El Bullying que autodestruye: Esta es la experiencia de una joven que fue víctima de la violencia escolar

-"Piensas que no eres nada, que todo lo que haces y dices está mal. Es cuando te preguntas '¿por qué vivo?'", dijo la joven.

Por Ana Mourás

04/02/2016

Publicado en

Literatura / Salud / Sociedad

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Nidia Represa de 22 años, durante la adolescencia sufrió episodios de Bullying que le dejaron secuelas: alopecia (pérdida del cabello), fuertes dolencias de estómago, afecciones de garganta y alergias alimentarias.

Sin embargo, con el apoyo de sus seres queridos pudo salir adelante. En la actualidad Nidia estudia psicología y ya escribió su primer libro llamado “Bajo mi piel”, en el cual narra su historia de acuerdo a las características del Bullying escolar y cómo puede afectar la salud. De acuerdo a una entrevista realizada a Nidia por el medio de comunicación «ABC», estos son algunos extractos de su experiencia:

Todas las víctimas de acoso escolar sufrimos un proceso de autodestrucción, porque el acoso deja tan baja la autoestima que al final crees todo lo que te están diciendo y terminas por autodestruirte. Piensas que no eres nada, que todo lo que haces y dices está mal. Es cuando te preguntas “¿por qué vivo?”. Entonces te dices que a lo mejor no deberías estar aquí. Pero lo que más me dolió fue que los acosadores eran chicos que yo conocía desde muy pequeña y mis mejores amigos estaban detrás.

Me costó mucho superarlo. Primero porque yo no dije nada durante muchos años. No quería hacer daño a los demás. Fui año a año peor, las secuelas iban aumentando, me costaba más relacionarme… Y llegó un momento en que colapsé. En segundo de bachiller ya no pude más. Iba al Metro para ir a clase y me daban ataques de pánico pensando en los exámenes. Entonces hice un plan: no voy a clase, estudio por mi cuenta y haré los exámenes cuando lleguen. Además había empezado a hacer amigos pero me daba mucho miedo porque eso significaba que ellos me estaban conociendo más y yo me estaba volviendo más vulnerable. Intenté ocultarlo, pero mi madre lo descubrió. Lo peor es que yo no sentía, estaba hueca, vacía… Al llegar hasta el fondo me di cuenta de que me tenía que recomponer, y encontrarme a mí misma. Mi madre y mi psicóloga comenzaron a darme estrategias para ello. Poco a poco comencé a salir adelante.

A alguien que sufra de bullying le diría que no se calle, porque de lo que yo me arrepiento es de haberme callado durante tanto tiempos. Si lo hubiera dicho antes no hubiese llegado al límite. Ahora hay más alternativas, ayudas, opciones y recursos. Tiene que saber a quién decírselo, a sus padres, al tutor, a su prima, a su amigo… y que alguno busque ayuda.

Por Ana Mourás.
El Ciudadano

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