Refugiados sirios en Líbano: un invierno más lejos de casa

Fadia coloca con equilibrio la lona plástica doblada sobre su hombro para que no caiga

Por Arturo Ledezma

03/01/2015

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Fadia coloca con equilibrio la lona plástica doblada sobre su hombro para que no caiga. La mujer carga con el brazo derecho a su pequeña de un año y camina con cierta inseguridad hacia la carpa en la que vive mientras sus sandalias de goma se hunden en el barro.

Fadia proviene del noroeste de Siria y ha estado viviendo junto a una treintena de familias en uno de los asentamientos informales que los refugiados sirios han levantado en el Valle de Bekaa, Líbano, tras huir de la guerra en su país. Este es el tercer invierno de Fadia en Bounday, un pequeño pueblo ubicado entre cultivos de tabaco y a una altitud de 1.000 metros. Los dos años anteriores, Fadia y sus dos hijos compartieron la carpa con otra familia vecina. Sin recursos y con un marido todavía en Siria, la mujer no podía asumir todo el gasto.

El verano pasado, con la ayuda de organizaciones humanitarias, Fadia erigió unos postes de madera y los cubrió con un plástico. Pero con la llegada del invierno, no es suficiente para mantener seca la tienda. «La lona que hemos recibido hoy nos ayudará a mejorar  la carpa, por el bien de mis hijos», afirma de pie frente a su pequeño refugio, con  los dos pequeños s aferrándose a su vestido y con las montañas nevadas al fondo.

660.000 refugiados necesitan ayuda en el Valle de Bekaa

Abu and Um Ali and their children, refugees from Syria, stand in front of their shelter in Lebanon’s Bekaa valley. Photo: Yasmine Chawaf/Oxfam

Oxfam está distribuyendo tres lonas de plástico, de 4X5 metros, para cada una de las 97 familias que se encuentran en Bouday. De ese modo, éstas pueden reforzar y sellar su refugio ante el frío y la lluvia. Para este invierno, más de 1.100 familias recibirán estos toldos en el Valle de la Bekaa. En total, el ACNUR estima que unos 660.000 refugiados en Líbano necesitan  asistencia durante el invierno. Por ello, la agencia de la ONU y sus socios distribuyen lonas de plástico, mantas, estufas y vales de combustible a los más vulnerables.

En Jabaa, otro asentamiento que acoge a unos 180 refugiados en 26 tiendas de campaña, Um Ali, de 34 años, está esperando el nacimiento de su duodécimo hijo. La tienda en la que vive con  su familia también se encuentra en mitad de tierras cultivables que se vuelven lodo con las primeras lluvias.

«En Siria tenía una lavadora. Ahora todo lo lavo a mano; pero con este barro es difícil mantener algo limpio, » señala Um, que descansa en el suelo, sobre la alfombra y recostada en un cojín. Junto a un poco de ropa para los niños, fue lo único que su esposo Abu Ali, de 43 años, logró llevar consigo tras salir de Siria.

Ante la falta de letrinas adecuadas, los refugiados tienen que improvisar otras que se estropean con facilidad cuando llueve. De todos modos, Oxfam construyó 13 nuevas que pronto estarán en funcionamiento en Jabaa.

La ayuda alimentaria es vital

Salwa, 35, and her son Abboudi, 11 months, wait to receive plastic sheets in Bouday, Lebanon. Photo: Joelle Bassoul/Oxfam

Hace unas semanas, mientras los refugiados veían llegar con inquietud el invierno al valle, tuvieron que hacer frente también a la posibilidad de ver reducidos sus alimentos, y por tanto calorías, cuando el Programa Mundial de Alimentos (PMA) anunció que recortaría el número de  cupones de comida para los refugiados sirios en el Líbano. «Estos vales nos permitieron comprar arroz, té y azúcar para toda la familia», dice Abu Ali. Las bebidas calientes y azucaradas son un elemento básico en la época de invierno, especialmente si el desayuno es difícil de conseguir.

Antes de anunciar la reanudación de su distribución de ayuda gracias a las donaciones de Gobiernos e instituciones privadas, el PMA advirtió de que la suspensión de los vales de comida «pondría en peligro la seguridad alimentaria de las personas afectadas» y que les obligaría «a recurrir a estrategias de supervivencia negativas, tales como la reducción del número de comidas al día, préstamo de dinero o el uso de los ahorros, optar por empleos informales, a menudo de explotación, y retirar a los niños de la escuela para ayudar a generar ingresos adicionales «.

«En Siria, tenía un coche y algunas cabras. Lo vendí todo antes de salir del país y desde entonces hemos  gastado todo el dinero en el Líbano. Sin la ayuda humanitaria, no sé cómo podríamos sobrevivir «, añadió Abu Ali.

* Nombre ficticio

** Los refugiados sirios deben pagar un alquiler por la tierra en la que levantan sus tiendas y refugios. Líbano no tiene “campos ofíciales” y las personas que huyen de siria deben pagar por el lugar en el que viven, ya sean viviendas, refugios colectivos, tiendas, garajes o locales comerciales en desuso.

via Oxfam

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