Por Esteban Téllez Villagrán

En un país donde el deporte de alto rendimiento a menudo lucha por respirar fuera de la omnipresente sombra del fútbol, la trayectoria de Daniela “La Leona” Asenjo emerge como un potente y doloroso testimonio de abandono institucional. Esta valdiviana aguerrida, que ostenta el título mundial Silver del Consejo Mundial de Boxeo (WBC) y fue monarca de la IBO, se prepara para un nuevo desafío: el 1 de junio en Taraz, Kazajistán, se enfrentará a Angelina Lukas por el título mundial de la IBO en la categoría de peso súper mosca. Sin embargo, esta crucial batalla se librará sin el eco del respaldo oficial, sin el aliento de las autoridades ni el soporte de los estamentos públicos.
Esta falta de apoyo no es un golpe aislado en la carrera de Asenjo. Ya en 2022, tras su resonante conquista del título mundial en tierras francesas, su voz se alzó para denunciar la indiferencia de las autoridades, revelando la ausencia de llamadas o apoyo previo a su trascendental combate. La historia se repite ahora, pintando un cuadro de negligencia sistemática hacia aquellos deportistas que, como Daniela, portan la bandera chilena en escenarios deportivos de prestigio internacional. Es innegable que si un hombre estuviera en la misma posición, a las puertas de un campeonato mundial, su historia resonaría en cada rincón de los canales de televisión, acaparando portadas y generando un fervor nacional que hoy, lamentablemente, se percibe silenciado.
Daniela conoce de cerca el sabor amargo de la falta de apoyo. El mismo título mundial de la IBO que ahora anhela recuperar fue suyo en el pasado, el cuál defendió con exito en una primera ocasión, pero la asfixiante falta de recursos la obligó a tomar una decisión desgarradora: dejarlo vacante, tras no poder realizar la segunda defensa. Organizar una defensa de un campeonato mundial exige una inversión considerable, un monto que superaba con creces las posibilidades de Asenjo ante la ausencia de respaldo institucional. La imposibilidad de costear los gastos inherentes a una velada de tal magnitud, que incluyen la logística internacional de jueces y la cobertura de los costos del equipo rival, la forzó a renunciar al cinturón que con tanto esfuerzo había conquistado. Esta dolorosa experiencia subraya la cruel realidad que enfrentan muchos deportistas chilenos de alto rendimiento, donde la falta de apoyo económico puede truncar carreras y desvanecer sueños de gloria.
El desamparo institucional trasciende la mera falta de reconocimiento hacia el encomiable esfuerzo individual de Asenjo. Se erige como un claro exponente del desinterés estatal por cultivar disciplinas deportivas que se apartan de la hegemonía del fútbol. Mientras otras naciones invierten estratégicamente en sus atletas, elevándolos a la categoría de embajadores culturales y símbolos palpables de orgullo patrio, en Chile se les relega a la autogestión, forzándolos a navegar por las procelosas aguas de la búsqueda de financiamiento en un sector privado que, con frecuencia, también les da la espalda.
La inspiradora historia de Daniela Asenjo debería ser un motivo de celebración unánime y profundo orgullo nacional. En lugar de ello, se erige como una denuncia elocuente de la manera en que el Estado chileno falla estrepitosamente en su deber de apoyar a aquellos que, con tenacidad y sacrificio, elevan el nombre del país a las cumbres del deporte mundial. Urge que las autoridades asuman plenamente su responsabilidad y extiendan el apoyo indispensable a nuestros deportistas, antes de que más talentos se vean forzados a renunciar a sus sueños ante la implacable realidad de la falta de recursos y el abandono institucional.
Por Esteban Téllez Villagrán
Entrenador de boxeo en club KO Valdivia
Fuente fotografía
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