adecuadas cuando el descontento es más latente.

Por ejemplo, un elemento que puede volver a generar muchas tensiones sectarias es la presencia de milicias chiíes en la batalla de Mosul. En este caso, hay un acuerdo de que no entrarán en la ciudad y se mantendrán en los alrededores, pero dependiendo de cómo evolucione la guerra, esto puede cambiar. Estas milicias han cometido graves crímenes contra la humanidad, contra la población civil iraquí que, por el simple hecho de ser sunitas, han sido torturados, ejecutados y desaparecidos. Recientemente, un líder de estas milicias ya dijo que si Daesh escapa para Raqqa ellos se irán también a Siria. Esto pude generar nuevas tensiones sectarias que engrosen de nuevo el prestigio de Isis y obviamente que genere nuevos combatientes.

Hasta qué punto EE.UU. está limitado por sus propias políticas (vínculos con Arabia Saudí y por su negativa a cooperar con Irán y con grupos como Hezbollah) en su objetivo de derrotar a ISIS?

En un prinicipio las alianzas de EEUU no tenían que limitar su capacidad de lucha contra el Daesh. Arabia Saudita también ve como un problema al Daesh ya que los acusó de corruptos, de haberse alejado del camino del “verdadero islam” y le ha declarado la guerra a los sauditas. Por lo tanto, desde este punto de vista la relación entre ambos países no es una limitación.

En Siria, en cambio, el escenario es distinto porque las alianzas son diferentes y paradójicamente EEUU con mucha probabilidad está apoyando a grupos que estarían vinculados con milicias islamistas, no directamente con el Daesh pero sí a grupos con ideología y principios bastante similares.

Lo que venderá Estados Unidos será una gran victoria, mientras que en Irak y Siria seguirá manteniendo una política muy similar a la que ha mantenido hasta ahora, con un perfil más bien bajo en lo que se refiere a participación militar directa, que no en el aspecto diplomático.

Meritxell Freixas

@MeritxellFr

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