Desierto, salitreras, observatorios y playas de ensueño

Conforme se sube de la costa al desierto, no tarda en hacerse presente el pasado salitrero

Por mauriciomorales

03/02/2015

Publicado en

Chile / Regiones

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Conforme se sube de la costa al desierto, no tarda en hacerse presente el pasado salitrero. Hoy, sólo en la localidad de María Elena, se recrean los mejores tiempos de la explotación del llamado “oro blanco”, el resto de los antiguos yacimientos muestra las heridas del abandono en las ruinas de las que fueron centros de la pampa salitrera.
Antiguos cementerios abandonados son testimonio de los pueblos que generó el salitre en el desierto. Camposantos silenciosos, sometidos a los vaivenes de las dunas, muestran típicas lápidas costumbristas.

Rumbo a Taltal

taltal
Taltal es una pequeña ciudad costera entre Antofagasta, a 211 kilómetros al norte, y Chañaral y Diego de Almagro, 137 kilómetros al sur. Por el oeste, el océano Pacífico es una postal de playas que se abren al azul acerado de las aguas saladas.
Los nativos de la zona remarcan la tranquilidad y limpieza urbana de Taltal, no poca cosa en tiempos de un mundo convulsionado.
La ciudad tiene fisonomía de pueblo antiguo, prolijo, cuyo pulso vital es la amplia y pulcra plaza, centro de reunión de vecinos y actos recreativos. Es la Plaza de Armas, creada por los ingleses y a cuyo frente se encuentra la iglesia San Francisco Javier, originalmente de madera de pino oregón y estilo gótico alemán.
En 2007 un incendio la consumió y en 2011 se puso la piedra basal del nuevo templo. El nuevo edificio respetó la tipología original de líneas sencillas pero con materiales más seguros.
No muy distante, la Plaza de la Cultura se erige en lo que fue Estación del Ferrocarril salitrero. La gran protagonista del lugar es la locomotora Kitson Meyer Nº 59, la última que corrió por los rieles salitreros de Taltal y que en 1979 se protegió como Monumento Histórico.
El ferrocarril tuvo tanta influencia en el desarrollo de ciudades y pueblos de la región, que en Taltal se conservan como tesoros 15 viviendas de ferroviarios de 1886, amparadas hoy por la designación de Monumento Nacional. Todas construidas en pino oregón, tienen un clásico estilo inglés con elementos georgianos.
El impulso cultural de Taltal se concentra en la Biblioteca, el museo y el Teatro Alhambra, pero no hay que pasar por alto que uno de sus mejores atributos es la gastronomía temática, en la que se ufana de tener el mejor congrio de Chile.
Uno de los sitios recomendados para paladearlo es el restaurante del Club Social, que data de 1893 y que fue reducto exclusivo de los ingleses afincados en la época del auge del salitre.

El ojo más grande en el cielo

Observatorio paranal
“En la altura comer poquito, tomar nadita y dormir solito”, reza un dicho aimara.
A 110 kilómetros al norte de Taltal, por la ruta semicostera, se encuentra el Observatorio astronómico-óptico Paranal, administrado por la European Southern Observatory (ESO). Está sobre el cerro Paranal, en el desierto de Atacama y a 2.600 metros de altura.
En 1963 Chile firmó el primer acuerdo con ESO, organización astronómica intergubernamental que tiene el respaldo de 15 países. Esa negociación permitió emplazar el observatorio astronómico para aprovechar esos cielos límpidos.
Cada sábado, con entrada gratuita y previa reserva, el Observatorio Paranal recibe contingentes de visitantes. Tiene cuatro poderosos telescopios que bautizaron con nombres mapuches, Antú (Sol); Kuyén (Luna); Yepún (Venus), y Melipal (Cruz del Sur), y otros cuatro telescopios auxiliares.
En los terrenos donados por Chile (72.500 hectáreas) se encuentra un colosal complejo donde hay edificios de control y de mantenimiento y una residencia (ECO Hotel) donde se aloja el personal científico. Esa infraestructura parece escapada de una película de ciencia ficción. En el medio de la montaña, con buena parte de la estructura subterránea, se encuentra un oasis con jardines, gimnasio, piscina y restaurante.

Sabor a mar

Hornitos
A 80 kilómetros al norte de Antofagasta está Hornitos, caleta de finas arenas que se extienden entre las templadas aguas y los acantilados rocosos costeros.
Una sola calle cruza el balneario de sur a norte, en un pequeño pueblo de unas 300 casas de veraneo.
Un oleaje sereno invita a disfrutar del mar mientras se observa a parapentistas que aprovechan las corrientes de viento de los acantilados y pintan de colores la escena. Lo único reprochable, en esa armonía de naturaleza viva, es la presencia de cuadriciclos que alteran paisaje, tranquilidad y ecosistema.

Mejillones

A 35 kilómetros al sur de Hornitos está Mejillones, ciudad de entre 15 mil y 20 mil habitantes. La avenida Alicante es la columna vertebral urbana que sorprende con las esculturas de todos los personajes del popular cómic chileno Condorito.
Mejillones es costera y fue hábitat de aborígenes del litoral. El presente la encuentra en expansión sobre la extensa bahía de playas, besada por aguas cálidas, una tentación a la práctica de deportes náuticos.
En Punta de Rieles, sobre la península, en la costa o dentro del mar, Juan Menares Henríquez, desde la hondura de sus ojos claros, hace paseos de pesca deportiva, conduce excursiones de buceo que descorren el velo de las maravillas marinas y guía en lancha hacia las reservas, donde según las estaciones, agrupa a lobos marinos, pingüinos, ballenas jorobadas y delfines nariz de botella, entre poblaciones de aves.

Fuente: La Voz

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