Por Carlos Gutiérrez P.

Los días 6 y 8 de agosto se cumplieron 80 años del lanzamiento de las primeras bombas atómicas en el marco de un conflicto bélico, contra la población civil de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, como decisión del gobierno de Estados Unidos en el marco de la Segunda Guerra Mundial en el teatro bélico del Pacífico.
A partir de ese momento el arma nuclear entró en los registros de un arma de destrucción masiva y que se constituyó en un factor determinante de las estrategias y las doctrinas militares de los países poseedores, así como de las definiciones de las políticas de seguridad y defensa que marcaron la segunda mitad del siglo XX sobre la base de la disuasión nuclear ante el peligro de la destrucción mutua asegurada.
Como por lo general sucede cada año, hay rimbombantes declaraciones sobre los peligros que esta arma conlleva a la vida humana, pero no se menciona al único país que hasta ahora la ha ocupado, Estados Unidos, ni tampoco las acciones actuales que la disputa geopolítica en la región asiática tiende a ponerla al centro de las decisiones estratégicas.
En el espacio Asia-Pacífico hay tres países que poseen armas nucleares China, India y Pakistán, pero hay otros actores que circulan en torno a esta opción, junto a nuevos procesos armamentísticos y acciones que tensionan a una zona a la que se ha desplazado el eje mundial de la economía y la política.
Occidente continúa con su lógica de constituir estructuras de alianzas, que repite el esquema de la guerra fría, proyectando estructuras europeas como la OTAN. Para esto se han realizado visitas exploratorias y comentarios de líderes atlantistas, bajo la narrativa clásica de preparación y conformación de una estructura defensiva. Así se han expresado en visitas a la región, líderes como Mark Rutte, Macron, y el actual canciller alemán.
Los más altos dirigentes gubernamentales estadounidenses actuales se han referido permanentemente que deben prepararse para el conflicto principal que es contra China, y es uno de los argumentos que esgrimen para cerrar el teatro de operaciones europeos en el conflicto ucraniano, o, en el peor de los casos, dejárselos completamente a cargo de la OTAN europea.
Así es como en el año 2021 fue creada la AUKUS, una alianza entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos, que se centra en la cooperación militar y para contrarrestar a China, teniendo un fuerte componente nuclear al transferirse tecnología de submarinos nucleares a Australia. Este país ha actualizado bastante su poder militar, y últimamente ha encargado la construcción de 11 naves marítimas furtivas a Japón, con los más altos estándares de tecnología y armamento.
También existe el QUAD, iniciativa que agrupa a Estados Unidos, Japón, India y Australia, y que tiene como objetivos claros la contención de China, a través de un incremento de la presencia naval y el gasto militar.
El 6 de agosto en el Foro Ketagalan 2025 en Taipei, el ex ministro del Reino Unido y el principal responsable de la tragedia ucraniana, Boris Johnson, en su discurso aseveró que “cualquier intento de China de burlarse de Taiwán o anexarlo nunca tendrá éxito… Ahora es momento de mostrar que nos importa. Cuanto más insistamos ahora en la necesidad de proteger la libertad en Taiwán, menos sufrimientos podremos evitar en el futuro”. Celebró el aumento del gasto militar de la isla y expresó el apoyo anglosajón. También expresó que nadie quiere un cambio de equilibrio de poder en Asia e instó a que Reino Unido y Europa no deben retirarse, sino avanzar con valentía hacia Taiwán.
Cualquier parecido con los encendidos discursos que hizo en marzo de 2022 en relación a Ucrania, no es coincidencia.
Es una zona que, en este año, en pocos meses y después de mucho tiempo, han ocurrido dos extrañas guerras en territorio asiático.
El conflicto entre India y Pakistán, que tiene un largo historial, se reactivó y tuvo una alta intensidad, aunque afortunadamente fue de corta duración. Más de un analista vio aquí mano ajena, sobre todo en una zona que camina al ritmo de China para la integración y que siempre ha sido aliada de Pakistán. Es claro que hay un pequeño resquemor con India por el liderazgo regional, y con el cual han tenido también discordias históricas y que además siempre ha sido considerada cercana a las políticas de Estados Unidos.
La guerra entre Camboya y Tailandia, también de muy corta duración, logró llegar a un acuerdo de 13 puntos para resolver sus tensiones fronterizas, a principios de agosto.
En la prensa asiática se escribió profusamente que este conflicto obedece a un intento externo a la región para interferir en la Franja y la Ruta china. El ferrocarril panasiático que tendría una longitud de 6.000 kilómetros, se espera que tenga un fuerte impacto positivo en el sudeste asiático. Para el año 2026 se esperaba implementar una línea ferroviaria en Camboya que conectara su capital con las capitales de Vietnam y Tailandia, y finalmente con China. Ya había sido congelado el trazo con Myanmar debido al conflicto militar interno.
Ambos países también tienen alianzas distintas, Camboya con China y Tailandia con Estados Unidos.
A estos conflictos debe sumarse la inestabilidad que significó el autogolpe en Corea del Sur, por parte del presidente Yoon Suk-yeol, y las semanas críticas que le siguieron para construir un nuevo gobierno, en lo que es la cuarta economía de Asia, y que comparte una frontera muy sensible con Corea del Norte. Esta larga crisis política interna pasó por momentos muy complejos, entre ellos las disputas en el Congreso y entre la institución policial y el ejército.
La elección en Taiwán de un liderazgo más agresivo hacia China también cierra expectativas de acuerdos y resolución pacífica del conflicto por su estatus político.
También están en desarrollo los impactos que tendrán las políticas punitivas arancelarias del gobierno de Trump, que alcanzaron porcentajes altos en economías como la vietnamita, Laos, Birmania, Taiwán, Tailandia, Camboya, Malasia, Indonesia, Myanmar, y el caso especial de India.
A este país, se le ha aplicado sobre el arancel base un nuevo 25 % extra debido a la compra de petróleo ruso, como parte de las amenazas de Trump por cooperar en el comercio con Rusia. El primer ministro Modi ha respondido a las presiones con un discurso soberanista, y con la búsqueda de nuevos mercados para sus productos, así como de algunas compras, y un acercamiento a sus socios del Brics. El día 6 de agosto entre India y Rusia se firmó un protocolo para ampliar la cooperación industrial y tecnológica, justo después de la imposición por parte de Trump de este arancel de castigo.
Las relaciones entre Rusia y China también se han profundizado, y en los últimos meses se han llevado a cabo varios encuentros al más alto nivel y en el último de ellos, el líder chino declaró que ambos países deben reforzar su apoyo en foros multilaterales, y que ambas naciones están creando un modelo para un nuevo tipo de relaciones internacionales.
Un momento importante de la situación y las relaciones en el mundo Asia-Pacífico se llevará a cabo con motivo del 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial justamente en esta región del mundo.
En los últimos meses también se han realizado múltiples maniobras y ejercicios militares entre países con afinidades geopolíticas:
Julio: ejercicios de combate aéreo entre Estados Unidos y Filipinas. Maniobras en Taiwán, que incluyeron fuego real, la presencia de nuevos tanques de combate y más de 22.000 reservistas. Maniobras de la armada rusa en el Pacífico (Mar de Japón) y Ártico, con 150 naves y 120 aeronaves, y 15.000 efectivos.
Agosto: maniobras conjuntas entre China y Rusia en el Mar de Japón. Maniobras conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur, incluyeron una simulación de una guerra nuclear real.
Se ha confirmado una reciente decisión de llevar a cabo patrullas navales conjuntas entre Rusia y China, luego del exitoso ejercicio en el Mar de Japón, lo que ratifica y profundiza una asociación estratégica que desafía la arquitectura de seguridad que ha implantado Estados Unidos y sus aliados.
También Rusia ha incrementado sus contactos con Asia. Ha firmado un acuerdo de asociación estratégica con Corea del Norte, que le posibilitó la participación de contingente coreano en la guerra en Ucrania, y la incorporación a este de modernas tecnologías armamentistas a su arsenal.
Solo en el último par de meses reforzó sus relaciones con Laos en el ámbito económico y de transporte de mercancías; con Indonesia que fue el invitado principal al foro de San Petersburgo, y con el cual tiene cooperación en materias agrícolas, energéticas y militares; con Malasia, cuyo rey por primera vez visita a Moscú.
Hoy día ya son seis los países asiáticos miembros de los BRICS+ y que en la zona representan a las mayores economías, población y perspectivas de desarrollo: China, India, Malasia, Vietnam, Indonesia, y Tailandia.
Pero, el papel principal en esta región lo tiene China, que busca consolidarse como potencia regional en un área donde despliega sus intereses nacionales más directos, y su estrategia básica ha sido desarrollar al máximo su capacidad de poder naval.
China se prepara para superar a Estados Unidos en la construcción de buques de guerra. En un momento en que los astilleros estadounidenses luchan por reparar los barcos que tienen, dos de las mayores empresas de construcción naval se están fusionando en China. Pondrán fin a la competencia entre ellos y servirán colectivamente a los intereses del Ejército Popular de Liberación (EPL).
La próxima fusión creará el astillero más grande del planeta con ventas anuales totales de 122 mil millones de yuanes (más de 17 mil millones de dólares), casi el doble del tamaño de su competidor más cercano, Hyundai Heavy Industries de Corea del Sur.
Por el contrario, en Estados Unidos se está reduciendo la capacidad de los astilleros. Según estimaciones de la publicación militar especializada The Eurasian Times, los estadounidenses están 20 años por detrás de los chinos en términos de trabajos de reparación.
La producción naval estadounidense se encuentra en mínimos históricos, ha disminuido en más del 85% desde la década de 1950, y el número de astilleros estadounidenses capaces de construir barcos grandes ha caído en más del 80%.
Los astilleros estadounidenses sufren escasez de mano de obra. Si en los años setenta Estados Unidos construía el 5% de los buques comerciales transoceánicos del mundo, ahora sólo representa el 0,2%. Por otro lado, China, Japón y Corea del Sur representan actualmente en conjunto más del 90% de la industria de construcción naval comercial del mundo.
Otra ventaja de China es la relativa juventud de sus barcos. Alrededor del 70% de los buques de guerra chinos fueron botados después de 2010, mientras que sólo alrededor del 25% de los buques estadounidenses fueron botados después de esa fecha.
China ya tiene la mayor fuerza de combate naval, operando 234 buques de guerra frente a los 219 de la Armada de Estados Unidos. Y esto sin contar los 80 pequeños patrulleros equipados con misiles que pertenecen a la Guardia Costera china. Los estadounidenses tienen miedo de luchar contra un enemigo así.
Además de la pura superioridad numérica, la Armada china pronto superará (si es que no supera ya) a la Armada estadounidense en otro indicador crítico del poder naval: el número total de células de sistemas de lanzamiento vertical y lanzadores de misiles avanzados.
Los estadounidenses cuentan actualmente con unas 10.000 células de despegue vertical en sus barcos de superficie y submarinos. Pero la marina china se está poniendo al día rápidamente. Si en 2004 los buques de guerra estadounidenses tenían 222 veces más lanzadores que la flota china, ahora tienen sólo tres veces menos. Si continúa el progreso actual, para 2027 China tendrá más lanzadores que la Armada de Estados Unidos.
Las tensiones en Asia aumentan paulatinamente; a la par del eje económico que liderarán los países del BRICS+, con China a la cabeza, camina la fricción militar que tiende a organizarse en alianzas y acuerdos bilaterales.
La decadencia del atlantismo occidental quiere seguir jugando cartas relevantes que ya no posee, pero donde radican justamente los peligros. El inicio del conflicto mundial de los años 40 del siglo pasado radicó en la disputa por la hegemonía de la región, entre Estados Unidos y Japón, en un marco de intereses coloniales que se mantenían de siglos anteriores.
Es de esperar que no solo la violencia extrema que se vivió en ese conflicto nos sirva de experiencia, sino también y sobre todo cómo fue el término de aquella, que a través del devastador armamento nuclear inauguró una época en que se hizo verosímil el término de la humanidad.
Por Carlos Gutiérrez P.
Carta Geopolítica 57. 12/08/2025
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