Lo que se inicia con un viaje a Potosí, la mina de plata más grande del mundo que generó la expansión que dio origen a Buenos Aires y el Río de la Plata, en el último ensayo de José Bengoa acaba siendo un viaje que nos lleva a la destrucción de Tenochtitlán, a la Península española cuando convivieron durante siglos moros y cristianos; al sultanato de Zanzíbar cuando era un prominente mercado de personas esclavizadas; a la aventura del misionero Matteo Ricci en la China imperial o el desalojo de los pehuenches del valle de Quinquén, ocurrido en los albores de la postdictadura.
Y varias historias más aparecen entrelazadas en ‘Viaje a Potosí. Crónicas acerca de la larga historia de América, el exterminio, el mestizaje y elogio del indigenismo’ (Catalonia, 2025), ensayo dedicado a analizar la emergencia y eclipse del indigenismo en América Latina, escrito por el licenciado en Filosofía, José Bengoa, quien apasionado por la historia y la antropología inició sus investigaciones en el CESO de la Universidad de Chile dedicado al tema agrario, temática de su primera publicación ‘La cuestión del trigo y la región cerealera en Chile’ (1981). Sin embargo, su obra posterior ‘Historia del Pueblo Mapuche’, editada desde 1985, fue ceñera en abrir un amplio campo de una rica historiografía sobre el pueblo mapuche aún en construcción.
Posteriormente, Bengoa ha vuelto sobre los temas indígenas y campesinos en ‘Historia social de la agricultura chilena’ (1991), ‘Conquista y barbarie’ (1992), ‘La comunidad perdida’ (1997) y ‘La emergencia indígena en América Latina’ (2000), entre varios otros libros. Su obra fue recientemente galardonada con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2025).
José Bengoa conversó con El Ciudadano sobre la trascedencia del descubrimiento de Caral en la comprensión de las civilizaciones americanas, el exterminio de los diaguitas a manos de Francisco de Aguirre y sobre las regiones de refugio que cobijaron a pueblos indígenas que arrancaron de la violencia colonial y la expansión republicana sobre sus tierras.
El libro lo planteas como una continuidad de Viaje a Caral, tu escrito anterior
– Caral ha sido descubierto recientemente por Ruth Shady, una arqueóloga peruana, hace apenas unos 15 años atrás y recientemente en la misma región ha habido un nuevo descubrimiento de otras ruinas cercanas. Estamos ante un mundo que se está descubriendo recién. Esto tensiona al eurocentrismo que ha sido permanente. Estamos hablando de la existencia en nuestro continente de civilizaciones tan antiguas como Mesopotamia y Egipto.
Hay dos espacios que tienen un significado que para mí es muy decidor. Primero Caral, que es la primera ciudad de América, que se está datando en unos 5 mil años de antigüedad. Tenía cosas tan espectaculares como que no hay rastros de armas, lo que indica que no había guerra, lo cual es un dato más que significativo. Lo que sí se han encontrado es una cantidad enorme de instrumentos musicales. Es decir, se sugiere que había un poder que seducía en base a la música y la fiesta. Lo cual permite pensar en contra de lo que dijeron Thomas Hobbes de que en el inicio era la guerra. Uno podría decir que en América no fue la guerra.
Y segundo: viajamos con mi mujer al norte del Perú, llegamos a las ruinas de Caral. Ahí estuvimos un día entero, mirando, recorriendo, recogiendo piedras, dejándose seducir por este pasado. Un poco antes o después fui invitado a un seminario en Bolivia y tuve la oportunidad de ir a Potosí. Estuve allí con el director del Museo Casa de Moneda y subimos al Cerro Rico hasta la cumbre. Y quedé muy impresionado con esto. Es el símbolo de la colonización brutal de América. Esos socavones interminables, en donde entraban los indios esclavizados y los tenían que sacar de los pies porque no se podían dar vuelta. Murieron así por miles, cuentan los mismos cronistas españoles. Eso está ligado después a lo que fue el katarismo, Túpac Katari, que casi terminó con La Paz y el objetivo de Katari era conquistar Potosí.
En Potosí se produjo una relación en que el indio era semi esclavo, semi siervo, esta mita mentirosa que armó el virrey Francisco de Toledo. Para mí estos dos símbolos marcaban uno: la utopía arcaica, en el decir de Mario Vargas Llosa. Que está penando en lo de Caral y que sigue siendo una asignatura pendiente en América, en un mundo que fue destruido como dijo el padre Bartolomé de las Casas, quien dio cuenta del exterminio de los indios de la Nueva España. Pese a que se pensó en algún momento que los indios iban a desaparecer, pasó que vuelven después desde las cenizas. Así este libro trata sobre el indigenismo y la emergencia indígena.
Comentas que la violencia de la conquista española tiene su origen en la expulsión de los moros de la Península, rescatando sucesos desconocidos de violencia racial
– En este libro me meto a tratar de entender la violencia en América. Por eso parto con los moriscos, que pese a haberse convertido al catolicismo los matan en el mediterráneo por miles, como ocurrió con la expulsión de los moros de Valencia en 1609-1610. Existió además una suerte de mirada etonoracial que va a llevar a una limpieza étnica en España, que es de las primeras que se hace en el mundo moderno con los árabes. Y ahora que estamos viendo la limpieza étnica que está habiendo en Gaza. La limpieza étnica en América tiene su origen en lo que se hizo con los moriscos.
De igual modo, en la misma experiencia europea hay otras formas de conquista para enfrentarse a culturas diferentes. Mencionas el viaje a la corte imperial china del misionero italiano Matteo Ricci
– El mundo europeo desplegó diferentes formas de conquista. Algunas más brutales, como el caso de África o más conversada, por decirlo así, en el caso de Asia en su momento. Matteo Ricci realmente es un caso maravilloso, quien llegó a la corte imperial, aprendió a hablar mandarín, la misa la hacía con pan de arroz, no con trigo ni vino. Su travesía da cuenta de que los mismos europeos tenían formas distintas de relacionarse con otras culturas.
FRANCISCO DE AGUIRRE Y EL EXTERMINIO DE LOS DIAGUITAS
Mencionas también la figura de Francisco de Aguirre, con sus dimensiones como conquistador: genocida de pueblos indígenas y padre de hijos huachos. No en vano, la estatua de Francisco de Aguirre en La Serena fue la primera derrumbada durante el estallido
– ‘Más vale el favor que se hace en tenerlos, que el pecado que se hace en hacerlos’, decía Francisco de Aguirre para defender su fama. He hablando del en el libro porque la historia dice mucho: estaba Pedro de Valdivia y sus huestes acá en el centro, cuando le avisan que hay una insurrección en El Elqui, La Serena. Le avisan y mandan a Aguirre, quien había llegado desde Tucumán y parte con un destacamento para controlar la insurrección. Llegan allá y matan a todos los diaguitas. No dejan a nadie vivo y fundan La Serena hispánica. Siempre me llamó la atención, escribí alguna vez en la revista Patrimonio Cultural sobre el museo de La Serena, que muestra a los diaguitas, sus vasijas maravillosa. Hay una cantidad enorme, pero se termina la muestra diaguita y hay otra sala con La Serena hispánica y no dice una palabra sobre el cómo se acabó ese mundo diaguita. Entonces decía a mis estudiantes con quienes andaba allá que la respuesta de esta pregunta estaba saliendo a la calle, llamada Avenida Francisco de Aguirre. Y si vamos al hotel, el mismo nombre. Hay una contradicción brutal.
La misma historia habla de los diaguitas como pueblo extinto
– Parecían extintos los diaguitas hasta que encontré un documento de la Guerra del Pacífico que lo hice correr a los amigos de La Serena en la que sale un listado de diaguitas enrolados en el Ejército y salen unos 20 apellidos. Aparecen apellidos que se reconocen hoy terminados en ai o ay: Sulantay, Campillai, ese tipo de apellidos. Es decir, hasta fines del siglo XIX quedaba una identidad diaguita. Vemos así que empiezan a resurgir las identidades indígenas desde las cenizas en este proceso de etnogénesis en toda América latina.
EL HUNDIMIENTO Y LAS ZONAS DE REFUGIO
Podrías explicarnos la noción del hundimiento como forma de resistencia
– Discuto con algunos antropólogos franceses que andaban buscando al hombre primitivo. Creo que el enfoque debe ser diferente porque la realidad hoy constata que en vez de buscar a primitivos, se trata de pueblos indígenas que ante la conquista desarrollaron estrategias de sobrevivencia. Pongo el caso de los shuar, llamados malamente jíbaros, quienes estaban mucho más cerca de los incas del altiplano que los españoles. Pues bien, se empezaron a meter por el río Napo perdiéndose para adentro. Yo uso una palabra de Alejo Carpentier que es hundirse, los que se hunden en la selva y tiene esa idea en ‘Los pasos perdidos’, en la que un delegado del museo del Hombre de París que anda buscando instrumentos musicales perdidos y parte en Caracas y se va metiendo por el Orinoco para adentro. Y se va perdiendo y enloqueciendo. Esa idea de locura que tiene la selva, también aparece en África. De igual modo, un amigo, un profesor me dijo que también había alzamiento, que se iban para arriba, que se escondían en la montaña. Están los dos fenómenos: hundimiento y alzamiento. Tenemos también acá a los pehuenches, quienes se fueron para la montaña: Quinquén significa escondite.
La idea de hundimiento se relaciona con ‘regiones de refugio’, noción de Gonzalo Aguirre Beltrán
– Gonzalo Aguirre Beltrán es un antropólogo mexicano que saca esta idea y la empieza a mapear en América latina buscando esas áreas que quedaron suspendidas en el tiempo: el Amazonas, el altiplano, Quinquén y el Alto Bio Bio, entre otras. En este último caso la gente que vivía para arriba hacían conchavos con los piñones: llegaban con sacos de piñones y los cambiaban por harina, azúcar, mate. Allá en el norte, piensa que el camino que va desde Iquique a Colchane se abre recién con Eduardo Frei Montalva en 1967, alcanzando así zonas de refugio en donde se han mantenido las culturas más prístinas.
Estas nociones tienen también otra dimensión, que se relaciona con la búsqueda del primitivo aislado. Ya sea en el documental ‘Nanuk el esquimal’ o en el libro ‘Tristes Trópicos’ de Levi Strauss aparece ese sueño de la antropología de encontrar a ese primitivo aislado, por fuera del mundo
₋ Lo que llama la atención que ese enfoque ni siquiera es empírico. Llama la atención que en la zona en donde se hablaba más mapudungún es en los alrededores de Temuco. No es verdad que mientras más lejos, más antiguo. De igual modo, efectivamente, la antropología siempre ha sido seducida por encontrar el eslabón perdido. Recordemos que Martín Gusinde fue donde los selk’nam buscando el eslabón perdido.
Lo analizo de igual modo al ver la cuestión del Napo, los shuar, esas mismas personas que fueron consideradas primitivas, como si tuvieran una lógica distinta, una racionalidad diferente, de quienes decían que no tienen capacidad de abstracción. Esos mismos son los que tienen a raya a las petroleras hoy en día. En el Napo había una radio salesiana que funcionaba en base a profesores shuar y ellos estaban viendo la invasión de las petroleras, de los migrantes que llegaban a hacerse dueños de las tierras sin pedirle permiso a nadie, la deforestación. Esos dirigentes eran muy actuales, su racionalidad era tan moderna como cualquiera, lo que da cuenta de que combina muy bien la idea de identidad indígena con la idea de modernidad. La cantidad de profesionales mapuche que hay es impresionante. Los diputados siempre creyeron que si les daban becas iban a dejar de ser mapuches, esa idea de integración. Pensaban que ser indígena era una suerte de enfermedad de ignorancia. Y pasó que mientras más estudias había más conciencia de ser indígena.
EL MESTIZAJE Y EL INDIGENISMO
En relación al mestizaje rescatas la figura de Beatriz Clara Coya, con linaje inca y que se casó con Martín García Óñez de Loyola, gobernador de Chile, entre varios otros matrimonios entre el linaje inca y españoles
– Cuento esas historias porque ahí se abrió una posibilidad en América, en México y, sobretodo, en Perú que no prosperó. Habría sido una América muy diferente en que las autoridades fueran mixtas, por decirlo así. La última investigación que hice fue en Argentina respecto de Mariano Moreno, el gran abogado de la independencia argentina, quien decía que debía darse el poder una vez concluida la independencia a un rey inca, al descendiente de Túpac Amaru. Cuestión que me queda mucho por resolver. Creo que estuvieron de acuerdo algunos generales, pero San Martín no estuvo de acuerdo.
El libro también es un ensayo sobre el indigenismo en América latina, el que dices que concluyó en una conferencia realizada en San Cristóbal de las Casas en 1992. Asistimos entonces a un post- indigenismo
– En esa conferencia estaban una cantidad de escritores e intelectuales: Guillermo Bonfil Batalla; Darcy Ribeiro, un genio romántico, fui discípulo del y me dijo que los momentos más lindos de su vida fueron en el Amazonas; Miguel León Portilla, una genialidad, gente que puso las bases de lo que hoy en día es la emergencia indígena. Sin embargo, pese a los asistentes, la gente que había convocado a esa reunión hablaba con palabras falsas. Salinas de Gortari se presentó como el mayor indigenista y era el mayor ladrón, al mismo tiempo. A los pocos años estalló la insurrección zapatista en Chiapas, lo que dio cuenta que venía saliendo la voz indígena propia. Considero que ese evento fue el fin del indigenismo en el cual abogan por los indígenas los no indígenas, ya sea en el arte, la pintura y la literatura.
Mauricio Becerra R.
El Ciudadano
EL LIBRO POR ACÁ
Viaje a Potosí
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