Reivindicando expresiones culturales

El masticado de hoja de coca es una expresión de la cultura andina que no tiene relación con el narcotráfico

Para la cultura andina la hoja de coca posee un profundo sentido espiritual que no guarda relación alguna con el mundo del narcotráfico, validar su carácter sagrado ha sido difícil. Bolivia en su constante preocupación por el derecho de los pueblos indígenas tuvo un gran logro, pero que no repercutió a nivel internacional.

Por Bárbara Bustos

04/02/2015

Publicado en

Latinoamérica / Pueblos

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Es fácil encontrar la siguiente expresión cuando se busca el significado de la hoja de coca para la cultura andina: La hoja de coca representa para los pueblos; la fuerza, la vida, es un alimento espiritual que les permite entrar en contacto con sus divinidades “Apus, Achachilas, Tata Inti, Mama Quilla, Pachamama”.

Desde siempre el consumo de la hoja de coca -en estado natural- ha estado entre los pueblos de la cultura andina en países como Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, son 103 millones de personas las ligas al mundo andino, esto según la Comunidad Andina (CAN), organismos que agrupa a los pueblos de estos cuatro países. Validar este carácter sagrado y realizar sus expresiones culturales sin restricciones se ha presentado como un problema por limitaciones sociales y legales.

No sorprende que Bolivia haya propuesto que no esté penalizado el acullicu -bolo de hojas de coca- ante la Convención de Viena, pues es un Estado Plurinacional. En este tipo de estado varias naciones están unidas en una organización política y jurídica con un Gobierno que las representa y una constitución que las rige. Para velar por los derechos de sus diferentes pueblos, en el 2011 Evo Morales, utilizó como estrategia salirse de esta Convención que regula las relaciones diplomáticas entre naciones, para a fines del mismo año pedir su readmisión a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con la condición de que sea despenalizado el uso de la hoja de coca.    

Fue así como la ONU presentó la solicitud a los 184 países miembros de este tratado, que en su mayoría aceptaron la readmisión y despenalización del producto natural, esto en el año 2013. Quienes se negaron fueron: Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Rusia, Suecia, México, Reino Unido, Irlanda, Japón, Alemania, Finlandia, Portugal, Israel, Holanda, Francia e Italia.

Bolivia después de esto logró que no esté penalizado ni el uso, masticado y cultivo de la coca. Esto no repercutió a nivel internacional, porque la planta sigue estando en la lista de las «sustancias controladas» de la ONU. Sigue siendo parte de la realidad de los distintos pueblos andinos el enfrentarse a dificultades legales y sociales para vivir su cultura.

La planta de uso ancestral se ha criminalizado y junto con ello a todas las prácticas culturales ligadas a su uso, el mundo andino en ningún punto se cruza con el del narcotráfico y es ahí donde se hace un mal uso de la planta que en su estado natural no es una droga. Esta se convierte en una sustancia ilícita cuando sufre alteraciones químicas que realizan delincuentes y no los cultores de lo andino.

A partir del Informe Mundial de Drogas 2014 de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito los índices más elevados en el consumo de cocaína están en Norte América y no es precisamente en las regiones andinas del Perú, Bolivia, Ecuador o Colombia donde se da la prevalencia. Esto permite seguir sosteniendo que está expresión cultural no guarda relación con el narcotráfico.

El masticado de coca está presente en la vida de millones de personas andinas, y aunque se tratase de un número menor de afectados por estas prohibiciones la situación seguiría siendo igual de complicada. De pronto, se hace necesario recordar la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, donde se establece claramente el derecho a practicar sus costumbres y ceremonias espirituales y religiosas.

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