El camino al paraíso comienza en el infierno

La doble amenaza de la crisis climática y la guerra nuclear exige una nueva y audaz dirección para los movimientos populares

Por El Ciudadano México

30/09/2023

Publicado en

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Quien tiene oídos para oír, ha oído las advertencias. Y cualquiera con ojos para ver las ha visto.

«Las emisiones de carbono están calentando nuestro planeta, matando gente, destruyendo comunidades y devastando economías», advirtió desesperadamente esta semana el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Pero a millones de personas de todo el mundo no hace falta que les cuenten estos hechos: ya es su realidad.

Guterres dijo a los líderes mundiales reunidos en Nueva York que «la humanidad ha abierto las puertas del infierno» al desencadenar olas de calor, inundaciones e incendios forestales cada vez peores en todo el mundo, con el calentamiento global en camino de alcanzar más de 2,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.

La devastación que estamos presenciando es sólo el calor que llega a las puertas. Estamos en el vestíbulo, aún no en las entrañas, pero estamos descendiendo rápidamente. En lugar de un cambio lineal, estamos viendo saltos en la temperatura del mar, deshielo y liberación de metano de los humedales. Estos son los signos de que nuestro nicho climático actual está cambiando radicalmente, y a una velocidad aterradora. La pérdida de hielo marino en la Antártida es tan extrema este año que se sitúa a seis desviaciones estándar de la media: un acontecimiento que se produce una vez cada 2,7 millones de años.

Cuando miremos atrás, 2023 podría ser el año en que el cambio climático gradual se transformó en un proceso de ruptura climática.

Y el año que viene será aún más caluroso.

Guterres dice que «la humanidad» ha abierto las puertas. Pero, ¿quién lo ha hecho realmente? No la inmensa mayoría de los habitantes de la Tierra, que no han poseído, visto, tocado ni comerciado con un solo barril de petróleo. Son los países del Norte Global los que han perforado el suelo para liberar el olor sulfuroso del infierno. Según una investigación publicada en Lancet Planetary Health, el Norte Global fue responsable del 92% del exceso total de emisiones, es decir, de las que superaron el umbral planetario de seguridad. En otras palabras, las viejas potencias coloniales han colonizado la atmósfera.

Pero señalar al «Norte Global» ofrece poca claridad. Como escribió Jayati Ghosh, miembro del Consejo de PI, en un artículo que publicamos la semana pasada, «el decil más rico de Norteamérica está formado por los emisores de carbono más extravagantes del mundo, con una media de setenta y tres toneladas de emisiones de carbono per cápita cada año, lo que equivale a setenta y tres veces las emisiones per cápita de la mitad más pobre de la población del sur y el sudeste asiático». La clase dirigente de los países imperiales tiene la mayor parte de la responsabilidad.

En lugar de dar marcha atrás, los verdaderamente poderosos entre la audiencia de Guterres ofrecen a los pueblos del mundo la perspectiva de la aniquilación por otros medios: la guerra nuclear. Como dijo Guterres, reducido a suplicar a los poderosos, «se están haciendo sonar de nuevo los sables nucleares. Esto es una locura». La posibilidad de un intercambio termonuclear que acabe con la civilización es ahora mayor de lo que ha sido en décadas.

Sabemos que no importan las advertencias, la lógica o la ciencia, la maquinaria bélica y las grandes petroleras seguirán cargando a la humanidad hacia la destrucción total. De hecho, los dos temas resuenan oscuramente el uno en el otro. Al igual que Exxon y otras grandes petroleras intentaron poner en duda la ciencia del clima, Estados Unidos ha liderado una larga campaña para desacreditar la teoría del «invierno nuclear«. Los modelos desarrollados por científicos estadounidenses y soviéticos predecían que incluso un intercambio nuclear relativamente pequeño -por ejemplo, entre India y Pakistán– desencadenaría tormentas de fuego que producirían suficiente humo y hollín para envolver la atmósfera en dos semanas. El resultado: un enfriamiento global y una hambruna casi total al derrumbarse las cosechas en todo el mundo.

En el Infierno, Dante nos dice que las puertas del infierno llevan la inscripción «abandonad toda esperanza, los que entréis aquí». Pero, como señala en otro lugar, «el camino al paraíso comienza en el infierno«.

Mientras nuestros gobernantes nos empujan al infierno, encontrémonos unos a otros y construyamos nuestro camino al paraíso.

Traducción: Lizzette Vela

Foto: Agencia Enfoque

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