La Histeria Anti-China impulsa el gasto récord en defensa de los Estados Unidos en 2021

La histeria anti-China ha emergido como la “amenaza” central, diseñada para justificar el gasto militar y el aventurerismo interminables de los Estados Unidos en Asia-Pacífico.

Por Director

02/09/2020

Publicado en

Wire

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Desde la Unión Soviética hasta el Viet Cong, los fantasmas geopolíticos han justificado guerras, invasiones y ocupaciones en todo el mundo. Ahora, la máquina de la guerra apunta hacia China como la piedra angular de su estrategia de narrativa militar.

El proyecto de ley para el gasto del Departamento de Defensa en 2021 se ha convertido en un terreno de disputa para un ala progresista de Demócratas que buscan reducir el ilimitado gasto militar y una coalición bipartidista liderada por Republicanxs enfocada en incrementar el gasto para “mantenerse competitivos” ante las aparentes amenazas de Rusia y China.

El 21 de julio, la Cámara aprobó su versión de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional (NDAA por sus siglas en inglés) del Año Fiscal 2021, con un incremento en el gasto en defensa estipulado de los $738 mil millones de 2020, a un paquete de $740 mil millones para 2021. El Senado apoyó la medida el 23 de julio.

Una enmienda propuesta, planteada por lxs representantes Mark Pocan (Demócrata por Wisconsin) y Pramila Jayapal (Demócrata por Washington) en la Cámara, y en el Senado por el Senador Bernie Sanders (Independiente por Vermont), pedía una modesta disminución del 10 por ciento del gasto militar para financiar programas sociales. Pocan y Jayapal pedían al Congreso romper con su línea dura y ortodoxa de “aceptar un excesivo presupuesto para el Pentágono” mientras recorta drásticamente los gastos sociales. Como referencia: en 2019, los Estados Unidos gastaron más dinero en su ejército que los nueve países que le siguen combinados.

La modesta enmienda progresista se vio abrumada en ambas cámaras a raíz de la sinofobia, la agresividad anti-China y una mentalidad de una Nueva Guerra Fría que tiene un poder bipartidista en Washington.

El representante Don Bacon (Republicano por Nebraska) condenó la reforma, tuiteando: «¡Rusia, China e Irán estarían encantados!» Del mismo modo, el representante Steve Womack anunció orgullosamente su voto para autorizar el presupuesto récord en defensa, llamándolo una «inversión para contrarrestar adversarios como China».

Para otrxs, el solo hecho de aceptar otro excesivo presupuesto militar no era suficiente para demostrar sus credenciales anti-China. El representante Michael Waltz (Republicano por Florida) introdujo en el proyecto de ley una reforma que recortaría los fondos del Departamento de Defensa para aquellas universidades que albergan los Institutos Confucio o el Programa de los Mil Talentos, iniciativas que, según Waltz «le han dado al régimen comunista de China la libertad de aprovechar al máximo nuestra apertura académica y robarla». Para no quedarse atrás, el representante Ken Buck (Republicano por Colorado) pidió que la red social china TikTok, fuera prohibida en los dispositivos del gobierno.

El senador Mitt Romney lanzó similares ataques anti-China contra la enmienda de Sanders en el Senado. Mientras que Sanders imploraba a sus colegas que «inviertan en nuestra gente aquí en casa» mientras luchan contra los desalojos, la falta de vivienda y el desempleo exacerbados por la torpe respuesta del gobierno estadounidense a la pandemia de Covid-19, Romney advirtió erróneamente que China había alcanzado el mismo gasto de adquisiciones militares que los Estados Unidos (en 2019, el gasto militar anual de China era de $178 mil millones, mientras que el de los Estados Unidos era de $658 mil millones). Dibujó un panorama oscuro del futuro bajo el supuesto plan del Partido Comunista de China para dominar el mundo:

«Pretenden tomarnos por sorpresa. ¿Pueden imaginarse las consecuencias, cuando una nación que no cree en los derechos humanos, con un solo partido… cuando tienen la fuerza militar más abrumadora del mundo? Allí es hacia donde nos dirigimos».

—Senador Mitt Romney

Es difícil ignorar la hipocresía de un gasto militar masivo contra una amenaza imaginaria de China cuando los Estados Unidos aún atraviesan su crisis no resuelta de Covid-19, rechazando la oportunidad de financiar las pruebas y los estipendios de emergencia. Una coalición progresista que apoyaba la enmienda señaló que en 2019, el presupuesto de $7 mil millones del Centro para el Control de Enfermedades equivalía a menos del uno por ciento del presupuesto del Pentágono. Bajo la excusa de la «amenaza China», el Congreso continúa dedicando fondos ilimitados a la militarización y una guerra perpetua, a la vez que descuida a su propia gente.

El programa de “contención” de China, un arquetipo recurrente en la estrategia militar de los Estados Unidos en Asia desde hace al menos medio siglo, vuelve a desempeñar un papel central en la lucha por el gasto militar para 2021. Una lista presupuestaria del Comando del Pacífico de Estados Unidos recientemente publicada, nombrada «RECUPERAR LA VENTAJA», busca solidificar la hegemonía militar de los Estados Unidos en Asia y el Pacífico bajo el pretexto de una China «agresiva». La exigencia imperialista de mantener una «ventaja asimétrica» contra China está en directa oposición a las luchas contra el militarismo estadounidense dirigidas por los pueblos de Ryukyu (Okinawa), Guam, Hawái (donde los Estados Unidos planean ser anfitriones de «juegos de guerra» internacionales convocados para agosto) y más allá de todos los territorios en los que el plan requería una expansión de las redes de misiles, radares y ataques de precisión.

Es difícil ignorar la hipocresía de un gasto militar masivo contra una amenaza imaginaria de China cuando los Estados Unidos aún atraviesa su crisis no resuelta de Covid-19.

El senador Jim Inhofe (Republicano por Oklahoma) citó la estrategia indo-pacífica en su justificación para el excesivo presupuesto militar, afirmando que la región es «nuestra prioridad, especialmente a medida que China expande su alcance e influencia».

La narrativa inventada de la agresión y expansionismo chinos, que va en directa contradicción con su doctrina de política exterior para la cooperación multilateral hacia un «futuro compartido para la humanidad», ha justificado la reorientación de la estrategia militar de los Estados Unidos durante la última década. En 2019, el Departamento de Defensa designó al Pacífico como «escenario prioritario». Sin embargo, ya en 2012 el presidente Barack Obama y la Secretaria de Estado Hillary Clinton habían mostrado sus cartas, trasladando la mayoría del poder de fuego militar estadounidense a la región de Asia y el Pacífico, y buscando reducir el rol de China en el mercado regional y en las organizaciones de seguridad en lo que se denominó como el «pivote hacia Asia». Esta larga historia de fortalecimiento militar frente a China habla del hecho de que la estrategia de la Nueva Guerra Fría ha sido un esfuerzo bipartidista. De hecho, mientras lxs Republicanxs lideraron la acusación para destruir los esfuerzos de la Cámara, el voto fracasó en un contundente 93 a 324, con 139 Demócratas uniéndose a 185 Republicanxs en rechazo al recorte del 10 por ciento del presupuesto.

La crisis de Covid-19 ha demostrado una vez más las violentas contradicciones del neoliberalismo: la fragilidad del bienestar social del estado solo es igualada por el poder ostentoso de sus aparatos represivos: militares, policiales y penitenciarios. Otorgar un cheque de $740 mil millones al ejército mientras la gente de los EE. UU. está siendo devastada por el Covid-19 —desproporcionadamente comunidades negras, indígenas e inmigrantes— revela la imposibilidad de la justicia y la equidad en el país mientras que la prioridad de las clases dirigentes sea librar una guerra interminable en el extranjero.

Otorgar un cheque de $740 mil millones al ejército mientras la gente de los EE. UU. está siendo devastada por el Covid-19 —desproporcionadamente comunidades negras, indígenas e inmigrantes— revela la imposibilidad de la justicia y la equidad en el país mientras que la prioridad de las clases dirigentes sea librar una guerra interminable en el extranjero.

La doctrina anti-China se ha convertido en la piedra angular de la agenda militar de los Estados Unidos y es probable que defina su estrategia geopolítica durante la próxima década. En los casos en los que China, tal como articuló por primera vez en Bandung en 1955, se ha comprometido a un «ascenso pacífico» forjado en los compromisos del Tercer Mundo de no intervención, autodeterminación y cooperación de beneficio mutuo, los Estados Unidos se aferran a una visión de suma cero de la inevitable “competencia de grandes potencias”.

El movimiento contra la guerra y los llamados movimientos progresistas deben entender que resistirse a la escalada unilateral hacia un conflicto con China sirve a sus intereses en las luchas internas por un salario justo, viviendas asequibles, atención médica y otros esfuerzos progresistas que pueden ser patrocinados muchas veces quitándole fondos al presupuesto del Pentágono. Desafortunadamente, demasiadxs en la izquierda han decidido repetir los argumentos del Departamento de Estado sobre la “amenaza” de China, optando por «denunciar ambos bandos» y repitiendo agresivas narrativas de supuestas aspiraciones chinas de hegemonía, haciendo a un lado los hechos. Quienes lo hacen solo alimentan el fuego de la sinofobia y la guerra perpetua, y terminan deteriorando sus supuestos compromisos progresistas con su chovinismo y oportunismo.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos han justificado su ocupación militar de facto en el mundo invocando a varios enemigos. Desde la Unión Soviética al Viet Cong, desde la República Popular Democrática de Corea hasta los Talibanes, varios frentes geopolíticos han demostrado ser invaluables como fantasmas para justificar varias décadas de guerras, invasiones y ocupaciones por poderes en todo el mundo. Ahora, la máquina de la guerra apunta hacia China como la piedra angular de su estrategia de narrativa militar.

Como eje de su narrativa de ocupación militar global, resistir la narrativa de la ‘amenaza China’ es fundamental para todas las luchas por la paz y el fin del imperialismo estadounidense.

Foto: Qiao Collective

The Wire

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