Se sentía excluido porque todos sus amigos punk tenían SIDA. Tomó una jeringa e hizo lo impensado

Estiró el brazo, se miró la vena más marcada y clavó la jeringa ahí.

Por Francisco Armanet

30/05/2017

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Durante los 80’s y 90’s, el mundo se encontraba dividido en dos y pasábamos por un difícil momento de guerra fría, en donde en cualquier segundo el mundo podía acabar y nada era seguro. Lo único que era seguro en ese momento, fue el sentimiento de estos Punks cubanos. Su devoción por la música, la anarquía y el amor era tanto, que muchos se autoinyectaron VIH sin importar las consecuencias. Esta es la historia de Gerson y Yohandra, los últimos Punks cubanos.

Sobra mencionar que los punks no eran bienvenidos en tiempos políticos tan complicados, cuando en Cuba había una dictadura comunista y la música que escuchaban estos jóvenes de melena larga, tatuajes y camisas negras, era la de Estados Unidos.

La persecución que hubo detrás de ellos no fue menor, de acuerdo a Radio Ambulante. Cerraron clubs, a otros los detuvieron hasta que desaparecieron y sobrevivir sin dejar atrás el punk (O Frikis, como se habían llamar) era casi imposible. Casi, porque existía una forma, pero a un alto coste.

Gerson y Yohandra cruzaron el límite por no traicionar el punk. Ese límite era infectarse de SIDA, así eran enviados a un sanatorio y no a la prisión.

En algún momento, la idea no sonaba tan mala. En el sanatorio les daban alimento, medicamento y una vivienda. Aspectos que no poseían estos jóvenes adictos a la música, ya que la mayoría había dejado (por las buenas o las malas) su casa y vivían con amigos o simplemente en la calle.

Pero con el paso del tiempo se dieron cuenta que no era tan bueno. Al paso de unas semanas, Gerson y Yohandra vieron cómo sus amigos comenzaron a morir, de uno en uno.

Intentaron hacer una banda dentro del sanatorio. Pero jamás pudieron tocar, porque siempre había un integrante que estaba demasiado enfermo o que llanamente moría antes de la función.

Gerson, para evitar dejar la música y la prisión, le pidió a un amigo que lo infectara con SIDA. Se consiguió una jeringa, le sacó sangre y se la inyectó.

Gerson fue el último punk cubano que se infectó. Y este, junto a Yohandra, son los últimos que quedan.

Entre 1986 y el 2015, 3,809 contagiados de VIH en Cuba fallecieron de acuerdo a El Universal.

Hoy Gerson y Yohandra sobreviven vendiendo productos para la manicura, pero cuando pueden salen a “frikear” cerca del antiguo sanatorio, lugar que en algún momento fue su hogar.

VÍA UPSOCL

 

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