A Richard Feynman lo llamaban el «Gran Explicador». Fue un intelectual y un filósofo considerado uno de los físicos más importantes de todos los tiempos. Fue pionero en la electrodinámica cuántica. Su trabajo para ayudar a los científicos a comprender la interacción de la luz y la materia le valió una parte del Premio Nobel en 1965.
Fuera de su profunda y pionera investigación científica, Feynman fue un pensador brillante, elocuente y apasionado. Bill Gates quedó tan impresionado con Feynman que declaró que fue «el mejor maestro que nunca tuve».
La técnica de Feynman para la enseñanza y la comunicación consiste en un modelo mental en que debes desglosar tus procesos personales de pensamiento, para luego poder transmitir la información de forma concisa y con un lenguaje muy simple. La técnica la desarrolló como método de estudio cuando era estudiante en Princeton. Allí comenzó a escribir cuadernos con “las cosas que no sabía”. Lo que hacía era registrar todas las cosas que no sabía y conectarlas con las que sí sabía.
Mediante este modelo se logra aprender rápidamente nuevos conceptos, refuerzas vacíos de conocimiento, recuerdas ideas que no quieres olvidar y estudias de manera más eficiente.
Esencialmente, la Técnica Feynman es esta:
- Identifica el sujeto
Escriba en un cuaderno anotaciones de todo lo que sabes sobre el tema en cuestión. Cada vez que encuentres nuevas fuentes con nueva información agrégala en tu cuaderno. La idea es que eventualmente en esas anotaciones esté toda la información que necesitas para delimitar tu objeto de estudio o el tema sobre el que vas a trabajar.
- Enséñalo a un niño
Si puedes explicar un concepto a un niño y que te entienda, significa que estás comprendiendo realmente tu materia. Haz el siguiente ejercicio: toma una hoja en blanco y escribe todo lo que sabes sobre el tema o concepto que elijas. El truco es que debes escribirlo lo más simple y llano posible, cosa que un niño pueda entender de qué estas hablando. Los niños no tienen un vocabulario sofisticado ni entienden las jergas y terminologías complejas. Cuando hablamos con jergas lo que estamos haciendo es ocultarnos detrás de palabras para realmente ocultar que no tenemos un conocimiento profundo sobre esos conceptos. La idea es llegar a lo fundamental del concepto y enseñarlo a un niño. Debes por lo tanto ser breve, conciso y elegir muy bien tus palabras.
- Identifica tus lagunas de conocimiento:
Este es el punto donde ocurre el aprendizaje real. ¿Qué te falta? ¿Qué no sabes? Debes poder responder estas preguntas. Al resaltar e identificar las lagunas de conocimiento que tienes, te harás una idea más cabal de lo que es tu objeto de estudio, y te darás cuenta que si sabes que hay algo que no sabes, es porque sabes bastante sobre tu objeto. O al menos estás familiarizado con él.
- Cuenta una historia.
Junta todo el material que tengas, organízalo de manera coherente, simplifícalo lo que más puedas, y transfórmalo en un relato, priorizando las piezas más importantes sobre el tema, y dejando de lado aspectos que no aportan a la historia, o que son anecdóticos. Cuenta la historia en voz alta, pretende que estás ante un grupo de estudiantes, de esta forma podrás escuchar dónde el lenguaje deja de ser simple, o tus pensamientos están incompletos.
Recuerda que para entender física es esencial saber que todo está hecho de átomos. Piensa en este hecho cuando estés articulando tu relato: debes llegar a átomos, a frases simples pero esenciales, que transmitan la esencia de lo que quieres decir, sin complicaciones.
Con perseverancia, este método te puede ayudar a comprender y estudiar lo que sea.
Con información de Medium