El Mercurio y su campaña antimapuche

La soterrada campaña de El Mercurio contra los mapuche, evidenciada en un polémico artículo publicado en febrero, desmentido por el embajador de España; da cuenta de una política editorial racista que se hunde en los anales del periódico

Por Director

09/05/2008

Publicado en

Medios / Pueblos

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La soterrada campaña de El Mercurio contra los mapuche, evidenciada en un polémico artículo publicado en febrero, desmentido por el embajador de España; da cuenta de una política editorial racista que se hunde en los anales del periódico. Ya en el siglo XIX el “decano” de la prensa chilena llamaba a “encadenar o destruir” a los mapuche. El odio aún persiste.

La noticia fue publicada como un golpe periodístico el domingo 3 de febrero: Tema de portada de la sección de Reportajes de El Mercurio. Su contenido, en apariencia, ameritaba tal privilegio editorial. En pleno apogeo de la lucha mapuche en Chile, con movilizaciones de solidaridad en el país y el extranjero, y un gobierno obligado a nombrar un “alto comisionado” para descomprimir la tensión reinante, las páginas de El Mercurio daban cuenta de los nexos internacionales del movimiento mapuche, sus contactos con “organizaciones terroristas”, el “millonario financiamiento” de una agencia extranjera a sus aspiraciones de autogobierno y la injerencia de grupos separatistas “vascos, catalanes y gallegos”, incluida la organización armada vasca ETA, en la conformación de un partido mapuche autonomista, inscrito a fines de 2007 en los registros electorales.
Para “promover el autogobierno mapuche”, denunciaba que el Partido Wallmapuwen recibiría al año 5 millones de euros por parte de la Agencia Española de Cooperación (AECI), cosa ratificada al diario chileno por los propios encargados en Madrid de dicho organismo. Golpe total.
Pero se trataba de un burdo montaje comunicacional, una descarada tergiversación de datos reales, mezclados con falsedades y tergiversaciones, que la dirección de El Mercurio no dudó en publicar como un aporte al “derecho de la ciudadanía a estar debidamente informada”, según reza su misión institucional.
El embajador hispano en Chile, José Antonio Martínez de Villarreal, salió al paso de las “revelaciones” a través de una dura carta enviada a El Mercurio. Según aclaró el diplomático, la AECI centró sus aportes en «becas para estudiantes chilenos, reforma de la justicia, temas de descentralización, cooperación triangular y la organización nacional de trasplantados, entre otros», fondos que el año 2006 alcanzaron los 3,4 millones de euros (más de 2.300 millones de pesos), canalizados desde España vía Ministerio de Relaciones Exteriores chileno. A juicio del embajador, la información publicada habría incurrido en graves “errores, omisiones y tergiversaciones” de lo señalado en Madrid por los encargados de la AECI a la periodista autora del reportaje.
“De una lectura pormenorizada de los documentos de la Cooperación Española y de las Actos de las Comisiones Mixtas hispano chilenas, se desprende que el artículo constituye una burda manipulación de la información suministrada y existente. El Programa Bilateral de Cooperación entre España y Chile no contempla en absoluto fondos específicos para la cooperación con el Pueblo Mapuche, como sobradamente conoce la Agencia Chilena de Cooperación Internacional (AGCI), del Ministerio de Relaciones Exteriores, contraparte chilena de la AECI”, acusó el embajador. “En un tema tan sensible, considero que la información publicada distorsiona la imagen de la cooperación española y de la política exterior de España en Chile, e induce a los lectores a una grave confusión. Por ello, y en aras de una información veraz, creo indispensable la publicación en su diario de una rectificación que tenga un impacto similar al producido por el desafortunado artículo de María Eugenia Tamblay”, demandó.
A la fecha de publicación de este reportaje, ninguna rectificación era publicada aún por El Mercurio, medio que se limitó a reconocer –en su edición digital- que lo publicado fue producto de un “lamentable malentendido” de su corresponsal en Madrid.

CUENTO VIEJO

“No es tan sorprendente lo publicado por El Mercurio”, señala el dirigente mapuche Víctor Naguil. “En otras oportunidades este diario ha desplegado ofensivas comunicacionales que tratan de cuestionar y desprestigiar las demandas y las luchas de nuestro pueblo. Es esa histeria tan típica de la extrema derecha que ve por todas partes ‘guerrilleros’ y ‘oscuras actividades’ que amenazan la unidad nacional”, subraya. Naguil, responsable de relaciones internacionales del partido mapuche, pone el acento en la persistencia histórica de la línea editorial racista y marcadamente antimapuche de El Mercurio.
“Ellos ni siquiera conciben que pueda existir una deuda histórica, como lo evidencian sus múltiples editoriales. Yo me pregunto, ¿es el mapuche que ha robado su tierra al winka? ¿quién no ha respetado la propiedad ajena? ¿dónde está el ganado y la platería que tenían nuestros mayores? ¿quién ha usurpado las tierras que el propio Estado chileno reconocía, con los títulos de merced, como propiedad de las comunidades? La historia de nuestra expoliación como pueblo tiene sus raíces en la invasión militar de nuestro territorio en la segunda mitad del siglo XIX. Es una historia de violencia, asesinatos masivos, saqueo y despojo territorial donde El Mercurio jugó un rol preponderante”, desmenuza.

ENCADENAR O DESTRUIR

Lo señalado por Naguil trae a colación el pasaje más oscuro en la historia del periodismo chileno: el rol jugado por El Mercurio en la ocupación militar del territorio mapuche a fines del siglo XIX. A juicio del destacado historiador Jorge Pinto, la campaña pro-ocupación de la llamada Araucanía fue prácticamente dirigida por El Mercurio de Valparaíso, el órgano más representativo de los intereses de los inversionistas chilenos en la época.
Durante el siglo XIX la economía chilena fue una proyección de la economía colonial; es decir un modelo de crecimiento “hacia fuera” basado en exportaciones de materias primas. Según Pinto, la crisis económica de 1857 no logró que la clase dirigente chilena se replanteara el modelo de desarrollo, sino que generó la anexión de un territorio hasta entonces soberano.
En este esfuerzo bélico un rol importante recaería en la prensa. Mientras influyentes periódicos como El Ferrocarril ponían el acento en el mal manejo de la economía y los factores externos que agravaban el escenario, El Mercurio de Valparaíso centró su mirada en la zona sur, “desatando un verdadero vendaval en pro de la invasión”, indica Pinto. “El Porvenir industrial de Chile – sostenía El Mercurio en una editorial de mayo de 1859- se encuentra a no dudarlo, en la rejión del Sur (…) Natural es pues que las miradas de la previsión se dirijan hacia esa parte, la más rica y extensa del territorio chileno”. En palabras de Pinto, el País Mapuche comenzó entonces a ser visto por la sociedad chilena del centro como una “gran hacienda inculta”. Civilización versus barbarie, arengaba El Mercurio, que en esa época era propiedad de Matías Cousiño Jorquera, socio de Agustín Edwards Ossandón desde 1845 en la Sociedad Minera de Copiapó. Este se hizo dueño del diario en 1875 al aprovechar una aguda crisis del principal dueño del periódico, Recaredo Santos Tornero, comprándole el edificio que ocupaba el periódico en calle de la Aduana. Dos años después asume el control total del medio.
Otro párrafo deja en evidencia esta verdadera “ideología de la ocupación”: “No se trata sólo de la adquisición de algún retazo insignificante de terreno, pues no le faltan terrenos a Chile; no se trata de la soberanía nominal sobre una horda de bárbaros, pues esta siempre se ha pretendido tener: se trata de formar de las dos partes separadas de nuestra República un complejo ligado; se trata de abrir un manantial inagotable de nuevos recursos en agricultura y minería; nuevos caminos para el comercio en ríos navegables y pasos fácilmente accesibles sobre las cordilleras de los Andes… en fin, se trata del triunfo de la civilización sobre la barbarie, de la humanidad sobre la bestialidad” (julio de 1859).
La Revolución de 1859, donde parcialidades mapuches se aliaron con uno u otro bando chileno en disputa, hizo que los artículos de prensa se multiplicaron en cantidad y virulencia verbal. “Todo lo ha gastado la naturaleza en desarrollar su cuerpo, mientras que su inteligencia ha quedado a la par de los animales de rapiña, cuyas cualidades posee en alto grado, no habiendo tenido jamás una emoción moral”, subrayó en una editorial el periódico. “Los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del jénero humano y una asociación de bárbaros, tan bárbaros como los pampas o como los araucanos, no es más que una horda de fieras que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en bien de la civilización”, agregaba el “Decano de la prensa chilena”.
“En vano los mapuches protestaron por los ataques de que eran objeto. La historia estaba girando hacia una dirección muy diferente”, señala Jorge Pinto. “Ya es llegado el momento de emprender seriamente la campaña contra esa raza soberbia y sanguinaria, cuya sola presencia es una amenaza palpitante, una angustia para las riquezas de las ricas provincias del sur. ¿Qué familia puede estar tranquila ni entregarse con confianza a sus trabajos, si el día menos pensado una turba de malhechores salvajes llega a sus puertas, incendia sus propiedades y las hace perecer en el martirio sin respetar a las mujeres, a los ancianos y a los niños”. Tal era la preocupación de El Mercurio, manifestada en su editorial del 1 de noviembre de 1860, titulada “Los Bárbaros de Arauco”.

LOS MAL LLAMADOS “MAPUCHES”
El polémico reportaje del 3 de febrero vino con cover. Una columna editorial firmada por el historiador chileno Sergio Villalobos, planteaba –por enésima vez- sus dudas respecto de la propia existencia actual de los mapuche. “En el tema de los mal llamados “mapuches” – escribió Villalobos-surgen con vehemencia opiniones infundadas o que son producto de la ignorancia. Cualquier persona que eche un vistazo sobre la historia universal comprenderá que el trayecto de la humanidad ha sido una superposición, violenta o pacífica, de unos pueblos o etnias sobre otros. Todas las dominaciones han sido un doble proceso: la imposición violenta o pacífica de los dominadores y la aceptación, pese a la lucha, de los dominados. Estos terminan adaptándose y acomodándose en el lado de los dominadores e incluso combaten al lado de éstos contra sus hermanos. Es lo que ocurrió con los araucanos”.
“Después de tantos años de historia resulta comprensible que haya tantos descendientes de los viejos araucanos que han logrado integrarse y que otros lo desean. Pero hay voces interesadas de antropólogos, activistas, políticos y periodistas, que pretenden ignorar esa realidad, propician la segregación y la mantención de categorías ancestrales”, remató el Premio Nacional de Historia.
A juicio de Víctor Naguil, un “mal llamado mapuche”, según nos rectificará de seguro Villalobos al leer este reportaje, la cruzada del historiador contra su pueblo tendría algo de obsesivo. “Conocemos sus verdades. Para él no existimos. Existen chilenos con ascendencia mapuche y pretende demostrarlo históricamente. Como si nos pudiera convencer, a nosotros los mapuche, no sólo que usamos un nombre que no es el correcto – el habla de “araucanos”- , sino que además no existimos, que el proceso que estamos viviendo no es más que un enorme equívoco. Villalobos interviene en un debate político, con argumentos políticos que trata de hacer pasar por argumentos históricos”, subraya el dirigente.
El historiador Jorge Pinto, quien fue alumno de Villalobos y asume su carácter de discípulo del Premio Nacional, no duda en cuestionar la particular visión de su maestro en torno a los mapuches. A juicio de Pinto, en lo estrictamente académico existiría una clara discrepancia en torno a como Villalobos interpreta lo sucedido tras la ocupación del territorio mapuche.
Para Pinto, y gran parte de los historiadores actuales, se trataría del inicio de un nuevo ciclo en la historia fronteriza del sur, marcado por la presencia del Estado, “Villalobos insiste en que estaríamos en la última fase de una historia que empieza en el siglo XVI”, señaló Pinto en entrevista con la Revista Austral de Ciencias Sociales. De allí que para el octogenario historiador, la historia de los “araucanos” termina irremediablemente con su derrota militar. Es decir, con la dominación de un pueblo más fuerte y preparado sobre ellos, la irremediable rueda de la historia, según su particular visión.
Las opiniones de Villalobos en El Mercurio distan mucho de ser estrictamente académicas. Lo reconoce el propio Jorge Pinto. “Nuestro maestro insiste en que se usó poca pólvora, no se cometieron injusticias y que, como sugirió Cornelio Saavedra cuando recién se iniciaba el proceso, el ejército necesitó más mosto que balas. No sé por qué razón, ignorando una enorme cantidad de testimonios, Villalobos insiste en este planteamiento. Lo mismo lo lleva a descalificar las movilizaciones mapuches y a asumir una actitud muy agresiva hacia el mundo indígena y los historiadores que nos hemos propuesto mostrar una historia distinta a la que oficialmente se ha asumido en Chile. A mí me sorprende que un historiador tan riguroso y tan respetuoso de las fuentes actúe en esto con evidente parcialidad, legitimando sólo algunos documentos y negándole validez a otros”.
“Sergio Villalobos cree que el pueblo mapuche desapareció en el siglo XIX y, aún, parece alegrarse de que eso hubiese ocurrido. Muchas veces tengo la impresión que, retomando viejos argumentos del positivismo decimonónico, considera justo que los pueblos que él considera ‘atrasados’ o que poco han aportado al desarrollo del país, desaparezcan. El progreso, señala, los elimina naturalmente. De estas apreciaciones deduce que los historiadores y antropólogos que no compartimos sus juicios, ‘inventaron’ al mapuche del siglo XX. Desde mi punto de vista, comete dos errores: en primer lugar, ignorar el aporte de los mapuches al desarrollo de nuestro país y, en segundo lugar, no reconocer su existencia en el siglo XX. Hoy se ven en las comunidades, en Temuco, en la Universidad, en los Servicios Públicos, en el ejercicio de profesiones respetables, en la educación, tanto en nuestra región como en Santiago, Valparaíso y Concepción. Los censos chilenos de todo el siglo XX los registró como tales, la prensa dio cuenta de sus agrupaciones y movilizaciones, la clase política no los pudo ignorar, entonces, ¿a título de qué un historiador se empeña en argumentar que han desaparecido?”, se preguntó finalmente Jorge Pinto. La respuesta, que duda cabe, no la leerá usted en la próxima edición dominical de El Mercurio.

Pedro Cayuqueo

Víctor Naguil, Dirigente partido mapuche Wallmapuwen:

“La solidaridad internacional es un derecho”

El reportaje de El Mercurio centró sus ataques en las conexiones internacionales del partido mapuche Wallmapuwen. Mezclando información verdadera con datos falsos y elucubraciones tendenciosas, la periodista denunció los contactos de la colectividad con el ilegalizado partido Batasuna y la organización armada vasca ETA. En conversación con El Ciudadano, Víctor Naguil negó los vínculos del partido con ETA, pero reafirmó el derecho de su organización, del pueblo mapuche y de los movimientos sociales en general, a establecer contactos internacionales. “La solidaridad internacional es un derecho de todos los pueblos”, destacó.
-¿Qué nos puede señalar en torno a la denuncia de El Mercurio que los relacionó con Batasuna y ETA?
-Wallmapuwen no tiene relaciones con Batasuna ni con ETA. En el País Vasco no tenemos relaciones formales con ninguna fuerza política. Hasta el momento nos hemos relacionado con ONGs, asociaciones culturales, y algunas instituciones relacionadas con la revitalización del euskera. Si podemos señalar que en Cataluña nuestro partido tiene relaciones formales con el partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), y en Galicia con la formación nacionalista de izquierda Bloque Nacionalista Galego (BNG). Ambos partidos gobiernan en sus respectivas comunidades autónomas, en alianza con el Partit dels Socialistes de Catalunya en el caso de ERC, y con el Partido Socialista Gallego para el BNG. Se trata de formaciones democráticas, con una fuerte implantación social y política, con un gran número de alcaldes y concejales municipales, importantes grupos parlamentarios en sus respectivos parlamentos autonómicos, con diputados en las Cortes de Madrid. BNG tiene, además, un senador, y ERC un diputado en el Parlamento Europeo. Un partido como el nuestro que tendría por vocación el combate democrático por los derechos nacionales mapuche, de allí su proceso de inscripción como partido legal, no tiene nada que ver con la paranoia interesada de El Mercurio, que ve en todas las acciones mapuche redes terroristas.
-El Mercurio mencionaba una oscura “coordinación de partidos independentistas europeos”, denominada ALE.
– La ALE (Alianza Libre Europea en castellano) es un partido político en el Parlamento Europeo que agrupa a una treintena de partidos independentistas, autonomistas y regionalistas de la Unión Europea. Sus referentes son el derecho a la autodeterminación, la adhesión a los principios de la democracia parlamentaria y la defensa de los derechos humanos. Con estos postulados comprendo el desagrado de El Mercurio ante tan «malas juntas» internacionales que tenemos. La ALE se proclama en favor de la solidaridad entre los pueblos, las lenguas y las culturas. Aparte de ERC, BNG o UDB, forman parte de esta agrupación el Partido Nacionalista Escocés, partido independentista que gobierna actualmente en Escocia después de ganar las últimas elecciones para renovar el Parlamento regional, y Plaid Cymru, partido nacionalista del País de Gales. Tomando estos elementos en consideración, nuestro partido tiene interés en desarrollar una relación política y de cooperación con la ALE. Estas son cuestiones que ya hemos tratado pero que debemos formalizar y concretar a mediano plazo.
¿Qué opinan de los cuestionamientos de El Mercurio a estas relaciones que han establecido?
– Por un lado, nos parece de un cinismo impresionante, toda vez que todos los partidos políticos chilenos establecen contactos fuera de Chile y forman parte de “internacionales” socialistas, democratacristianas o de diverso signo. La derecha chilena, de la cual es vocera El Mercurio, participa activamente de redes internacionales. En España se juntan la UDI y el Partido Popular, pinochetistas con franquistas y a ellos nadie los sale a cuestionar, menos El Mercurio Si nos cuestionan a nosotros hay que comenzar a cuestionarlos a todos. Ahora bien, el rechazo a nuestras relaciones internacionales así como a nuestras reivindicaciones más políticas, se explica porque existe un nacionalismo chileno que se niega a reconocer la diversidad existente al interior del Estado. No se trata de que te reconozcan como comes o bailas, sino que se acepte que en tanto pueblo tenemos derechos políticos colectivos, que tenemos la capacidad de administrar nuestros asuntos y guiar nuestro destino. Que en tanto pueblo tenemos el derecho de cultivar relaciones con el exterior, las que son legitimas, necesarias y positivas. Como todo partido u organización político-social tenemos el derecho y la necesidad de establecer relaciones de alianzas políticas. Esto incluye la esfera internacional. No olvidemos que la solidaridad internacional es un derecho que tenemos y que vamos a cultivar.
El Mercurio daba a entender que Wallmapuwen seria una idea “importada” y que partidos catalanes y gallegos estarían tras su conformación. ¿Qué nos puedes comentar al respecto?
– Constituye una manipulación y discriminación dar a entender que Wallmapuwen surge como iniciativa de otros y no de nosotros mismos, como ciudadanos mapuches. Revela racismo y sobre todo una enorme ignorancia de la historia mapuche por parte de quien realizó el reportaje. Nuestro pueblo, a lo largo de la historia y bajo distintos contextos, se autoorganizó para defender sus intereses, lo hizo contra la conquista española y la invasión chilena. Inclusive a poco de concluida la ocupación y colonización del Wallmapu surgieron las primeras organizaciones mapuche contemporáneas, para defender a las comunidades de la usurpación, de los asesinatos de colonos y policías. Estas organizaciones levantaron demandas, candidaturas exitosas al parlamento. Inclusive ya se habían sostenido la necesidad de crear un partido político, idea que si bien no prosperó llegó a ser discutida. Todo esto demuestra que no necesitamos que nadie nos diga lo que tenemos que hacer.

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