Julio Vezub, historiador argentino que identificó que los restos del cacique Sakamata-Liempichum de la comunidad Tehuelche-Mapuche están en el Museo del Hombre de París, descubrimiento que motivó un pedido de restitución por parte de Argentina, aseguró que la investigación significó «reconstruir la escena del crimen» en alusión al salvajismo de las prácticas antropológicas del siglo XIX.
«Fue conmovedor, como reconstruir la escena del crimen reuniendo fuentes distintas y comprender el pasado de golpe. Uso esta expresión porque el propio explorador francés es consciente de la inmoralidad de sus actos aunque los justifica», explicó a Télam el investigador del CONICET en el Centro Nacional Patagónico de Puerto Madryn, Argentina.
Reveló que en el Museo parisino «hay 100 cráneos y 12 esqueletos de pobladores originarios de Pampa y Patagonia, pero de muy difícil identificación de no mediar estudios más detallados».
Vezub participaba desde 2009 en un proyecto de investigación que debía estudiar las colecciones del conde Henry de La Vaulx, existentes en el Museo del Hombre, con financiamiento del ayuntamiento de París, cuando encontró allí el cráneo de Liempichun Sakamata.
Al historiador siempre le apasionó el viaje hacia la Patagonia que en 1896 protagonizó La Vaulx, con instrucciones expresas de científicos franceses de relevar artefactos antropológicos y restos óseos humanos, en el marco de un paradigma científico que se interrogaba acerca de los orígenes del hombre.
«En esa época consideraban importante obtener esqueletos y cráneos para poder clasificar y desarrollar la teoría de la evolución humana», apuntó Vezub.
En ese marco La Vaulx recorrió más de 5.000 kilómetros de la Patagonia relevando paisajes, rocas, plantas, animales y humanos, para lo cual se contactó con las distintas comunidades mapuches y tehuelches de esa región.
«Realizó intercambios y trueques con las comunidades y se contactó con los caciques principales, entre ellos Sakamata, tío de Liempichun Sakamata y estaba obsesionado por la talla extraordinaria de ellos, por lo cual aprovechó los datos que le proporcionaron sobre tumbas recientes y antiguas para extraer los restos», explicó.
Vezub aclaró que «para el criterio científico de 1896 no era un crimen ni una práctica aberrante (lo que hacía La Vaulx) de hecho era lo mismo que hacía aquí Francisco Moreno desde el Museo de La Plata».
En el marco de ese proyecto de investigación, y con la colaboración de las instituciones francesas, Vezub pudo acceder a las colecciones del conde existentes en el Museo parisino «y allí vi y pude fotografiar este cráneo en el que consta que es parte de las colecciones de La Vaulx y dónde había sido hallado», contó.
Tras la identificación y la vinculación con el ajuar funerario, el historiador decidió informar de inmediato a Angel Ñanco Sakamata, vecino como él de Puerto Madryn, «lonko» (jefe de la comunidad) mapuche-tehuelche y pariente de los Liempichun Sakamata, a quien ofreció su ayuda para reunir la documentación que necesitara para la restitución.
Vezub remarcó que en ningún momento las autoridades del museo parisino se opusieron a la publicidad de la identificación, y que las leyes francesas prevén que en caso de que se pueda establecer una vía genealógica se activa el proceso de restitución.
Respecto a los cráneos que hay en el museo, Vezub precisó que «están rotulados, dicen dónde fueron obtenidos y son bastantes precisos con el lugar de excavación pero es difícil su identificación individual ya que conviven restos de hace más de 100 años junto a otros esqueletos de mayor antigüedad».
El historiador insistió que La Vaulx justificaba lo que hacía al profanar tumbas y robar sus esqueletos, e incluso en su crónica sobre el viaje a la Patagonia explica a un aborigen que lo increpa por haberse llevado los restos de su antepasado pese a que, justifica, «los pondré en Francia dentro de una bella vitrina, en un gran templo que se llama Museo, donde una multitud de visitantes vendrá a admirarlos. Estarán mucho mejor ahí que bajo la tierra».
Vezub sostuvo que con la investigación se «sacó del olvido y la lógica del depósito estos restos óseos del museo al vincularlos con los artefactos y la historia de las personas que los utilizaron», y consideró que «lograr la identificación (de un resto óseo) y habilitar que vuelva a su tierra es una iniciativa política importante que debe estar en manos de las comunidades».
Miembros de las comunidades Tehuelche – Mapuche de Chubut, con el apoyo del gobierno provincial -por intermedio de la Dirección General de Derechos Humanos de la Cancillería argentina ya solicitaron la restitución de los restos que estuvieron en exhibición hasta el 2009.
El Museo del Hombre de París es un conocido museo antropológico que pretende mostrar al hombre en su evolución, diversidad y riqueza cultural, pero, por ejemplo, exhibió también hasta 1974 los restos de Sara Baartman, conocida como La Venus Hotentote, una mujer de una étnica africana que había sido llevada como esclava a Europa para ser exhibida en espectáculos de tipo circense.
Fuente: Telám