Guías de montaña: Fabricantes de recuerdos

Pierre Mathey: 25 años guiando aventureros

Por Félix Eduardo Gutiérrez

04/09/2019

Publicado en

Historia / Sociedad

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“Este es uno de los pocos trabajos en los que se arriesga la vida”, asegura el experimentado guía suizo


Suiza, con casi 50 cumbres de más de 4.000 metros de altura, es destino obligado para los amantes de la montaña y de la alta montaña. Impulsadas por el deseo de “conquistar la cima”, cada año miles de personas intentan escalar el Cervino o el Jungfrau. 

“Quienes no llegan a la cima a menudo hablan de fracaso. El único fracaso para mí es no volver a casa”, dijo Pierre Mathey, de 52 años, guía de montaña desde hace más de 25 años y secretario general de la Asociación Suiza de Guías de Montaña (ASGMEL), organización que agrupa a unos 1.500 guías de montaña titulados. 

En opinión de Mathey, los accidentes de montaña han disminuido si se toma en cuenta el número de personas que practican este deporte, tanto en verano como en invierno. Esta tendencia se observa en casi todos los países alpinos.

“Quienes no llegan a la cima a menudo hablan de fracaso. El único fracaso para mí es no volver a casa”, dijo Pierre Mathey, de 52 años, guía de montaña desde hace más de 25 años. Foto: Swissinfo.

“Francia es un caso especial –precisó el experto- Allí el número de accidentes siempre ha sido bastante elevado. Algo que probablemente se debe a la cultura del país, donde la búsqueda de adrenalina y experiencias fuertes es muy alta. Sin embargo, ese país está trabajando intensamente en formar guías para reducir el número de accidentes”, señaló en entrevista para el portal swissinfo.

Considera Pierre Mathey que hoy en día muere menos gente en la montaña, porque se cuenta con mejores equipos que antes para buscar víctimas de avalanchas. Pero eso no es todo. También han mejorado la información y la prevención.

“Estoy pensando en el boletín de avalanchas, por ejemplo. Suiza es el único país del mundo que publica dos boletines al día: uno por la mañana y otro por la tarde. Otro elemento importante es la formación de guías de montaña y la preparación de excursionistas aficionados, que a través de clubes alpinos pueden participar en cursos de perfeccionamiento”, agregó.

Comentó que siempre existe un error humano en el origen de un accidente, pero hablar de “error” no siempre es correcto. “Hay que aceptar cierto grado de imprevisibilidad cuando se va a la montaña. La montaña no está regulada y, a diferencia de una carretera, por ejemplo, no es un lugar que esté asegurado de continuo”.

“A menudo se dice que ‘la montaña ha matado a una persona’. Eso no es verdad. La montaña no mata. Claro que conlleva ciertos peligros objetivos como una grieta, un deslizamiento de tierra o una avalancha, pero somos nosotros los que nos ponemos en peligro cada vez que decidimos ir a la montaña. Nuestro papel como guía es gestionar y reducir este riesgo por el bien del cliente y el nuestro”.

Precisa este hombre apasionado de la montaña, que la mayoría de los accidentes ocurren durante el descenso. Por dos razones: Por un lado está la parte física: cuando escalas, vas en contra de la atracción de la tierra haciendo un esfuerzo físico que nos protege de las caídas. Al bajar, además de la gravedad que te empuja hacia abajo, la misma dinámica de la bajada favorece la caída. Por otro lado, hay una explicación humana: estamos cansados y distraídos, ya que hemos hecho un esfuerzo para llegar a la cima.

Los accidentes de montaña han disminuido si se toma en cuenta el número de personas que practican este deporte, tanto en verano como en invierno. Foto: Swissinfo.com.

A El Cervino se le considera la montaña más mortal del mundo. Han muerto más de 500 personas desde la primera ascensión en 1865. Además de ser una zona peligrosa es muy frecuentada, por ello, según Mathey, ocurren tantos accidentes.

Señaló que “3.000 personas escalan el Cervino cada año. En comparación, 20.000 en el Mont-Blanc. Hay muchos accidentes, pero no siempre son mortales. Por otro lado, el ascenso al Cervino presenta una dificultad especial: pasas por muchas crestas y un paso en falso casi siempre lleva a una caída fatal”.

Al referirse al accidente ocurrido en el Valais a finales de abril en el que murieron siete personas, entre ellas cinco alpinistas italianos, Pierre Mathey asegura que esta dolorosa experiencia dará pie para muchos aprendizajes.

“Durante tres años hemos intensificado el intercambio de información para aprender de los errores y accidentes. En el caso de la tragedia de Pigne d’Arolla, todavía es demasiado pronto para sacar conclusiones. Pero cuando sucede algo así, está claro que una serie de elementos no han funcionado. Se dieron una serie de eventos fortuitos y negativos. Es una tragedia”.

Algunos, sin embargo, señalaron al guía que acompañaba al grupo. En este caso particular, Mathey considera injusto hablar de error humano. “El guía tenía un grupo grande, pero eran personas con experiencia. Es difícil saber qué pasó. Tal vez en ese momento la naturaleza era demasiado fuerte para el guía”.

¿Cómo hacer deporte de montaña con total seguridad?

Hay una serie de elementos a tener en cuenta, indicó el experimentado guía. La formación técnica, la experiencia y sobre todo la capacidad de cuestionarse a uno mismo. Frente a la naturaleza, debemos ser humildes, porque siempre es más fuerte que nosotros.

Considera Pierre Mathey que hoy en día muere menos gente en la montaña, porque se cuenta con mejores equipos que antes para buscar víctimas de avalanchas. Pero eso no es todo. También han mejorado la información y la prevención. Foto: Swissinfo.com.

Expresiones como “hemos conquistado la cumbre” no me gustan. La naturaleza no puede ser derrotada. No vamos a la montaña para conquistar, sino para vivir una experiencia inolvidable, emociones. Por eso se dice, con razón, que los guías de montaña son fabricantes de recuerdos.

Al reflexionar sobre sus 25 años de práctica en esta profesión y los cambios que ha experimentado el oficio, afirmó que hoy los visitantes son más cambiantes, más internacionales. Varía a diario o cada dos días.

“Hubo un tiempo en que había más visitantes habituales. La gente regresaba o estaba con el guía varias semanas. También ha cambiado la relación con el visitante. En el pasado, el guía marcaba el camino y el cliente lo seguía. Hoy, la interacción es mucho más fuerte. El visitante está mejor informado y quiere participar y discutir, no solo sobre la montaña, sino en general».

En estas dos décadas y media reconoce haber vivido  situaciones críticas. “He pasado la noche bajo las estrellas. Pero, por suerte, nunca he tenido un accidente grave”.

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