Clip | Hermanos temerarios pretenden ser magos de Harry Potter disparando fuegos artificiales entre ellos como si estuvieran luchando con varitas mágicas

La magia de los fuegos artificiales y su espectacularidad sonora y lumínica son atractivos difíciles de no seguir. sobretodo en las pasadas fiestas de fin de año donde los fuegos de artificio son uno de los elementos más populares a la hora de celebrar con fanfarria.

Sin embargo, al menos en nuestro país, su venta indiscriminada está completamente prohibida debido al alto riesgo que conlleva su utilización, pero siempre hay casos que nos hacen pensar acerca de si la humanidad realmente está evolucionando o simplemente nos hemos quedado pegados en la tontera eterna.

Al menos así lo hacen pensar dos hermanos que se hicieron pasar por supuestos magos de Harry Potter para pasar al siguiente nivel e incorporar fuegos artificiales a su jueguito infantil.

La temeraria pareja, en Asunción, Paraguay, gritaba hechizos el uno al otro mientras disparaban los pequeños fuegos artificiales. Mientras estos eran sostenidos por ellos a modo de simulación de varitas mágicas.

En el clip más asombroso, solo se ve a un hermano disparar los fuegos artificiales, con el otro ‘mago’ fuera del alcance de la cámara hasta el final.

El hermano, que no está usando una camisa a pesar de recibir un disparo, evita hábilmente las chispas que le pasan cerca del cuerpo.

En un momento dado, una de las explosiones lo alcanza, pero no parece estar herido y continúa disparando contra su oponente.

Finalmente, el hombre en la cámara parece rendirse mientras se le agotan los fuegos artificiales. Él se esconde mientras su hermano corre para arrinconarlo.

Uno de los dos participantes en este peligroso juego dijo: «En el video, mi hermano y yo con disparos de fuegos artificiales [sic] que simbolizan un duelo mágico de las películas de Harry Potter».

Muchas veces uno puede culpar a las autoridades por permitir la venta de estos artículos incendiarios, no obstante, en ocasiones como esta solo queda por reconocer que la estupidez humana no tiene límites.