No importa de dónde vengas o cuáles sean tus metas, todos queremos lo mismo: mejorar nuestras habilidades cognitivas (o al menos mantenerlas) y de una u otra forma retrasar el envejecimiento de nuestro cuerpo. Si bien muchos especialistas en el área podrán pensar que no se puede hacer nada al respecto, la verdad es que pocos son los doctores que se deciden a investigar y difundir esta crucial información. Gran parte de la forma en la que tu cuerpo cambia o se deteriora con los años tiene que ver con tu alimentación (y también con tu nivel de actividad física) y la verdad es que hay mucho que se puede hacer al respecto sin tener que depender de medicamentos o químicos. ¿Quieres saber cómo hacerlo? ¡Sigue leyendo!
1. Tener cuidado con los endulzantes artificiales
El problema de los endulzantes artificiales radica en que, generalmente, logran que tu cerebro se vuelva adicto a ellos, tal como lo haría con el azúcar. Es así como se genera una cadena difícil de romper donde tu cuerpo se cansa, sufre los mismos estímulos del azúcar y reacciona de forma acorde. Puede que te estés ahorrando las calorías, pero nada más. Es mejor preferir consumir endulzantes naturales, como azúcar integral o miel, en cantidades pequeñas. Así estarás cuidando tu cerebro para que se mantenga joven.
2. Consumir más vegetales de hojas verdes
Los vegetales de hojas verdes son cruciales a la hora de aportar vitamina K, especialmente la vitamina K2. La importancia de esta vitamina radica en que el cuerpo la utiliza para mejorar el uso de la vitamina D y producir cantidades adecuadas de Mielina, la sustancia grasa que cubre parte de nuestras neuronas. Sin Mielina, nuestros procesos neuronales y del sistema nervioso se ven severamente afectados.
3. Dejar de lado los productos que contengan azúcares o harinas refinadas
El problema de estos alimentos es que poseen grandes cantidades de azúcar, haciendo que el azúcar de tu sangre y tus niveles de insulina aumenten de forma inesperada. Esto genera que la insulina afecte a aquellas enzimas de tu organismo que remueven toxinas, generando que el cuerpo sea incapaz de ‘purificarse’ y acelerando el proceso de envejecimiento.
4. Añadir a la dieta frutas y verduras con pigmentos fuertes
Los pigmentos y los colores presentes en nuestros alimentos son muy importantes ya que marcan la presencia de polifenoles o antioxidantes. Por ejemplo, un antioxidante muy poderoso es el que se manifiesta tiñendo alimentos de color violeta, tales como las arándanos o las betarragas. Diversos estudios han comprobado que cuando tu dieta es alta en antioxidantes las posibilidades de padecer de enfermedades crónicas en la adultez disminuyen considerablemente.
¿Qué te parece? ¿Crees que un cambio en la dieta pueda tener un impacto tan grande en tu vida?¡Cuéntanos!