En la costa francesa de Albatre

Acantilados que inmortalizaron célebres pintores convertidos en lugares predilectos de suicidas

Más de una docena de personas al año se quita la vida en el paradisíaco lugar

Por Félix Eduardo Gutiérrez

22/10/2018

Publicado en

Sociedad

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Étretat y la Costa de Albatre son escenarios naturales tan espectaculares y majestuosos que han servido a decenas de artistas como verdadera inspiración.

Nombres de la talla de Claude Monet, Guy de Maupassant, Gustave Coubert, Eugène Boudin o Maurice Leblanc encontraron en estas costas un lugar mágico para crear obras que han pasado a la memoria colectiva de la humanidad.

Se sitúa en la zona norte de Francia, a tan solo unas 2 horas de París, justo al borde del Canal de la Mancha que separa con una lengua de agua al país galo de las islas británicas.

Cada año atrae a miles de visitantes, por su belleza cautivadora. El sonido de las olas es capaz de transportar al hombre a mundos oníricos de inmensas proporciones y belleza absoluta.

Este atractivo espacio natural, que enamora a más de un millón de visitantes al año, se ha convertido en los últimos tiempos en un sitio de alerta para las autoridades. Foto Web.

Este atractivo espacio natural, que enamora a más de un millón de visitantes al año, se ha convertido en los últimos tiempos en un sitio de alerta para las autoridades, por ser escogido por muchos individuos con instintos suicidas para acabar con su existencia.  Según cifras oficiales al menos uno por mes logra sus fines.

«La mayoría de las veces, estas personas vienen de muy lejos», confirma Pierre-Antoine Dumarquez, primer diputado y presidente de la oficina de turismo francesa, en entrevista para el diario francés Le Parisien. “Muchos provienen de París, pero también del norte, de Bélgica o incluso de Alemania…»

Mientras los visitantes observan fascinados los acantilados con cortes extraordinarios y promontorios de más de 70 metros que caen abruptamente en el mar, el sonido de las sirenas y del helicóptero de la Seguridad Civil es sinónimo de un mal presagio.

«Cuando los gendarmes pasan la puerta y nos presentan una foto, lo sabemos», resume Thierry Maison, propietario de New Windsor, un hotel familiar de diez habitaciones ubicado en la zona, que ha experimentado seis suicidios en veinte años entre sus huéspedes, incluidos dos en 2018.

Foto Web.

«Siempre nos preguntamos qué podríamos haber hecho o dicho para evitar ese desenlace. Hay señales que pueden alertar: una sola persona, que reserva una noche, con solo una bolsa de plástico como equipaje”, se lamenta Maison.

Las estadísticas que llevan las autoridades indican que entre 10 y 15 personas se suicidan cada año en los acantilados de Étretat, una tasa casi cien veces superior a la media nacional, a la que hay que sumar los numerosos intentos.

«Estos son siempre dramas», insiste Catherine Millet, alcaldesa local. Aun así, algunas personas te mueven incluso más que otras…».

Recordó los suicidios más sonados: el caso de una mujer que saltó, el día antes de Navidad de 2009 con su bebé de 20 meses en brazos; el de dos mujeres, madre e hija de 45 y 20 años, que se lanzaron juntas en enero de 2016; también el suicidio de Cyrille P., un rico hombre de negocios, cuyo cuerpo fue encontrado al pie de un acantilado en Bénouville, una ciudad vecina.

¿Por qué en Étretat? Se preguntan a menudo las autoridades y los familiares de los fallecidos. Manejar cientos de kilómetros o tomar un boleto de tren para venir y morir precisamente allí. La respuesta sigue siendo un misterio.

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