Gracias Hugo Chávez

Gracias a Hugo Chávez, el mundo huele hoy menos a azufre y en América Latina se escucha más a los pueblos

Por Director

06/03/2013

Publicado en

Columnas / Pueblos

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Gracias a Hugo Chávez, el mundo huele hoy menos a azufre y en América Latina se escucha más a los pueblos.

Es un legado innegable. En Venezuela hasta la oposición es orgullosa de sentirse venezolano. El chavismo le permitió a ese país recuperar el orgullo perdido por una arrogante y vendida oligarquía cuyos partidos políticos eran meras marionetas para mantener la renta petrolera en manos de unos pocos amigos de las grandes corporaciones norteamericanas.

¡Si hasta la oposición venezolana aspira a ser patriótica y bolivariana!

Si evaluamos los 15 años de presidencia de Hugo Chávez en el poder, la suma permite ver además un pueblo más culto, donde ya no hay analfabetismo. ¿Acaso la cultura no es una forma de ejercer la libertad? Con este predicamento, resulta difícil entender el modo de despreciar al gobierno chavista rotulándolo de dictatorial. Y hablando de democracia, ¿acaso Venezuela hoy no es un país más democrático del que era en 1998? Es repugnante la falta de tolerancia de quienes han levantado la idea de un gobierno totalitario en circunstancias que Chávez ganó prácticamente todas las elecciones a la que se presentó. Es realmente de “picado”, o desinformado, decir que el gobierno de Hugo Chávez no haya dejado como legado, un país verdaderamente democrático.

En Venezuela hubo también un Golpe de Estado – hace ya mas de una década – cuyo gobernante de facto fue rápidamente reconocido por los más entendidos en la democracia, que inmediatamente intentó sepultar una Constitución apoyado por la mayoría. Este Golpe de Estado es el primero, y hasta ahora el único, que ha sido derrotado en la historia de América Latina.

El legado de Hugo Chávez también se extiende a la economía. Cierto es que existen muchos problemas, pero la renta generada por el petróleo ya no engorda el bolsillo de los ricos y poderosos, sino que beneficia directamente al pueblo. ¿Acaso Chile reparte las ganancias que genera el cobre? Por supuesto que no, sin embargo, los medios de comunicación no escatiman esfuerzos en denostar lo que debiera ser una práctica común de los Estados, que es dar sus ciudadanos lo que les corresponden y no estar inventado franquicias y reglas tributarias para las grandes empresas para después celebrar las condonaciones.

En nuestro país, se critica, y gastante, al ALBA sin saber realmente lo que constituye este esquema de integración que promueve la solidaridad, el dialogo desde el desinterés. Hace poco vinieron a Chile a la Cumbre de la CELAC, muchos empresarios y gobernantes europeos a pedir “seguridad jurídica” para asegurar la intangibilidad de sus inversiones. Sin embargo, en el ALBA, ningún país condiciona sus relaciones con otro. La solidaridad, que no es caridad, es una actitud que reemplaza la hipocresía de ir a expiar las culpas, por una acción real de dar y de apoyar a un hermano que lo requiera. Eso se recuperó en América Latina gracias a Chávez.

Gracias a Chávez, los partidos tradicionales de izquierda entendieron que la verdad también estaba en el pueblo creyente, donde de igual modo están venas abiertas de quienes han sido excluidos.

Y como olvidar la osadía de ir a Estados Unidos cuando ese país, hace menos de diez años amenazó al mundo con su torpe y denigrante lucha en contra del terror, y decirles en su cara, que su Presidente de entonces, George W. Bush, era la personificación del diablo. Hoy ese sujeto, un verdadero delincuente y político totalitario, que robó una elección presidencial, ya no está, y el mundo es un lugar algo menos peligroso.

Y América Latina hoy sabe quien es Bolivar. Sus pueblos saben que los libertadores no son nombres cuya obra fue tergiversada por los intereses oligárquicos para adornar su propio pasado, como si fueran sus herederos. Como no recordar a Pinochet y la apropiación indebida que hizo de la figura de O´Higgins. Los pueblos de América Latina han comenzado a reencontrarse con su Historia y han visto que los grandes pensadores, los grandes luchadores, dejaron una obra inconclusa. Han comenzado a entender que los seres humanos enfrentamos los desafíos de la época que nos toca vivir de la manera que mejor creemos, y que por ello, siempre quedan cosas por hacer y no existen entonces, próceres inmaculados o santos venerados, sino hombres y mujeres de carne y hueso cuyo mayor mérito es haberlo dado todo con valentía y con el alma. Lo que nos ha enseñado es el valor de la honestidad, la sinceridad y la consecuencia.

No faltarán quienes, aspirando a una falsa neutralidad, intenten dibujar un cuadro de Chávez con rasgos “polémicos”, porque es la manera de evadir definiciones políticas relevantes. Reconocer algunos de estos logros, no obedece a un afán de santificar o idolatrar excesivamente un hombre de su pueblo sino más obedece a la necesidad de destacar algunas de las cosas positivas que muchos “expertos” y “académicos”, con el gentil auspicio de periodistas con poco oficio, no dirán por este falso ejercicio de imparcialidad. La objetividad es intentar decir las cosas como son, razón por la cual no siempre la neutralidad es objetiva.

En resumen, existen muchas razones por las que debemos agradecer que haya pasado por este mundo Hugo Chávez, un hombre que deja un legado de inestimable valor para quienes aspiran a construir un mundo mejor, cuya historia no dejara de escribirse con su muerte.

Por Carlos Arrue

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