La ostentosa vida y escándalos de la nueva primera dama de Brasil

Viajes de compras a Nueva York, dos nanas y un exuberante pasado son algunas de las cosas que hoy le están pesando a la nueva primera dama de Brasil

Por Vale Rudolphy

17/05/2016

Publicado en

Tendencias

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Viajes de compras a Nueva York, dos nanas y un exuberante pasado son algunas de las cosas que hoy le están pesando a la nueva primera dama de Brasil.

Tras la destitución de Dilma Rousseff, Michel Temer ha asumido el cargo de presidente interino del país. Pero a pocos días del suceso, su mujer (42 años más joven que él) ha sido cuestionada por los medios. La comparan con «María Antonieta», por el contraste entre sus gastos y la débil economía brasilera actual.

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Marcela Temer tiene 33 años y tiene un pasado que siempre ha estado marcado por su atractivo físico. Fue reina de belleza y también modelo, además de haberse desempeñado en el deporte durante años.

No sólo es atractiva, sino también extravagante. Marcela no oculta sus refinados gustos y caro estilo de vida. Si bien lo último no es un pecado, le juega en contra al rol de su esposo y a su carrera política, desde que está provisoriamente a cargo de un país cuya economía no hace sino empeorar.

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Ésto no son nuevas noticias, sino que se supo desde el 2011, cuando su esposo comenzó a ser vicepresidente tras la elección de Dilma Rousseff. La imagen que se tenía de ella empeoró cuando salieron las imágenes de una sesión que su hermana había realizado para Playboy.

Se trataba de Fernanda Tedeschi, quien posó semi-desnuda para la revista erótica. Estas se retiraron a última hora de la edición impresa, pero no se libraron de las garras del Internet.

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La mujer de Temer no cae muy bien a la opinión pública en el momento que está viviendo Brasil. En medio de la crisis económica y política del país, nadie quiere ver cómo una «primera dama» se regodea con sus lujos. Aunque ella no tenga la culpa.

Las redes sociales han sido testigos especiales de los descargos contra ella. Es un símbolo perfecto de la desigualdad social que viven, y que comparta sus viajes y compras sólo le hace perder simpatía. A pesar de ésto, Marcela Temer no tiene pensado cambiar su estilo de vida.

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Una de las exigencias que le hizo ganar más detractores, es que cuando Temer comenzó como vicepresidente ella exigió una serie de remodelaciones a la vivienda gubernamental. Además de pagos con dineros públicos para lograr que su hijo «se sintiera como en casa».

 

Más allá de lo que se sabe de ella, Marcela muestra un bajo perfil en los eventos en que acompaña a su marido y tiene un rol político pasivo en general.

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