La interrogante es ¿Por qué la memoria de un hombre, un dirigente político, militar, dotado de enorme fe religiosa, entregado a una causa justa como es la defensa de su pueblo y la solidaridad activa con otros pueblos, despierta estas emociones?
Me refiero al hecho innegable de que, tras un año desde aquel trágico 27 de septiembre de 2024 que significó el asesinato de Sayyed Hassan Nasrallah a manos de un ataque del régimen nazisionista israelí en Beirut, su eminencia nos hace falta. Sentimos que hemos perdido a un hermano, a un ser querido. Extrañamos sus palabras, sus acciones, que hace imperativo traer al presente, a la lucha actual, la necesidad de impulsar su legado. El mensaje emitido tras su martirio aún genera escalofríos al sentir que ya, físicamente, Hassan Nasrallah ya no estaría con nosotros (1).
Porque recordar -palabra que proviene del latín recordis, que significa volver a pasar por el corazón– me genera un estremecimiento en el corazón y que otorga la certeza que Sayyed Hassan Nasrallah, así como lo señalaba el héroe cubano José Martí ha cumplido esa máxima respecto a que “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.

Sayyed Hassan Nasrallah ha cumplido esa labor con creces, con un legado imperecedero de un líder clave en la consolidación de un pensamiento y una práctica revolucionaria. La referencia es de ese tipo de hombre, que se muestra como el escalón más alto del ser humano.
Hassan Nasrallah nació un 31 de agosto del año 1960. El mayor de cinco hermanas y tres hermanos, criado en el barrio de Karantina, en una zona carenciada de los suburbios orientales de Beirut, la capital libanesa. Sus propias raíces lo impulsaron a participar activamente de la defensa de los suyos, de su creencia y de su país, emergiendo con un papel de liderazgo tras la invasión del ente sionista al Líbano el año 1982.
Sayyed Hassan Nasrallah se evidenció, desde temprana edad, como un estudioso, base de su capacidad de estratega político y militar, donde también es posible distinguir en el análisis de su biografía a un ser amante de su familia, de su pueblo en la lucha por la justicia contra los poderes hegemónicos y arrogantes.
Un clérigo que se nutrió del pensamiento de grandes maestros. En su paso por la ciudad de Tiro, por ejemplo, con el profesor de educación islámica Mohammad al-Gharawi, quien lo apoyó para viajar a Najaf en Irak y conocer allí a Muhammad Baquir Al Sadr. Un mentor como Al Sadr que encargó a Abbas Al Musawi –futuro secretario general de Hizbullah– que se preocupase de aquel joven deseoso de aprender.
Una relación fructífera que conduciría a un hecho fundamental para la vida de El Líbano: ser parte de la fundación de Hizbullah. Sayyed Hassan Nasrallah fue un clérigo que en su paso por la ciudad santa de Qom conoció también a seres humanos relevantes como el fallecido imán Ruhollah Jomeini y a su sucesor y actual líder religioso iraní Sayyed Ali Jamenei. Nuestro recordado Nasrallah bebió de aguas poderosas y vertió ese conocimiento en beneficio de su pueblo y la lucha de los pueblos.
Con apenas 32 años y tras el asesinato de Abbas al Musawi, a manos de las fuerzas de ocupación sionista, el Consejo de la Shura del movimiento de resistencia libanés se reunió y eligió a Sayyed Hassan Nasrallah como secretario general de Hizbullah, del cual sería reelegido en varias ocasiones hasta su martirio el año 2024.
Bajo su liderazgo, el Movimiento de Resistencia islámica de El Líbano se consolidó como un actor imprescindible en el escenario político y social de su país. Con presencia parlamentaria, con voz y voto decisivo en materia de la defensa de su país. Denunciando a los entreguistas y a aquellos que, en general, tanto en el Líbano como también en otras partes del mundo, obedecen a la voz y a la bota sucia que los ultraja.
Hizbullah, bajo la guía de Hassan Nasrallah, se robusteció con el ejemplo para llevar adelante aquella máxima de que el mejor decir es el hacer. Llevando a cabo obras sociales, amplificando la voz del pueblo chiíta en principio y de la sociedad libanesa, en su conjunto, posteriormente, a los foros parlamentarios, gubernamentales.
Un Movimiento dotado de una profunda raigambre social, proveedor de servicios básicos, de escuelas, hospitales, comunidades insertas en lo profundo de la sociedad libanesa. Dotado de sus propios medios de información, porque llegar con la voz y las ideas sin intermediarios es fundamental en la creación de conciencia y fortaleza revolucionaria.
Hablar de Sayyed Hassan Nasrallah es dar cuenta de un internacionalista que ayudó a consolidar el eje de la resistencia junto al mártir Qasem Soleimani –ambos hombres valerosos, simples, humanos hasta la médula- capaces de sacrificar sus vidas dando ejemplo de humanidad y lucha desde Irán, pasando por Irak, Siria, Palestina y Yemen. Mostrando a los pueblos de Asia occidental que el camino de la libertad pasa también por el martirio, el morir por una causa justa, colectiva, clara, precisa, concreta, valerosa.

Sacrificar la vida como testimonio de su fe y la causa noble que lo motiva es un legado que impulsa, que motiva, que hace del Shahid Nasrallah un ejemplo. El martirio es una de las virtudes humanas más elevadas y el tipo de muerte más noble. “No digas que aquellos que fueron asesinados en el camino de Dios están muertos, están vivos, incluso si no eres consciente de ello» (2).
El rol jugado por Sayyed Hassan Nasrallah, para fortalecer las capacidades políticas y combativas de la resistencia palestina son parte de este legado para apoyar a un pueblo que sufre hoy el genocidio más horrendo que haya vivido la humanidad en los últimos tiempos. Eso es parte de una herencia enorme en su apoyo irrestricto a la causa palestina, llevada a cabo para aquellos que efectivamente son parte de la lucha por la liberación de Palestina. No para los que, en forma genuflexa, traicionan los objetivos de autodeterminación palestina y se someten al ocupante.
No es casual que los principales movimientos de la resistencia palestina, como Hamás y la Yihad Islámica, tengan a Nasrallah como una figura señera en su lucha diaria, que reconozcan la importancia de su figura, considerando su liderazgo esencial en la construcción del llamado “Eje de la Resistencia”, en el que Hizbullah actúa como un referente y soporte. Nasrallah influyó fuertemente para que la causa palestina fuera un eje rector en la lucha del eje de la resistencia en su conjunto. La liberación de Al Quds tiene que ser un punto unificador de los árabes en particular y de la Umma en general.
Un líder clave en la consolidación de un eje de la resistencia que, con altos y bajos, ha dado el combate por la dignidad de los pueblos, sirviendo de guía. Un símbolo de la lucha contra el régimen nacionalsionista israelí en su expulsión del territorio libanés, en su derrota, al lograr la retirada de esas fuerzas ocupantes el año dos mil después de dos décadas de mancillar el sur del Líbano.
Un dirigente que enfrentó agresiones, atentados, ataques a su familia y que, sin embargo, lo veíamos y escuchábamos en la primera línea de combate al agresor, derrotándolo en la guerra de los 33 días en el año 2006, propinándole una derrota humillante a esa entidad criminal como es la israelí.
Sayyed Hassan Nasrralla no sólo fue un símbolo de la valentía de este pueblo libanés, enfrentando a potencias occidentales que tienen en la región a su perro fiel, su testaferro -el sionismo y su visión supremacista, racista y criminal, que lleva adelante procesos de agresión, ocupación y genocidio. No sólo contra la sociedad libanesa, sino contra el conjunto de los países que no aceptan la arrogancia de esas sociedades criminales.
El Líbano enfrenta a ese sionismo y sus aliados porque busca la paz, pero no a cualquier precio, no es la paz de los sometidos, sino de los dignos. El alcanzar la mancomunidad de objetivos en una sociedad diversa, compleja, pero donde gran parte de su población tiene como estandarte los conceptos de soberanía y dignidad.
Nasrallah ha sido y lo es hoy, indudablemente, un faro en la lucha por la completa autodeterminación de El Líbano, libre de ataduras y presiones de ex metrópolis como Francia y del neocolonialismo estadounidense. El Líbano, con el ejemplo de Nasrallah y con Hizbullah, ha tomado la posta con su actual liderazgo y sirviendo además de referente para los movimientos de resistencia y liberación, no sólo en Asia occidental, sino que en el conjunto del planeta.
Hoy, la lucha en El Líbano contra los agresores externos y los entreguistas internos debe tener como estandarte la bandera, el legado de Sayyed Hassan Nasrallah. Como también en Palestina, para poner fin al proceso de ocupación, colonización y genocidio que el sionismo israelí y sus aliados llevan a cabo. Allí la luz de Nasrallah se eleva resplandeciente, conduce de la mano de los mártires del pueblo palestino.

En las calles del mundo la imagen de Sayyed Hassan Nasrallah se ha ganado su lugar, su legado se expresa en los millones de seres humanos que exigen el fin de la hegemonía y la arrogancia occidental. El recuerdo de Hassan Nasrallah es rememorar al guardián, no sólo de El Líbano, sino también de Palestina, de Yemen, de Asia occidental en su conjunto, y se amplía a Latinoamérica. Su rostro es parte indisoluble de la lucha contra las potencias hegemónicas y altaneras. Es parte del retrato imperecedero de aquellos que ofrendan la vida por una mejor humanidad.
Por Pablo Jofré Leal
Periodista. Analista Internacional.
Artículo para Al Mayadeen
- La Resistencia Islámica comenzó su declaración dando cuenta del martirio de Sayyed Hassan Nasrallah con el versículo: Que luchen en el camino de Alá, los que venden la vida de acá para el Más Allá; A quien luche en el camino de Alá y luego sea asesinado o someta, pronto le daremos una gran recompensa. (Surah al-Nisa‘, verso 74) «Su eminencia, el líder de la Resistencia, el piadoso siervo de Dios ha pasado a Dios como un gran líder, un valiente mártir, uniéndose a los mártires de Karbala… en el camino de los profetas», se leyó en aquel mensaje estremecedor. https://espanol.almayadeen.net/articles/1922594/m%C3%A1rtir-sayyed-nasrallah–libertador-del-l%C3%ADbano–rompedor-de ↩︎
- La frase proviene directamente del Corán, específicamente de la Sura Al-Baqarah, versículo 154. ↩︎
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