La refundación de Bolivia

El referéndum  definirá la nueva constitución de Bolivia y pese a que el proceso de la Asamblea Constituyente contó con una apertura e inclusión sin parangón en nuestro continente, la oposición al estado multiétnico cobra fuerza en las regiones orientales

Por Director

21/06/2008

Publicado en

Pueblos

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El referéndum  definirá la nueva constitución de Bolivia y pese a que el proceso de la Asamblea Constituyente contó con una apertura e inclusión sin parangón en nuestro continente, la oposición al estado multiétnico cobra fuerza en las regiones orientales.

Desde diversas zonas de Bolivia arribaron a Santa Cruz miles de representantes indígenas de las Tierras Altas y Bajas, quienes se convocaron el 15 de marzo para respaldar la nueva Constitución Política del Estado, resultado del proceso de la Asamblea Constituyente.
Llegaron las principales confederaciones indígenas del país. La Asamblea del Pueblo Guaraní, la Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz, la Central de Pueblos Indígenas del Beni, el Consejo Nacional de Ayllus y Markas, la Confederación  Sindical Única de Trabajadores Campesinos y la Confederación de Mujeres Indígenas “Bartolina Sisa” estaban apoyando un texto constitucional que sectores oligárquicos buscan boicotear y que a ellos les ha costado décadas de marchas, cortes de ruta y más de un centenar de muertos.
Por primera vez en su historia los indígenas, que constituyen el 75% de la población del país, sienten que han sido incluidos en una Carta Magna que, entre otras cosas, establece el carácter plurinacional y multicultural del país, oficializa las principales lenguas originarias, resguarda los recursos naturales y abre inéditos espacios de participación política indígena, siendo uno de ellos, los regímenes de autonomía. La iniciativa corresponde al programa de gobierno del primer presidente indígena que llega al gobierno de un estado a nivel mundial: el Presidente Evo Morales Ayma, lider del Movimiento al Socialismo (MAS).

Desde la asunción de Evo Morales en enero de 2006, Bolivia vive una revolución sin precedentes en su historia. Claro que los indígenas prefieren hablar de “refundación”. Pieza clave en este proceso fue la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por el gobierno de Morales a poco de asumir el mando de la nación y que pese a la férrea oposición de sectores empresariales y políticos vinculados al antiguo régimen, logró el año pasado consensuar un nuevo texto constitucional que en mayo sería sometido a referéndum. De aprobarse, Bolivia no sólo será el país con el mayor estándar de derechos indígenas reconocidos en el mundo. También pondrá fin a un sistema de dominación colonial que por siglos se mantuvo inalterable y afectó por igual a indígenas, campesinos y obreros en el país altiplánico.

LOS ORÍGENES

De raigambre sindical campesina, las bases del MAS son sindicatos cocaleros y de colonizadores del Trópico de Cochabamba. El propio Morales, aymara originario de Oruro en la zona andina, se formó políticamente en los sindicatos de Cochabamba, situación que años más tarde usarían sus detractores para confrontar su imagen con otro aymara de renombre, Felipe Quispe Huanca, ex lider del Ejército Guerrillero Tupak Katari (ERTK) y quien –contrario a Morales- reivindica sin medias tintas la reconstrucción del Kollasuyo (parte sur del imperio Inca) y el desmantelamiento de Bolivia como estado-nacional.

Pero entre el indianismo radical de Quispe y el pragmatismo sindical de Morales, los bolivianos prefirieron a éste. Pablo Stefanoni, periodista y cientista político argentino radicado en La Paz, comenta que “si fue Morales y no Quispe quien accedió al lugar de primer presidente indígena de Bolivia fue precisamente porque logró articular un proyecto nacional inclusivo, multicultural, frente a una perspectiva aymaracéntrica de Quispe”.

“La reivindicación indigenista del actual presidente –agrega Stefanoni- se distancia notablemente del indianismo radical aymara. Se parece más a la denuncia del apartheid sudafricano realizada por el líder negro Nelson Mandela, caracterizadas por demandas de inclusión, reconocimiento y posibilidades de acceso al poder de una mayoría nacional segregada por motivaciones étnicas”.

Pese a su origen sindical, desde el triunfo del MAS en las elecciones generales de diciembre de 2005, cada día cobra mayor fuerza en el discurso y la gestión de Evo la valoración del mundo indígena, sus postergadas reivindicaciones y sobre todo sus símbolos.

“En Bolivia, si no resolvemos el problema indígena, jamás vamos a resolver el problema social, cultural, económico y político de Bolivia en su conjunto”, señaló el propio Morales en las ruinas sagradas de Tiwanacu, capital de una cultura pre-incaica y centro espiritual de los aymaras, al conmemorar, el 12 de octubre de 2007, “la lucha histórica de los pueblos originarios del mundo”. Pieza clave en esta “indigenización” del proyecto campesino-sindical del MAS ha sido Alvaro García Linera, vicepresidente y la “cara blanca” del gobierno.

Destacado intelectual marxista, matemático, sociólogo, ex guerrillero del Ejército Revolucionario Tupaj Katari, donde compartió trincheras y cárcel con Felipe Quispe, García Linera es considerado por muchos el ideólogo tras la “Revolución indígena” que lidera Morales. De suaves modales, hablar pausado y estampa de académico, rechaza sin embargo ser el “cerebro” tras el trono y asume su condición de “compañero de ruta” de Morales. No obstante, es considerado uno de los precursores de la teorización del indigenismo boliviano moderno. Quizás por ello encabezó desde Palacio Quemado la Asamblea Constituyente a través del cual se busca “refundar” un estado que jamás contempló  la “cara indígena” de Bolivia en su diseño original.

“Bolivia es un estado plurinacional y reconocer esta realidad es un deber de la democracia. Nuestra realidad plurinacional es un aporte a las definiciones de Estado, rompe con la lectura napoleónica de que toda nación tiene un Estado y aquí definimos que somos un Estado con muchas naciones, donde todos tenemos un espacio común, pero también existen particularidades donde se les reconoce su historia, su aporte, su identidad y su contribución”, señala García Linera.

DERECHA ANTIDEMOCRÁTICA

Esta refundación del Estado no ha estado exenta de dificultades. Por estos días, las posiciones parecen radicalizarse al extremo. García Linera no tiene dudas de los responsables de este escenario de confrontación social. “Es la derecha conservadora y antidemocrática quién está cerrando los espacios a los escenarios pacíficos de resolución de estos temas”, subraya. Y destaca una vez más la importancia del diálogo político y el rol de la Asamblea Constituyente. “La Asamblea Constituyente fue propuesta como lugar democrático de ensamblaje de intereses del país. Fue un escenario conflictivo, pero donde primó el diálogo político. Fue, a su modo, el reconocimiento de las fuerzas emergentes al derecho de las fuerzas replegantes a sentarse sobre la mesa e incorporar sus derechos y puntos de vistas en el horizonte del país”.

Aquella derecha conservadora y antidemocrática se atrinchera en el departamento de Santa Cruz, en el otro extremo de la Bolivia, en el oriente, a exactos mil kilómetros de La Paz. Santa Cruz es la zona más rica de Bolivia y –según el mito que sus propios habitantes han construido- mayoritariamente blanca. Es la “otra Bolivia”, aquella que reconoció representar Gabriela Oviedo, miss Bolivia 2004 ante el concurso Miss Universo, cuando a la pregunta “¿Cuál es uno de los conceptos erróneos más grande de tu país?”, la “miss” sin rubor en la cara contestó: “Um… desafortunadamente, la gente que no conoce mucho sobre Bolivia piensa que todos somos indios del lado oeste del país. Es La Paz la imagen que refleja eso, esa gente pobre y gente de baja estatura y gente india… Yo soy del el otro lado del país, del lado este, que no es frío, es muy caliente, nosotros somos altos y somos gente blanca y sabemos inglés”.

Desde la asunción de Morales, para torpedear sus planes de refundación estatal y aquel indigenismo que los grupos de poder en oriente detestan, Santa Cruz levanta con fuerza la bandera de la autonomía administrativa y política, acusando al gobierno del MAS de centralista e incluso aymaracéntrico. Desde La Paz, por su parte, acusan a los santacruceños de separatistas y de aliarse con las empresas transnacionales. “Es simplemente la ‘hermana linda’ que quiere irse de casa sólo porque tiene más plata que los otros ocho hijos que tuvo mamá Bolivia”, resume el periodista Pablo Ortíz, de revista Surcos. Históricamente Santa Cruz mantuvo poco y nada de comunicación con los otros departamentos del país, en su mayoría sumidos en la pobreza. Este mes los ocho hermanos se verán las caras en el referendum para aprobar o rechazar la nueva Constitución, “una jornada histórica”, según pronostica desde ya García Linera.


HIJO DE LA COCA

“En la época de la Colonia dominaban los reyes, el clero. En los últimos años, dominó la oligarquía. Con la nueva Constitución de Bolivia queremos construir el poder del pueblo”, subrayó Evo Morales al finalizar el proceso constituyente. “A nosotros no nos dieron de regalo la democracia. Sobre todo a los pueblos indígenas y campesinos, costó lucha, sangre, muertos, costó mutilados. Pero la democracia que tenemos en Bolivia es aún neoliberal, sigue siendo sólo para una minoría. Por ello nuestro objetivo como gobierno es transformar esta democracia excluyente en verdadera expresión de la voluntad popular, en verdadera expresión de la soberanía de nuestros pueblos”, agregó el primer mandatario en un acto público realizado en el Chapare, zona cocalera por excelencia que el año 1981 lo vio nacer a la vida política como “secretario de deportes” de un pequeño sindicato local.

“El deporte funcionó como la carta de presentación de Evo entre tantos migrantes andinos que buscaban reconstruir sus vidas con el cultivo tradicional de la coca”, subraya el periodista Pablo Stefanoni. Y su ascenso fue vertiginoso. El año 1985 era elegido secretario general de su sindicato y tres años más tarde secretario general de la Federación del Trópico. Diez años de trabajo y de lucha frente a organismos policiales y militares que bajo instrucciones del Departamento Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA) buscaban erradicar los cultivos de coca en el Chapare, catapultaron a Evo Morales a presidente de las poderosas seis federaciones cocaleras y, un año más tarde, a obtener una banca en el Congreso con el 70% de las preferencias. De allí sería expulsado un 22 de enero de 2003 tras una sucia maniobra de la clase política. Un 22 de enero, pero de 2006, regresaría para ser investido Presidente de la Nación.

Habitado antiguamente por indígenas del pueblo yuracarés, el Chapare ha sido en el último siglo escenario de importantes procesos de colonización, dirigidos por el estado o espontáneos. Así llegó Evo Morales a la zona siendo un adolescente y así llegaron a su vez gran parte de los miles de aymaras del altiplano, hoy miembros de aquellos sindicatos que desde los años 60 han debido enfrentar las sangrientas políticas gubernamentales antidrogas. Fueron estas luchas entre militares y los sindicatos los que posibilitaron el surgimiento de uno de los movimientos sociales más poderosos del cono sur. De esta lucha emergería el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos, IPSP, antecesor del MAS.

Por Pedro Cayuqueo

+ INFO:
www.laconstituyente.org

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