Los mejores y peores trucos para hacer trampa en un examen

“Cuando iba en secundaria, mi profesor de matemáticas tenía un aparato para la sordera que era una mierda, el aparato emitía un chillido horrible todo el tiempo

Por Andrea Peña

23/03/2016

Publicado en

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“Cuando iba en secundaria, mi profesor de matemáticas tenía un aparato para la sordera que era una mierda, el aparato emitía un chillido horrible todo el tiempo. Un día nos dimos cuenta que el profesor no escuchaba nada cuando el aparato sonaba, así que en el siguiente examen, el aparato comenzó a sonar. Todo lo que tuvimos que hacer fue quedarnos viendo las hojas y empezar a decir en voz alta las respuestas. Esto duró el resto del año y no me arrepentí hasta que llegué al siguiente curso sin saber nada de matemáticas”.

Esta historia la compartió un usuario de Reddit cuando alguien más preguntó a los profesores que visitan la página, las formas más inteligentes y tontas de copiar en un examen.

Cualquiera podía poner su respuesta, y hay algunos que rayan partes de su cuerpo o sus zapatos, están los que hacen el siempre confiable acordeón en el que son capaces de escribir tres cuartillas en un espacio de tres por tres centímetros y también los ingeniosos que esconden el acordeón en una pluma. Sin embargo los siguientes testimonios (tanto de maestros como alumnos)  muestran a esos talentos naturales por hacer trampa, esos que se merecen un premio por el ingenio al copiar y también esos que deberían ser tratados con cuidado debido a la tonta e ingenua forma en la que creyeron que podían copiar sin ser descubiertos.

Algunos se tratan de trucos que ya no tendrían relevancia hoy, otros son algunas cosas que los niños pequeños hacen y que por la ternura se les está permitido. Lo sorprendente es encontrar tantas formas en que la gente intenta salirse con la suya de cualquier forma.

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“En un concurso de ‘Spelling bee’ los estudiantes podían hacer preguntas como: ¿Puede usar esa palabra en una oración? y cosas por el estilo, así que uno de los alumnos simplemente pidió que le deletrearan la oración, cosa que el jurado hizo sin pensar. Cuando se dieron cuenta de su error le tuvieron que dar otra pregunta al niño”.

Una de las ventajas de ser buena persona es que no sabes en que momento una buena acción del pasado puede ayudarte, aunque hay que admitir, esto sí es recurrente:
“Un profesor de historia hacía que nos calificáramos entre alumnos, mi examen le tocó a un chico con el que casi nunca hablaba pero al que muchas veces le dí chicles. Él revisó mi examen y corrigió todas mis respuestas, saqué 100”.

Un problema común entre profesores de preparatoria y universidad:
“Las mujeres de mi escuela solían escribir las respuestas en sus piernas y después ponerse medias negras, de esa forma solamente tenían que alzar un poco las medias para ver las respuestas. Ningún profesor en su sano juicio se atrevería a pedirle a una alumna que se quitara las medias”.

Leer entre lineas:
“Soy profesor de matemáticas y tengo una regla: Para hacer un examen puedes usar todo lo que puedas cargar en tu espalda siempre y cuando no sea humano (calculadora, libros, cuadernos, etc.). Siempre me preguntan lo mismo y debo contestarles lo mismo. Digo que “no humanos” porque mi profesor que también hacía eso tuvo un problema con un alumno que un día llegó con su compañero de cuarto en la espalda. Discutieron mucho tiempo y finalmente tuvo que dejar que los alumnos hicieran el examen juntos”.

Uno de los viejos tiempos:
“Un profesor me dijo que durante los años sesenta se podía fumar en los salones, así que la gente escribía las respuestas en los cigarros y se fumaban la evidencia. Llegaban a terminarse media cajetilla de cigarros por persona en un par de horas”.

Uno mucho más reciente: 
“Una mochila no paraba de vibrar durante un examen. El profesor se acercó, inspeccionó el teléfono y vio que al dueño le estaban mandando las respuestas correctas de todas las preguntas. Resulta que el estudiante tenía un reloj Samsung sincronizado con su teléfono. Con el reloj mandaba fotos del examen a un dropbox al que su padre accedía y luego le mandaba la respuesta, un plan perfecto si no fuera porque olvidó poner en completo silencio su teléfono”.

El que intenta plagiar a los clásicos: 
“Mis alumnos me tenían que entregar un soneto. Uno de ellos llegó con el soneto 125 de Shakespeare diciendo que era obra suya”.

La que sabe que la rutina funciona: 
“Una chica de mi clase grababa las respuestas en un Mp3 (era un examen de memoria) y pasaba un auricular por su espalda, lo ponía en su oreja y podía reproducir todo el audio. Funcionaba porque siempre usaba el cabello de la misma manera, por lo que al entrar al examen nadie dudaba que tuviera algo escondido”.

Aprovechar lo que sabes (o lo que el profesor desconoce):
“Una alumna china coció sus respuestas en una falda con caligrafía china, parecía parte del estampado por lo que se habría salido con la suya si no fuera porque el profesor adjunto sabía mandarín”.

El profesor que ha perdido la fe en la humanidad: 
“La forma más tonta fue un alumno que me entregó un trabajo copiado y pegado de Wikipedia, estoy seguro que eso le pasa a muchos, pero él no se molestó siquiera en quitar los hipervínculos y como imprimió a color, una de cada cinco palabras eran azules”.

El trabajo en equipo (casi) siempre funciona: 
Tenía un par de alumnos con un método muy bueno. Usaban M&M’s a los que les habían asignado una letra por color, por lo que cuando lograban pedirse una pregunta, simplemente tenían que comerse el dulce con la respuesta correcta. Cuando me di cuenta, me comí todos los chocolates del mismo color para que no pudieran continuar”.

No hay nada como un salón unido:
“Los alumnos hacían un examen semanal y para revisar se intercambiaban los exámenes mientras yo repasaba las respuestas correctas en voz alta. Un día me di cuenta de que un alumno escribía todas las respuestas muy rápido. Era imposible que tuviera tiempo de leer las preguntas. Al acercarme a él vi que había respondido a todo con la opción “c”. Lo que pasó es que todos los alumnos estaban confabulados. El plan era responder a todo con la letra “c” minúscula para que, después, el que corregía pudiese ir completando la letra en función de la respuesta correcta. Si era la “a” terminában el círculo, si era la “b” añadían el palo, y lo mismo con la “d”. Si la respuesta era la “c”, obviamente, la dejaban tal cual. Incluso se habían habían puesto de acuerdo para dejar algunas respuestas incorrectas y así no levantar sospechas”.

El que sacó lo mejor de aprender diseño gráfico:
“Uno de mis alumnos tenía una botella con agua en el examen, pero descubrí que la etiqueta no era de la botella, sino una copia muy verídica en la que las letras habían sido reemplazadas con las respuestas del examen”.

hacer trampa en un examen

El que aprovechó el espacio al máximo: 
“Un estudiante sacó lentes 3D y así hizo el examen. Siempre los dejo anotar un formulario en una hoja y nada más por lo que él escribió en horizontal con tinta roja y vertical con tinta azul, así que simplemente debía cerrar un ojo para ver una tinta y viceversa”.

Todos hemos intentado hacer trampa de alguna manera en un examen, ya sea viendo el de alguien más o con un increíble método como los de arriba. Seguramente tú conoces alguno mejor que tal vez a nadie se le ha ocurrido o que tiene tan poco margen de error que es casi perfecto, por eso te invitamos a que nos lo compartas y tal vez alguien tenga más suerte a la próxima.

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