Shekere, el particular instrumento hecho de calabaza que pone a bailar a un barrio de Caracas

En la parroquia de San Agustín el músico y percusionista venezolano, Richard Parada, enseñó por primera vez en un taller cómo elaborar y tocar ese instrumento de percusión de sonido envolvente.

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El rescate en Venezuela de la semilla de un fruto que se empezó a usar en África para elaborar el shekere, un instrumento de percusión, es el comienzo de esta historia que suena y se agita en San Agustín, un barrio popular de Caracas, bastión de la cultura afrovenezolana en la capital de país.


El músico percusionista venezolano Richard Parada, sentado en una de las mesitas ubicadas las afueras del Teatro Alameda, lugar emblemático de la parroquia caraqueña, le cuenta a Nathali Gómez de RT sobre su taller llamado ‘La siembra del shekere’, el primero de este tipo que se realiza de manera formal en el país.

«Este taller ha sido hermoso porque en menos de un mes he visto una cantidad de shekeres que en años no veía», afirma orgulloso Parada. Para poder aprender y practicar, cada alumno tuvo que elaborar o conseguir su instrumento, cuya materia prima escasea en la capital.

El percusionista Richard Parada dicta taller de shekere en San Agustín, Caracas Foto: Jacobo Méndez

Después de tres meses, el primer ciclo de esta actividad educativa y musical culminó y, ante la demanda y receptividad que tuvo, se espera que en 2022 se abra un nivel avanzado y un nuevo básico.

«Están enamorados del instrumento, tanto que hoy van a recibir un certificado«, dice el músico intérprete de varios géneros musicales que formó parte de la agrupación Palmeras Kaníbales.

El rescate del shekere

Cuando Parada habla del rescate del shekere va al origen. Recuerda que una de sus alumnas llegó con el fruto de una camaza (una planta curcubitácea trepadora) que le regalaron. «Me dijo que no sonaba y, al voltearla, tenía semillas que sembré en mi casa». Espera que en unos meses la planta pueda dar pequeñas calabazas que podrían dar vida a nuevos shekeres.

Según afirma, años atrás «se veía en todos lados» esta hierba, pero poco a poco fue desapareciendo y por ello se plantea rescatarla y enseñar a interpretar el instrumento que se elabora a partir de su fruto.

«El taller va más allá del solo tocar porque nosotros conocemos, queremos y defendemos al shekere«, agrega.

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Taller de shekere en San Agustín, Caracas Foto: Nathali Gómez

Para este fin se está gestando una red entre los talleristas «que va a ser la flecha para el verdadero rescate de ese instrumento, que es enseñar a los niños en comunidades, en barrios, en urbanizaciones y en las escuelas».


¿Que es el shekere? 

El shekere es un instrumento de percusión idiófono (donde el sonido se produce por la vibración de su propio cuerpo) que se originó en África occidental. Era utilizado por las mujeres para marcar el ritmo en diversas tareas.

Se fabrica utilizando el fruto de una planta rastrera de la familia de las cucurbitáceas, que es similar a la calabaza o auyama, cuando se encuentra más robusto.

«El shekere es un instrumento mágico religioso ancestral y su raíz es africana, principalmente«, afirma Parada. En ese continente se le puede encontrar en países como Nigeria, Togo, Ghana, Benin y Sierra Leona donde puede ser conocido como lilolo, axatse, agbe, entre otros nombres.

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Varios sherekes Foto: Nathali Gómez

Debido a la trata esclavista, este instrumento llegó a América y al Caribe, principalmente a países como Cuba, Brasil, Haití y Jamaica. A Venezuela fue traído posteriormente, por medio de la religión afrocubana, y no guarda relación con los tambores afrovenezolanos, que también son de origen africano.

El shekere además es utilizado por quienes practican la santería cubana y es el segundo en importancia después de los tambores de batá, —tres instrumentos con forma de reloj de arena, que van de mayor a menor, y que se usan para establecer comunicación en el ritual religioso— recoge el texto ‘El lenguaje de los tambores batá, dentro y fuera del ritual de santería’. 

Elaboración

La fabricación del shekere comienza desde la tierra porque su futuro cuerpo se reproduce a través de sus semillas. Cuando ya está formado el fruto se extrae de la planta, se le corta su extremo más estrecho, se saca la pulpa, se seca al sol y se pinta por dentro. Sus propias simientes podrán utilizarse nuevamente para plantar y garantizar su existencia.

Alrededor de la camaza se teje una red que llevará incrustadas semillas de parapara (de la planta sapindus saponaria), jabillo, peonías, entre otras. También se le pueden poner caracoles o cuentas de plástico o madera.

El orificio permite que el sonido del bajo que se produce en su interior pueda proyectarse, independientemente del tamaño.

Actualmente hay marcas de percusión reconocidas que hacen shekeres con fibra de vidrio y abalorios acrílicos. Esto le da otro tipo de sonido, según Parada.

Después de ver videos donde un músico brasileño hizo un shekere con un envase de plástico con capacidad para cinco litros, el percusionista venezolano lo emuló y llamó al nuevo objeto ‘potsheré’, que usa parte de la palabra pote, que es la forma de denominar en Venezuela a los recipientes. 

«Lo hice porque no se consiguen camazas y sirve para que la gente practique, para darle otro uso al pote y para que los niños puedan jugar con él sin temor a romperlo».

¿Cómo se toca el shekere?

El instrumento se puede agitar, así como se hace con las maracas, darle golpes con la mano o girarlo. No necesita afinación y su sonido también dependerá del tamaño y la calidad de la calabaza.

El agitar, afirma Parada, también es una manera de llamar a los ancestros en los rituales de la religión afrocubana.

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La persona que interpreta el instrumento puede estar sentada o parada, según sea su preferencia. Una mano va en el cuello del shekere y la otra en el fondo.

Parada asegura que la idea del taller es que los participantes aprendan a tocar el instrumento en cualquier género musical, como jazz, salsa, samba, tambores afrovenezolanos, ska, entre otros.

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