Pablo Lorenzini, un falócrata impenitente, y Ricardo Ezzati, un pastor de vacas gordas
Las castas en el poder - políticas, empresariales o religiosas – están llegando al colmo del desprestigio ciudadano: nada bueno se puede surgir del derrumbe actual de las instituciones y de las élites gobernantes, resta, por consiguiente, sólo esperar que surja un fuerte y gran movimiento ciudadano, capaz de influir en el fin de la monarquía plutocrática y fundar la república, a través de una Asamblea Constituyente – por desgracia, idea aún lejana en el horizonte -.