Uno de los más grandes matemáticos de nuestra historia, que estableció las bases de la mecánica y enunció la ley de la gravitación universal, Isaac Newton (1643-1721) es también el artífice de la teoría que establece que el fin del mundo tendrá lugar 1.260 años después de la refundación del Sacro Imperio Romano llevada a cabo por Carlomagno.
Amante de la teología y la alquimia, el físico compuso unos manuscritos, remitidos a la Universidad Hebrea de Jerusalén como legado de un coleccionista, de los que se deduce que el mundo tocaría fin en el año 2.060 de nuestra era.
Antes de llegar a esta conclusión, Newton estudió las profecías bíblicas, y el ‘Libro de Daniel’ (del Antiguo Testamento), por lo que en realidad no habló de una fecha calculada con la ayuda de la ciencia, explica ‘El Confidencial’. «En una carta de 1704, conservada en la Universidad Hebrea de Israel se puede leer: ‘podría acabar después, pero no hay razón para pensar que pueda acabar antes'», publica el periódico. Entre las fechas arbitrarias que propuso Newton figuran también los años 2344, 2090, 2132 o 2374, pero ya que 2060 aparece más a menudo en sus archivos, esta última fecha ha ganado más fama.
Newton utilizó la Biblia para concretar la fecha, basándose en el citado pasaje histórico, recogido en el libro de Daniel. Los manuscritos se expusieron por primera vez al público en 2007. Incluyen detalles de los experimentos del matemático y se su interés por las profecías apocalípticas, presentes en la parte quizás menos conocida de su trabajo.