Geraldina Colotti: Un tiburón acecha Venezuela

Elliott Abrams recordó que en los últimos meses Washington ha centrado sus esfuerzos en hacer cumplir sanciones al comercio petrolero y aislar a Caracas, especialmente en la industria marítima

Por: Geraldina Colotti / Semanario Cuatro F

El presidente Nicolás Maduro denunció las amenazas de Elliott Abrams con respecto al financiamiento de una campaña mediática sin precedentes contra la Revolución Bolivariana. El representante especial de Donald Ttrump para Venezuela, que devastó América Latina primero con Ronald Reagan en la década de 1980, y luego con George W. Bush a principios de la década de 2000, prometió involucrar a radios, televisiones y redes sociales.

Se trata de una campaña que ya existe, que actúa permanentemente a través de «AP, Reuters, Bloomberg, Euronews, etc.», dijo el presidente venezolano. Una estrategia generalizada que «utiliza grupos de mercenarios en las redes sociales a través de páginas, portales, cuentas en las que a diario se alimentan ruidos, rumores, se organizan campañas; e imagínense lo que sucederá ahora que hasta lo anuncian». Sin embargo, dijo Maduro, la verdad de Venezuela es potente y supera todas las manipulaciones de Elliott Abrams.

Un poderoso sistema de medios se encarga de silenciar las noticias que muestran el éxito del modelo bolivariano, tanto contra la pandemia como contra la guerra económico-financiera organizada por el imperialismo estadounidense y sus subordinados de la UE. Se habla de Venezuela solo para falsificar los números o para predecir desastres, respaldando la construcción virtual del «autoproclamado» Juan Guaidó.

La estrategia es la enunciada por el Comando Sur en el manual ‘Guerra total en tiempos de globalización‘. El objetivo es siempre el mismo: socavar la confianza del pueblo para que derroque al Gobierno y evitar el apoyo de los movimientos internacionales.

Por esta razón, después de la Segunda Guerra Mundial, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) lideró la batalla también en el terreno de las ideas. Allen Dulles, quien fundó y dirigió la CIA durante ocho años, de 1953 a 1961, lo explicó en su libro ‘El arte de la Inteligencia‘: «El objetivo final de la estrategia a escala planetaria es derrotar a nivel de ideas las alternativas a nuestro dominio, a través del desgaste y la persuasión, la manipulación del inconsciente, la usurpación de la imaginación colectiva y la recolonización de utopías redentoras y libertarias, para empaquetar un producto paradójico e inquietante: que las víctimas llegan a comprender y compartir la lógica de sus verdugos».

Desde entonces, la CIA ha comenzado a capacitar a sus agentes, que hoy ya son reclutados al finalizar la escuela secundaria en todas partes del planeta. De esta forma, el pulpo se ramifica directamente en universidades, fundaciones, centros de investigación, grandes instituciones y oficinas editoriales. Las campañas de intoxicación y manipulación psicológica, siempre utilizadas en guerras, asumen un nivel más insidioso, consustancial con las guerras híbridas, las guerras de cuarta y quinta generación.

La crisis de la institución y los conflictos de poder que la atraviesan, incluso con la administración Trump, no significa que la filosofía subyacente de la CIA, reflejada en las líneas del Comando Sur, no continúe siendo funcional para la perpetuación de la guerra asimétrica. El discurso de Trump a los opositores cubanos, venezolanos y nicaragüenses de Florida lo dejó claro una vez más.

No es sorprendente que al ir a una de las zonas más afectadas por el coronavirus, Trump organizase una reunión en la sede del Comando Sur, que se encuentra a unos 3 km de su club de golf. «Lucharemos por Venezuela y por nuestros amigos en Cuba – dijo al alto mando de las Fuerzas Armadas – Ustedes saben que lo estamos haciendo, como en muchos otros lugares… Pero a Cuba y Venezuela los mantenemos perfectamente bajo control«. ¿Cómo? Mientras tanto, bloqueando las «líneas de financiamiento para el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro, y a través de la operación de vigilancia en el Caribe del Comando Sur».

Declaraciones seguidas inmediatamente por las principales corporaciones mediáticas, que han publicado artículos sobre amenazas a las compañías que aún se atreven a comerciar con Venezuela, y al Gobierno iraní que no se ha dejado intimidar, tal como India está tratando de hacerlo ahora. Las plataformas web de la oposición venezolana han acompañado los artículos con fotos de buques de guerra estadounidenses frente a la costa venezolana, lo que indica que el bloqueo naval estaría cerca.

Sin lugar a dudas, dijo Elliott Abrams a Reuters, en los últimos meses Washington ha centrado sus esfuerzos en hacer cumplir las sanciones al comercio petrolero y aislar a Caracas, especialmente en la industria marítima. “Verán, prometió, que la mayoría de los armadores y capitanes se alejarán de Venezuela. Simplemente porque el riesgo no vale la pena».

Para esto, Estados Unidos está presionando a las compañías navieras, compañías de seguros y aquellas que tienen que catalogar los barcos por normas de seguridad o medioambientales. Y grandes marcas de Londres, como Lloyd’s Register (LR), afirman haber retirado sus servicios a 8 petroleros que comerciaban con Venezuela.

Acompañar esta estrategia de estrangulamiento económico con un ataque mediático es esencial; enmascararlo demonizando al Gobierno Bolivariano para evitar despertar la misma indignación causada por la rodilla del policía blanco en el cuello del afrodescendiente George Floyd. Engañar la reflexión del lector con distorsiones y superposiciones es parte de la estrategia para «empaquetar un producto paradójico e inquietante» del que Dulles habló en su momento.

Tomemos solo tres ejemplos. Una supuesta «primicia» de una flota de automóviles de lujo de Estados Unidos está circulando, dirigida, según una «periodista» modelo CIA, a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Pero, ¿cómo llegarían a Venezuela con las sanciones de Trump? ¿Y por qué el propio Trump daría facilidades al Gobierno Bolivariano si lo quiere destruir? No tiene sentido, pero funciona. Es parte del ataque mediático llevado a una de las piedras angulares de la Revolución Bolivariana, la unión cívico-militar. Para hacer esto, se necesita otra presunta «experta» en asuntos militares, que habla de conflictos mortales entre Maduro y el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, especulando con este fin también sobre el contagio por COVID-19 del querido capitán.

Mientras tanto, las imágenes del «autoproclamado» rodeado de algunos uniformes se difunden internacionalmente, para ilustrar la proclama de «39 exoficiales» que han decidido traicionar a la bandera y la Constitución, y que respaldan al virtual «presidente interino».

El tercer ejemplo se refiere a una noticia publicada por Reuters acerca de otra estafa puesta en marcha por Guaidó contra el pueblo venezolano. Esta es el contrato de US $ 1,25 millones celebrado con dos firmas financieras de Estados Unidos: BRV Disbursement y BRV Administrator, para «la administración de fondos en el extranjero».

Aunque se sabe que el autoproclamado solo puede «legislar» desde su condominio, que no tiene mandato para administrar fondos, y que el único Parlamento, aunque «en desacato», es el presidido por el diputado que aceptó el diálogo con el gobierno, Luis Parra, Reuters escribe: «El Parlamento venezolano, de mayoría opositora, aprobó el 9 de julio la decisión de contratar a dos firmas en los Estados Unidos que se encargarán de administrar los fondos en el extranjero que están bajo control del jefe del Congreso y líder de la oposición, Juan Guaidó».

Para sesgar más, la nota se ilustra con la imagen del hemiciclo de la Asamblea Nacional, que el autoproclamado decidió abandonar junto con su pandilla. Agreguen las fotos de los líderes golpistas, y la trampa está lista: la realidad de la política venezolana desaparece, para dar paso al circo virtual, respaldado por instituciones internacionales, como sucedió con el Parlamento Europeo.

Después de las revelaciones contenidas en el libro de su exasesor de Seguridad nacional, John Bolton, Trump reiteró la opinión negativa sobre Guaidó, alegando que quiere centrarse en alguien que tenga «mayor apoyo popular». Pero, aunque tendrá que esperar mucho tiempo por el apoyo popular, ciertamente no le faltarán candidatos para esperar sus migajas.

Hace unos días, se publicó en los medios un comunicado de prensa, no por la oposición moderada que acepta el diálogo con el gobierno de Maduro, sino por los peores extremistas del círculo de Guaidó, como Antonio Ledezma, María Corina Machado, Diego Arria, que le piden que explique dónde está el dinero recibido, y lo acusan de falta de transparencia en la gestión de las cuentas.

¿Y cómo podemos olvidar ese audio filtrado en el que la administración de Estados Unidos se quejó del número desproporcionado de candidatos a la presidencia que estaban en la oposición venezolana, listos para reemplazar a Maduro?

Bolton revela en su libro que Trump considera a Venezuela una especie de protectorado norteamericano y que estima una invasión armada «agradable». Piensa como empresario, y en este sentido también se comprende su intención de «vender» a Puerto Rico, expresada después del devastador huracán María de 2017, que causó 2.982 muertes y más de $ 90 mil millones en daños. La entonces secretaria interina de seguridad nacional, Elaine Duke, se lo reveló a The New York Times.

«Algo sucederá con Venezuela, eso es todo lo que puedo decirle, algo sucederá con Venezuela», dijo Trump en una entrevista con Noticias Telemundo. En respuesta, llegó la declaración de la FANB, por boca del ministro de Defensa, Vladimir Padrino López. Refiriéndose al discurso de Trump ante el Comando Sur, Padrino lo llamó una «puesta en escena electoral», un acto de la campaña de Trump antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, en las que está claramente en desventaja en comparación con el demócrata Joe Biden.

Florida se encuentra entre los estados que aún no han manifestado una orientación electoral definitiva, y Trump quiere responder a la acusación de Biden de haber creado un vacío de liderazgo en América Latina, permitiendo que China y Rusia ocupen espacio.

Las proporciones de la crisis económica pospandemia, combinada con el mal manejo del coronavirus que también ha causado descontento en las Fuerzas Armadas, y el impacto causado por el asesinato de George Floyd, nos llevan a pensar que el deslucido Biden puede ganarle al magnate.

Por esta razón también, con su temperamento de vaivén que lo caracteriza, Trump mueve el timón de un lado a otro, pero manteniéndose siempre en rumbo al dinero y los intereses económicos. En este sentido, debe leerse la reunión entre el presidente estadounidense y su homólogo mexicano, el progresista Andrés Manuel López Obrador. En México, Trump se ocupó de los negocios y se reunió con un grupo de empresarios mexicanos, incluido Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo.

Considerando las pocas diferencias que hay, en cuanto a política exterior, entre demócratas y republicanos, Trump está tratando de ser confiable en vista a las elecciones, prometiendo una mayor estabilidad en las fronteras. Con esta reunión, también se lanzó el acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá, una versión ligeramente modificada del pacto de libre comercio que Trump no acogió con satisfacción, y que las organizaciones populares tampoco ven favorablemente.

AMLO ha facilitado a Trump al acordar el envío de tropas a la frontera para bloquear a los migrantes con destino a Estados Unidos, al dar otro espacio de maniobra a los militares, tradicionalmente subordinados a la doctrina norteamericana, y al dejar prácticamente intactos los intereses del gran capital. Ahora, ha permitido que el cowboy del Pentágono desvíe la atención de la pandemia y las fallas internas, y presente la primera reunión internacional que organizó AMLO como una victoria.

The Economist señala que Biden, si gana, puede recordar que en 2012, cuando visitó México como vicepresidente, se reunió con los tres candidatos a la presidencia, incluido AMLO. En cualquier caso, se sabe que los demócratas, aunque diverjan de la administración Trump en muchos puntos, no rechazan su línea dura en el tema del comercio. Además de los muros y el dinero, todavía existe la palabra de los pueblos que pueden decidir izar su bandera.

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