Lee aquí el desgarrador relato personal de una joven con anorexia

En el 2010 fue publicado un estudio psicológico, el cual arrojó que en Chile la anorexia ha aumentado un 97%, siendo las más afectadas las jóvenes de entre 10 y 19 años.

Por Ana Mourás

06/01/2016

Publicado en

Alimentación / Salud / Sociedad

0 0


El 7 de julio de 2015, fue publicado el desgarrador relato de una joven con anorexia por el periódico The Huffington Post. Dichas palabras, pueden ser útiles para afrontar esta problemática que te puede aquejar a ti, o a alguien de tus seres queridos.

A continuación, te dejamos con un fragmento de dicha historia de vida.

«Odio mentir, por eso al mentir a mi entorno, pero sobre todo al mentirme a mí misma, me odiaba más aún. Con anorexia no se miente por placer, se hace por necesidad, porque realmente uno siente que no le queda otra alternativa. No es una situación cómoda, es una situación de absoluta desesperación, de verdadero pánico. Sé que detrás de cada «estoy bien», sólo había un intento de protección de mi entorno, pero sobre todo un intento de proteger mi propio mundo, el que yo había creado en mi mente y en el cuál todo encajaba… Supongo que mentía por miedo a que si mi mundo se desmoronaba, yo me desmoronara con él y todo ello acabara conmigo. Sólo pensar que alguien pudiera descubrirlo me hacía sentir pánico, miedo, terror. Así que yo misma me creí mi «estoy bien», hasta el punto de estar totalmente convencida de que estaba bien o de que, al menos, no era para tanto.

Llegaron los problemas médicos digestivos (reales), y digamos que en cierto modo hasta «me vinieron bien» porque ahora ya no era decisión o culpa mía, sino que era algo completamente ajeno a mi, de lo que yo no era absolutamente responsable. Era algo involuntario e incontrolable, y todo ello me permitió, en cierto modo, liberarme de toda carga, culpa o responsabilidad; lo que fue aún peor porque cerró mi círculo perfecto de autoengaño y mentira, y es aquí cuando la cosa realmente se agravó y se desarrolló todo el problema. Yo me había acomodado en mi papel de enferma, cuando sabía que por muy real que fuera la enfermedad, mi verdadero problema era otro, pero ahora ya sí que las tenía todas conmigo. Me creía absolutamente todas y cada una de mis propias mentiras. Y ahora ya no era el «estoy bien», sino el «estoy bien pero harta de mis problemas digestivos». Y era cierto que tenía problemas digestivos y que estaba harta, muy harta; pero no estaba bien. Nada bien. En absoluto. Y ni yo misma era capaz de verlo, y mucho menos de reconocerlo.

Estoy actualmente luchando contra este brote con todas mis fuerzas, mi corazón y mi todo. Lo he aceptado abiertamente, y ya estoy en tratamiento, recibiendo ayuda psicológica experta y, sobre todo, recibiendo todo el amor y el cariño de mi familia. Además, a partir de este instante que lo he compartido abiertamente y sin censura, porque no tengo que avergonzarme de nada y soy guerrera y luchadora… es como si estuviéramos luchando todos juntos. Sé que no será fácil, ni rápido, ni exento de dolor… pero sé que hablando de ello, poniéndole palabras a mis emociones, y contando con el apoyo de todos los míos ya tengo mucho más de la mitad del camino recorrido.

Además, si ya lo superé una vez y era más jovencita e inmadura, ¿¡cómo no voy a vencer de nuevo!?
Estoy lista para luchar. Todo el amor y el cariño del mundo serán bien recibidos.

Yo, que me creía hermética, y he acabado abriéndome en canal».

Aquí, puedes leer la historia completa.

Por Francisca Arriagada.
El Ciudadano

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones