La modernidad ha traído una serie de beneficios para la sociedad que hoy damos por un hecho en la vida cotidiana, como aviones, tarjetas de crédito, aparatos de comunicación más veloces y más fáciles de utilizar, así como una concepción nueva de la temporalidad y el trabajo. Hoy todo parece acontecer a mayor velocidad, lo que ayer era noticia, hoy ya no lo es y ha sido sustituido el tema de moda por una foto de un gato bailando salsa, en menos de dos horas.
Sólo para hacer manifiesta la diferencia entre la percepción del tiempo entre la modernidad y el pasado, se pondrá un ejemplo: si en el siglo XVI, en España acontecía algo de trascendencia, como la muerte de un Rey, las colonias tardaban meses en saberlo, si se llegaban a enterar del deceso, los días de luto se llevarían a cabo meses después de haber muerto el Rey, incluso ya se habría nombrado otro Rey. Lo anterior es sólo una esfera en la que se puede notar el cambio radical en la percepción del tiempo que hemos tenido los humanos en los últimos siglos, primero con la batalla que comenzamos en el siglo XV para ganarle un poco, y hacer más eficientes los procesos de transporte y trabajo; y en segundo con la medición cada vez más exacta de esa línea astronómica abstracta llamada tiempo.
Vivimos en un mundo en el que se pasa la mayoría del tiempo en el trabajo, con un mínimo de ocho horas diarias, y sumando las tres horas en promedio de trayecto, da el total de 11 horas; casi la mitad del día es lo que en la actualidad se invierte en tiempo para laborar. A este dato se suma que cada vez más personan trabajan en espacios cerrados como oficinas, bodegas, talleres, estudios, bibliotecas, call centers, etc., y que muchas veces están iluminados con esa luz blanca que recuerda morgues o carnicerías. Estas variables han hecho que la hora de la comida sea un momento para intentar descansar la mente, estar en sosiego y, en algunos, casos divertirse o distraerse.
Olvidarse del trabajo por una hora – los afortunados dirán que dos -, de la pantalla de la computadora, de los traqueteos del taller o del ruido de engrapadoras siendo golpeadas sobre la mesa de la oficina puede ayudar a que te sientas mejor, así como a mejorar tu desempeño laboral, evitando desquiciarte un día y tener que romper la copiadora.
A continuación se dan unos sencillos consejos para que la hora de comida sea un tiempo invertido a cumplir las metas que laboralmente, o por qué no, académicamente te has propuesto. La ganancia de dicha inversión en tiempo la verás reflejada primero en tu persona, luego en tu trabajo.
1.- Da un paseo tranquilo y relajado por un parque cercano, esto te distraerá y por lo menos saldrás a respirar algo que no proviene de un ducto de aire acondicionado.
2.- Lee un capítulo o dos de tu libro de ficción preferido; bien dicen que leer es viajar, así que podrás olvidarte un rato de que en unos minutos debes llegar a darle de comer al perico.
3.- Puedes hacer un poco de ejercicio relajado y estirar los músculos. Esto para que te sientas bien y puedas tener una mejor digestión.
4.- Escucha un audiolibro mientras caminas o haces ejercicio.
5.- Aprovecha para hacer una llamada a tu pareja o a algún amigo durante esa hora libre; hablar con personas después de no hacerlo durante horas es desestresante.
6.- Haz alguna compra que tengas pendiente. Implica que salgas, camines y cambies de espacio.
7.- Busca un rincón tranquilo y silencioso, cierra los ojos. Quizá puedas dedicarte un momento a pensar sobre ti, o tratar de recordar cuál fue la última película que viste; cambiar la temática de tus pensamientos puede liberar un poco la mente.
8.- Escucha uno o dos podcasts que sean ligeros y que no estén relacionados con tu trabajo.
9.- Duerme una siesta breve. Quizá sea un poco complicado lograrlo, pero vale la pena intentar.
10.- Visita alguna galería de arte que esté cerca de la oficina. En toda ciudad grande puedes encontrarlas, si no hay una galería cerca puede ser una tienda de antigüedades, de muebles o de libros. Visitar no significa comprar.
11.- Actualiza tu lista de tareas y cosas personales.
12.- Juega un poco con tus compañeros de trabajo, puede ser un juego de mesa o pueden recurrir a los viejos juegos de la primaria: Timbiriche o Basta funcionan.
13.- Queda para comer con un amigo a quien hace mucho no ves.
14.- Puedes escuchar algún programa de radio que te interese y te aporte algo que sea útil.
15.- Anota en un trozo de papel tus planes para el próximo fin de semana. Puede darte un poco de motivación.
16.- Si te gusta escribir, puedes sentarte en un parque o café a hacerlo un poco. Escribir ayuda a poner en orden las ideas y aporta a la inteligencia emocional.
17.- Si tienen suficiente tiempo, pueden organizar un partido de futbol entre compañeros, o pueden lanzar pelotas, el chiste es olvidarse del trabajo por un momento.
18.- Salir a comprar una pequeña golosina, una paleta o un caramelo. Quizás ese estímulo de azúcar te ayude un poco al regresar a tu estación de trabajo.
19.- Respira. La respiración es un proceso natural que se lleva a cabo casi sin que nos demos cuenta. Hacer consciente la respiración puede bajar el estrés acumulado por la mañana.
20.- Como corolario. No pienses en ese momento lo que te espera por la tarde. No sirve de nada el cambiar de espacio, respirar aire, jugar, etc. si tu mente está preocupada por lo que en una hora vas a tener que empezar a hacer. El planear definitivamente es útil, pero sobrepensar lo único que trae es agotamiento.
El éxito no se basa en recetas y su significado varía de persona a persona. Cada quien elabora un concepto sobre lo que significa ser exitoso en la vida, quizá para unos sea el tener en su cochera un Ferrari y para otros signifique sentirse satisfecho al final del día. Pero lo que sí es cierto es que “un consejo nunca hace daño”.