Eterfonías: Luis Toto Álvarez

EL PRIMER LIBRO -Hablemos de Luis Toto Álvarez, cómo te formas como músico y artista sónico; por así decirlo… -Mi historia parte desde niño como práctica familiar desde el folclor, es mi primer contacto con la música

Por Wari

14/04/2014

Publicado en

Artes / Chile / Entrevistas / Música

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CRÉDITO FOTÓGRAFO_Kilber Salas

EL PRIMER LIBRO

-Hablemos de Luis Toto Álvarez, cómo te formas como músico y artista sónico; por así decirlo…

-Mi historia parte desde niño como práctica familiar desde el folclor, es mi primer contacto con la música. También tenía una especie de sonido que se me quedó grabado que es una especie de ritmo seminindustrial que era de la máquina de tejer de mi vieja. Yo crecí escuchando esa especie de masa, era parte del ambiente acústico de mi casa. Eso me llamó la atención, fue una conexión sensorial y no de tipo intelectual: como leer tu primer libro y cosas así, una especie de vínculo con eso.

Yo estudié varias veces, pero me sigo considerando autodidacta. Desde muy niño me fui al conservatorio a estudiar guitarra clásica, pensaba dedicarme a eso, pero habían muchas cosas más. Las primeras prácticas fueron en mi casa con mis hermanos haciendo folclore. El folclor te da una cosa interesante. Uno no tiene un apego a los instrumentos; yo tocaba guitarra, charango, quena, eso me daba como más libertad de poder experimentar: el rasgueo de la guitarra, los arpegios del charango, etc.; ya desde esas primeras prácticas estaba investigando por distintos lados.

De cierto modo, he hecho carrera desde temprana edad con la guitarra, pero al mismo tiempo, siempre quise desestructurar el lenguaje convencional. Entonces claro, los primeros acercamientos fueron con el rigor, la obediencia… y luego, mi hermano llegó con una cassette de Jimi Hendrix y ahí terminó mi carrera clásica, vendí un Atari que tenía y me compré una guitarra eléctrica. Eso a los 14 años, ahí empecé a tocar solo, a aprender de manera autodidacta la eléctrica, escuchando discos, mucho jazz, blues, rock.

SU PASO POR LAFLORIPONDIO

En mis primeros años de U conocí al Macha, con el que íbamos a hacer un proyecto musical para sobrevivir. Él me comentó que tenía una banda y que necesitaba un guitarrista, ahí me pegué una “destapá” con la guitarra y podía tocar cosas fuera de tono, hacer ruido, cosas cercanas al noise. En esa época me gustaba Lou Reed, que era como el anti guitarrista al lado de los grandes que todos escuchaban, como a Robert Fripp. Todos nos decían que se parecía al estilo de King Crimson -una cosa muy docta y europea-, lo nuestro era otro camino, una cosa visceral y del desgarro del ruido.

Toqué en LaFloripondio desde el 90 al 93, grabamos un cassette que ahora es como un mito del rock :“Muriendo con las botas puestas”, una autoproducción en que sello Alerce hizo las copias. Luego la cosa empezó a cambiar en cuanto a la proyección de la banda, no me sentí más motivado…

-…¿entonces haces como un receso en tu carrera?

-Desaparezco. Y hago una banda de corte experimental que se llamaba Rajastan (1993-1994) y ahí mostré mi último repertorio pelacable del rock que era muy punk y muy loco, atonal total. Fue una carrera meteórica hacia el fracaso, ninguno de los integrantes se dedica a esto hoy en día. En esa época habían pocos lugares para tocar, hacíamos tocatas muy underground, extremas, con mucha droga y rock and roll. Estábamos en ese sueño inconsciente de que habíamos llegado a la democracia, que íbamos a reflotar la cultura y éramos libres, entonces era un estallido del rock y de desquiciamiento musical.

Luego de cinco años que no toqué guitarra, la abandoné completamente, o la música me abandonó a mí, no sé. Tocaba de vez en cuando en casa. LaFloripondio fue una época del silencio, donde comencé a atravesar “mi noche oscura del alma” y fueron épocas muy difíciles, después con los años logré retomar y volver a mí.

UN CAMINO HACIA EL ARTE SÓNICO

-¿Y qué es lo que sigue entonces?

-Mas menos el año 98 retomé la guitarra y volví a componer, no tenía ninguna expectativa y no había mucho entendimiento del sonido en ese tiempo; quizás había nivel universitario en cuanto a la electroacústica pero para mí era un mundo más menos lejano porque había perdido todo contacto con la academia; mi escuela se hizo más en la calle.

-¿Qué ves en la improvisación que te atrae?

-Que la interpretación es libre y muchos a lo mejor la pueden intelectualizar y para otros es una experiencia sensorial y emotiva, porque hay muchos que se conmueven y encuentran belleza en estas cosas, poesía.

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-Cuéntame de la Orquesta Sputnik…

-Es algo mucho más que musical, es arte , está en el día a día, mientras tocamos o estamos en silencio: Sputnik es un ensamble de músicos experimentales que formé en Buenos Aires. Me dediqué en mis viajes a escuchar y conocer músicos, luego los convoqué a todos -siendo muy distintos entre sí- y grabamos una obra llamada “Música para el mundo libre”. Es una partitura que solo se muestra al momento de tocar y grabar, así que nuestro disco es solo una toma sin ensayos ni arreglos.

-Un poco de Poca Sangre…

-Es la banda que formé con mis mejores amigos de Valparaíso. Es un proyecto de música inclasificable y autogestión. Me encanta porque tenemos plena libertad y los músicos son abiertos y locos, digamos que confían y se han hecho buenos cómplices en mis especulaciones sobre lo que llaman música popular. El repertorio es intenso y exigente, eso también es un ejercicio interesante que nos lleva a cruzar fronteras y ser bien cara de rajas.

Poca Sangre acerca al público a la catarsis de la música y eso para mí es más cercano al origen de todo: donde todos somos lo mismo, la horizontalidad que necesitamos hoy social y políticamente. Esto me permite vincularme con más músicos, como invitar al Macha Asenjo, a Pajarito Araya y a la cellista Isidora Edwards a trabajar juntos y hacer conciertos dementes.

CULTURA Y SONIDOS EN LIBERTAD

-Se dice que sin fondos no hay cultura, lo que es absurdo pensar que si el arte no se financia a través de Fondart nadie hace nada… cuéntame sobre el Festival Acéfalo.

Acéfalo es una necesidad de poder estar tocando y se ha transformado en una especie de lucha personal por demostrar que las cosas de manera autónoma son totalmente efectivas y que en el fondo uno pude ser feliz con esa actividad sin depender de la estructura y de los fondos. Se ha estructurado un sistema de financiamiento cultural que ha terminado dominando la actividad y creación. Entonces los artistas se han transformados en funcionarios, han perdido el coraje y se han convertido en personas súper inofensivas. La ideología dominante se contaminó con la ideología política que es el dinero. Acéfalo apunta a la vieja idea de “hazlo tú mismo” y a la vieja y potente idea política / poética que contiene la improvisación . Para mí es una cuestión de seguir mi convicción, y no ir con un logo del gobierno pegado en la frente.

-¿Sientes que tu proyecto podría apuntar a formar audiencias? Tal cuál.

-Mira nunca había visto tanta gente en conciertos de música experimental. Resulta que van y les gusta y a mí no me preocupa si entienden o no, si tienen referente o no, si no son melómanos; simplemente que vayan por el simple hecho de estar y tener una buena disposición a escuchar algo nuevo y ser libre y no tener prejuicios y escuchar. Me he llevado la sorpresa de que efectivamente se ha empezado a crear una audiencia.

-¿Qué hay de comunicación en el arte sonoro?

-No es que haya mucho que entender, es como por ejemplo escuchar a Bach, lo puedes escuchar como un académico y analizar el contrapunto o simplemente disfrutarlo. Y algunos lo disfrutan de manera libre y otros de manera mística.

Hay gente que se conmueve, en el arte sonoro hay poesía. En la instalación a veces hay un lapso más educativo, de traer en frente una información, hay vibras que gustan mucho, que tienen contenido antropológico o ecológico y creo que son formas que el arte está haciendo útil, de alguna manera trae a colación cosas que estamos dejando pasar; si de repente estás en una instalación en que escuchas el pajarito de allá del sur a punto de extinguirse en el humedal, es la belleza de esa situación que te trae el artista hasta acá. Es una posibilidad de exponerla de forma maravillosa, a través del sonido… muchos ven en el arte sonoro la intuición como algo lejano. Pero con una disposición adecuada y con esa libertad aparecen cosas muy bellas.

-Si el arte entrara habitualmente por los oídos, ¿el sonido podría entrar por la vista?… ¿que hay de visual en tus composiciones o improvisaciones?

-Interesante. Creo que hay algo, cuando estamos en el escenario nos hacemos presente en vivo y es como si uno pudiera ver al pintor antes de la exposición en su taller, es un laboratorio en directo. Es una experiencia en la que estás siendo testigo de ese proceso, un estado mágico que se pone entre el músico y el público.

-Participaste tanto en proyectos radiofónicos como en importantes bandas sonoras de películas ¿Cuál es la experiencia que te interesa de esto?

-Sí, me interesé en piezas radiofónicas como obra no-comunicacional, en el lienzo enorme que es el espacio electro-magnético. Inspirado un poco en un poema de Plonka, que habla sobre el viento que recorre la ciudad de Valparaíso con olores traídos desde oriente. Poéticamente y sin las barreras de la Archi, creo que el espacio electro-magnético es lo más cercano al mundo libre, el cosmos: la eterfonía.

En el cine documental también, creo que es importante que lo haga: siento que la música ahí toma un nuevo valor y se aleja más de mí, que pertenece a la narración y eso para mí es maravilloso.

Por Pía Sommer Catalán 

El Ciudadano Nº148, noviembre 2013

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