Bicentenario: ¿Cuándo nos haremos cargo de nuestra historia?

Ya van a ser como 200 años desde que alguien dijo que naceríamos chilenos todos

Ya van a ser como 200 años desde que alguien dijo que naceríamos chilenos todos. Y desde entonces, muchos cuentos nos han contado, y aún hoy, siguen saliendo historias o documentos inéditos. ¿Hicimos este 18 algo más que comer y curarnos?

Cuando uno tiene problemas psicológicos (cree tenerlos o termina creyéndole a los demás que los tiene), ya sea por depresión, ansiedad, temores o conductas violentas en la pareja, tengo entendido que una de las cosas que hacen los estudiosos del tema, es analizar el pasado del paciente. De acuerdo a su pasado, pueden entenderse muchas cosas que le suceden en el presente, y que en muchos casos son las razones de por qué no se realiza su futuro (es decir, que no logra concretar lo que desea).

Chile, como concepto abstracto sinónimo de País, Patria, Nación o Pueblo (creo que este último sinónimo ya difamado), tiene un pasado, y no me refiero al pasado reciente, sino a casi 200 años (ya que está de moda lo del bicentenario).

En este Chile vivimos aproximadamente 16 millones de personas de Arica a Punta Arenas dicen los cómodos, obviando tal vez a Chiloé, Isla de Pascua, Juan Fernández, los que están en la Antártica, y todos aquellos rincones que los viajes de Lan Chile no cubren. Muchas de esas 16 millones de personas, tienen «curiosos» apellidos. Y digo curiosos entre comillas, porque nos han enseñado que ciertos apellidos suenen raros, primitivos, indígenos. No tenemos problemas, y hasta con mucho interés, le preguntamos a algún Massu, Keitel o Foxley sobre el origen de su apellido, y nos agrada escuchar que nos diga que su abuelo fue inglés, ruso, alemán, étc. Pero cuando alguien nos dice que su apellido es Amaro, Uruña, Copani, Pauyantay, Zulantay, Chillimaco, Catrileo, Alonkura o Nehuel, incluso nos detenemos a pensar, ya no con tanto interés, si la persona que está frente a nosotros es Mapuche, incluso algunos ya mentalmente televisados, se asustan, pero para que no se quede con las dudas, son apellidos de origen Aymara, Diaguita y Mapuche.

Y así, con total normalidad, hacemos nuestra vida, mandamos a los hijos al colegio, le contamos a los nietos divertidas historias sobre algún nombre raro en un carnet, y con poco interés a veces le preguntamos a un niño algo como: ¿Y ya te enseñaron a sumar?. Pero ni atreverse a preguntarle algo como: ¿Ya te pasaron sobre la ley de radicación indígena y la pacificación de la Araucanía?, para qué avergonzarnos con algo que ni nosotros sabemos. Pero le enseñamos a nuestros hijos del pasado, y aprobamos que aprendan a bailar cueca, el himno nacional, y algunos dirán suspirando que se quitó una estrofa que aludía a los valientes soldados, mientras otros a regañadientes dirán que fue idea de los comunistas. Aprobamos que Arturo Prat murió por el país, y muchos reprobamos que USA haya invadido IRAK, pero ponemos en duda preguntarse: ¿Cómo es que llegaron tan rápido los acorazados para la Guerra del Pacífico, desde Inglaterra, cuando Chile no tenía poderío naval producto que alguien había vendido tiempo atrás los barcos que teníamos, para pagar deudas que O’higgins contrajo con la misma Inglaterra?, más en duda es siquiera pensar que invadimos Perú, nada que ver, ¡por favor!, ¡nos estábamos defendiendo! (al igual que USA de las armas químicas o biológicas).

Lo ponemos en duda porque ¡ya no somos niños pues!, no me vengan con cuentos. Y bueno, si son los niños los que creen en cuentos, ¿acaso no fuimos niños también?, ¿Acaso no escuchamos constantemente cuentos de nuestro pasado?. ¿Qué le garantiza que ud. no escuchó cuentos, y que su hijo tampoco?.

¿Se ha puesto a pensar qué difícil es hacer que un «viejo» cambie en su forma de pensar, pero a un niño no?.
¿No ha pensado tal vez, que su propio padre o madre, ya ancianos, sean tan testarudos o tan porfiados por la educación que recibieron?, claro que indirectamente, ud. se alude como el rey de la flexibilidad, el abierto a temas tabúes, a hablar con libertad de la sexualidad, pero a tener cuidado de que la vecina diga que su hija es una «señorita».

¿Se ha puesto a pensar, si ud. es lo que es por su educación?. ¿Ud. es o no testarudo porque su papá lo es, o porque en un acto de rebeldía decidió no serlo?.

¿Se ha puesto a pensar que cuando niños somos más vulnerables?, porque estamos formándonos en la vida, y que precisamente esa es la razón de por qué algunos dicen que en esa etapa reafirmamos nuestra sexualidad, se producen los mayores traumas o adquirimos nuestros valores patrios?, no necesariamente haciendo el servicio militar, sino que tan simple como elevando un volantín un 18 de Septiembre, con algún cuento sobre O’Higgins, padre de la patria.

¿Cómo, siendo adultos, nos hacemos cargo de nuestra historia, si ya personalmente nos negamos a cambiar?. Es más facil decirle a nuestro hijo, «si mijito, vaya a ver Dragon Ball no más», que decirle, «Mira, lo que ves en los noticiarios sobre los Mapuche, es por…», y le cuentas tu historia del asunto, con la responsabilidad y motivación de que él también investigue por su cuenta.

¿Qué le vas a decir?, si al ver el Discovery Channel, en un programa sobre momias, le digan que encontraron restos de peruanos que murieron en la Guerra del Pacífico, junto a sus esposas, porque ellos se defendieron en pareja. Y que en Chile fue diferente, porque acá, muchos esposos iban a la guerra porque el Estado les pagaba un sueldo que mandaban a sus esposas, y que después ellas quedaban viudas. ¿Acaso es más valido que comprenda que si tú vas a la guerra será por «el país» o que comprenda que si tú vas a la guerra es altamente probable de que no vuelvas?. Sin duda que la primera es la más fácil de decir. A Discovery Channel no le interesa mostrar nuestra historia, pero sí decirle al mundo que no tenemos políticas arqueológicas, y que restos ancestrales están por todos lados, como si nada, a la vista de todos, sin ningún interés de nadie por ese pasado.

Un poco de historia: Hasta poco después de la independencia, los mapuche tuvieron autonomía. La cosa cambió, cuando los adinerados jefes de familia criollos chilenos, tal vez en un asado o una tertulia, vieron que sería bueno tener tierras en el sur, para sacarles partido económico y aumentar sus riquezas (públicamente, las riquezas del país), total, ellos tenían títulos de dominio, lo más probable es que los Mapuche no. Así, como todo esto a la luz pública debería haber sido en forma legal, bueno, encontraron justo que se debía declarar a los Mapuche como chilenos y que por lo tanto, así tendrían el «privilegio» y mismos derechos que los chilenos, para darles títulos a ellos sobre sus tierras y de esta manera, los interesados poder ponerles un precio para adquirirlas. ¿Y fue así, tan voluntarioso?. De partida, uno inmediatamente podría cuestionar, ¿estaban obligados, los Mapuche a reconocer la «legalidad» de los criollos?. Imagine que su vecino, se junta con sus otros vecinos, en un asado y deciden que el patio de su casa sería ideal para poner juegos para sus hijos, pero ud. no tiene hijos, y hacen un documento aprobado por todos ellos que los regula como comunidad de vecinos, y van donde ud. diciéndole: «Mire, nosotros, como buenas personas que somos, lo invitamos a ser parte de nosotros, para que ud. tenga los mismos privilegios y derechos de libertad que nosotros, firme aquí». Ud. firma, y luego ellos le dicen: «Bueno, caballero, ahora que ud. es parte de nosotros, le compramos su patio, naturalmente, ud. debe vender ese terreno, son los negocios, todo tiene un precio». ¿Bastará con que ud. les diga, NO?. Depende de lo que ud. firmó.

Una cosa que se obvia, es el pasado de las personas y culturas. Los criollos chilenos, descendían de españoles, españoles conquistadores, donde la idea de «imperio» era, precisamente, colonizar tierras, demarcar límites y extenderlos, pero todo dentro de lo aparentemente legal, legalidad que ellos mismos acordaban. Los Mapuche no eran necesariamente así, ellos cultivaban en un lado, cosechaban y se iban para otro lado hasta que el primer lugar se recuperara (por la simbiosis que tienen, como cultura, con la tierra), claro que dentro de una extensa zona donde la comunidad mapuche vivía. Naturalmente, luchas territoriales siempre las hay, y supongo que las hubo entre Incas y Mapuche (¿las hubo o fue un cuento?). La «demarcación» territorial individual no existía, por lo tanto, la legalidad de títulos de terrenos no aplicaba.

Hoy, siguen habiendo mapuche. Pero ahora, los criollos no son tan criollos, sino que empresas extranjeras, amparadas en criollos que apelan a la riqueza del país, que llega e impulsan la creación de empresas forestales, hidroeléctricas, étc. ¿Creen uds. que si los mapuche aceptan la «legalidad» chilena, van a poder hacer algo para recuperar lo que era de ellos, y que sigue siendo de ellos desde su punto de vista, porque su cultura, su forma de vivir comunidad, no es individual, como la nuestra? ¿O acaso ud. cree que ellos serán como nosotros y llegarán hasta Santiago conquistando tierras?. Lo interesante es que, el punto de vista de ellos no importó.

Tenemos un pasado, que nos impide (a la mayoría) hacer un futuro, porque existe una minoría que necesita que sigamos creyendo en cuentos, sigamos peleándonos por candidatos de la concertación o la derecha (y parece ser que la historia dice, entre líneas, que ambos velan por los mismos intereses), nos peleamos por ser hinchas del Colo o la U, ellos quieren que sigamos pensando en las «riquezas del país», cuando en la práctica las hacen sus riquezas (como con los vueltos para donaciones en los supermercados). Ahora que se viene este asuntito del bicentenario…

¿Será la oportunidad de hacernos cargo de nuestra historia o seguiremos confirmando, por comodidad, la que ya conocemos?

Fuente: http://www.derechos-indigenas.blogspot.com

Si bien, mis apellidos son netamente de origen español, no nací en España.

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