Estilo Amy Winehouse

Amy Winehouse ha sido una cantante extraordinaria y compositora inglesa admirada, adorada con pasión devota por miles de seguidores en el mundo más o menos desde el 2003 a la edad de 20 años

Estilo Amy Winehouse

Autor: Mauricio Becerra

Amy Winehouse ha sido una cantante extraordinaria y compositora inglesa admirada, adorada con pasión devota por miles de seguidores en el mundo más o menos desde el 2003 a la edad de 20 años. Su música  incluye jazz, rhytm and blues, soul y ska. También ha sido seguida con igual fascinación por su comportamiento, por su vestuario, por su desenfreno, desenfado y desafío.

Se dice que cuando adolescente Amy Winehouse tenía fuerte temperamento, sensibilidad, impulsividad, que se hacía corte en los brazos, que fue expulsada por conducta incompatible de la Escuela de Teatro de Sylvia Young donde estudio entre los 13 y 16 años por no aplicarse y hacerse un piercing en la nariz; además de otros eventos que caracterizarían su personalidad. Su padre escuchaba jazz, especialmente Frank Sinatra, Sara Vaughan y cantaba a su hija desde pequeña; con él tuvo un apego muy grande, lo que la habría llevado a una cercanía estrecha con el jazz que desde que tenía muy escasa edad empezaron a cantar juntos. La calidad de su voz e interpretación encantó a la gente que la rodeaba.

En la adolescencia empezó a aficionarse al alcohol y la marihuana, pero sus dificultades, y catástrofe posterior con las drogas empezaron aproximadamente a los 20 años cuando empieza con el consumo de otras drogas: heroína, craks, cocaína, éxtasis, quetamina. Sin embargo muere a los 27 años por una intoxicación involuntaria con alcohol después de haber estado 3 semanas en abstinencia. La autopsia muestra que no tiene daño en sus diferentes órganos, ausencia de drogas ilegales, y no logra establecer su causa probable de muerte, hasta que estudios entregados 3 meses después dan una concentración de alcohol en la sangre de 4.16 g. por litro, a la que se le atribuye la muerte, calificada como involuntaria probablemente por paro respiratorio. Nosotros aquí en Chile conocemos eso porque el alcohol ha sido el dolor de cabeza de la salud nacional desde siempre, y tal como se conoce hasta ahora el alcohol es un problema de política de drogas controversial, que este caso pone nuevamente en evidencia: es una droga legal pero peligrosa.

El ser humano siempre busca la vida, busca el placer, el bienestar, la existencia se busca así misma tratando de hacerse más fuerte en más satisfacción, más bienestar y gozo, que es la lectura que sabe hacer para seguir el camino que la sustenta. La vida trata de fortalecerse, encontrarse y mantenerse en el placer, y conservarse eternamente. Aquí surge el lanzamiento del ser humano hacia las instancias de la divinidad, al origen y lo eterno, para mantenerse existiendo y conseguir que sea plena y para siempre.

La vida natural biológica trata de conservarse pero a la vez existencialmente siempre el ser humano ha querido abandonarla porque junto con el placer y el sentido pleno de ella esta existencia es un equilibrio con la muerte, el sufrimiento, y finalmente se pierde. Así es que a través de su creatividad, de sus aspiraciones y recursos, el humano quiere apegarse a ella pero a la vez saltar de ella a una dimensión divina por medio de las creencias, las religiones, para obtener la eternidad,  horizonte existencial permanente de todo tiempo y lugar.

En esta búsqueda intrínseca las drogas de todo tipo y especialmente las que actúan en la mente –psicotrópicas- han estado presentes; en las religiones las drogas ocupan un lugar importante. En una comprensión amplia del significado de las adicciones se atribuye su uso a una búsqueda de la trascendencia frustrada, y también de los consumos corrientes de drogas sin adicción. Por eso entonces Amy Winehouse hipersensible, emotiva, intensa en sus vivencias desde joven podría ser alguien en búsqueda de un espiral que estruja el placer -con ambición consciente o no- para irse a una dimensión de la existencia donde no haya riesgo de muerte, dolor y sufrimiento; que se ve que lo tiene. Psiquiátricamente la podríamos diagnosticar como Limítrofe, que está entre la neurosis y la locura, y comprender que sus reacciones al ser tan intensas, fuertes, pueden darle una exquisita capacidad de develar y expresar el alma humana, junto con la opuesta necesidad de calmar insoportables sufrimientos que pueden vivir personas con piel de cristal y alma rasmillada. Esta gran sensibilidad y reactividad los habilita también por lo mismo al efecto placentero, estabilizador, compensador o el significado de las diferentes drogas exponiéndolos a sus resultados negativos.

En los hechos el alcohol la droga que mas la envolvió, subyugo y la mató era un protector y una salida en la época turbulenta de su vida, uno de los antiguos calmantes y anestésicos, un escape a la soledad, a la intensa angustia del naufragio que en sus canciones describe. Amy Winehouse en su estilo pone en el escenario a la diosa y la mujer humano, como en la antigua Grecia, en que las divinidades convivían con las personas en la cotidianeidad, encarnando las limitaciones típicas de la condición biológica mezclada con las virtudes y los poderes que los dioses tenían.

A Amy Winehouse con el hermoso don de la voz, el deterioro físico por el avance de las complicaciones de la adicción,  su desenfado absoluto llega a serle permitido o aceptado que suba a los escenarios embriagada y que siga consumiendo alcohol en medio de las luces, la música y la euforia del público. Da  la impresión de que quienes la rodean, incluso los músicos, que están creando la magia entregados al arte, el baile y la diversión, presencian impotentes para oponerse la dramática salida de la existencia común que ella hace. No solamente porque representa para el círculo inmediato una fuente de riqueza incalculable más allá o más acá de lo monetario, sino  también por esta compleja trama existencial a la que me he referido, en la que se involucra el ser humano: querer mantener la vida en el gozo, pero cambiarla a vida eterna para deshacerse del sufrimiento y de la muerte para siempre. Y hay algunas personas que la han buscado a través de la religión y las drogas. Es lo que representa en la escena la performance en vivo Amy Winehouse, el desafío de atreverse a entregar de verdad su vida yéndose con todo a través de este suicidio de la embriaguez a la búsqueda de la ambición trascendente divina clásicamente humana.

La gente que la adora la ve presente, esmirriada, doblegada por el alcohol, doblada como un churro en el decir popular, dando la batalla que muchos quisieran dar hacia lo desconocido, en la paradójica telaraña del exceso, con el costo de su propio cuerpo, mente y normalidad; esta última una cama cómoda y aburrida que a veces es también una calma feliz y para unos pocos realización auténtica.

El recital de Glastonbury de 2008 empezó al atardecer y mientras trascurría el evento cae la noche, como si fuera la sinopsis de su historia, el resumen del espectáculo conocido de este momento inefable de la vida de la artista, en el que se ve su belleza y su tragedia. Baila oscilando las caderas concentrada en el micrófono, con movimientos sexis solo esbozados para no caerse, pero quienes la conocen ya saben que movimientos son y que irradian erotismo. Canta y su talento la protege de todos los ataques en su contra en medio de su público en trance que le entrega su amor, y recibe de vuelta la experiencia semisagrada de Amy que trasciende lo normal.

Hacia el final de este recital en Glanstonbury quiere acercarse al público. El escenario era una plataforma elevada y hacia abajo otros dos niveles tipo peldaños para poder llegar  donde se encontraba la gente. Uno de los vocalistas negros del coro la baja en brazos como si tomara una pluma para dejarla en el primer nivel, y se la entrega en brazos a un guardia de seguridad  gigantón por cierto quién la baja  a nivel del suelo. Amy Winehouse se acerca con el vestido mini azul y tacones a paso vacilante al público, en medio de las carreras de los técnicos y de seguridad que improvisan soluciones para que no se interrumpa el recital, y se sumerge en el fervor al borde de las butacas, los “adoratrices”  no saben si tocarla o no, allegan las manos con delicadeza, no vallan a estropearle un ala o una patita a la mariposa, con miedo a que la fascinación se disuelva como un holograma y vuelvan a un sentimiento corriente, sin euforia ni ilusión, ni trascendencia ni libertad, a algo con triste o tedioso sabor metálico, de papel o de plástico en la boca y en el corazón.

Por supuesto hay quienes aprovechan la oportunidad de la historia biográfica para decir que Amy Winehouse es un ejemplo del daño, sufrimiento y muerte que las drogas pueden producir a la gente. Es una postura, una forma conservadora de ver las cosas, proyección de un punto de vista personal a una situación prototípica en la búsqueda de trascender la finitud del ser. Es una proyección de la propia vida a lo que “creen” podría ser una experiencia profunda con las drogas, de parte generalmente de abstinentes o de quienes han tenido con las drogas esa experiencia superficial que tenemos todos, y también de adictos arrepentidos que no tienen un don que los salve y simplemente se han tirado solos al precipicio con el desprecio de la mayoría. Es la interpretación que está detrás de la afirmación -un poco ingenua, algo estúpida e ignorante, pero válida si es honesta después de todo-, cuando se dice. ¿Por qué no conseguir lo mismo a capela…sin drogas?

No es el caso de cuando se ha saltado afuera por defecto o por virtud en la búsqueda de una aspiración de las más ambiciosas e irrenunciables en el humano y se sigue el camino hasta perderse; podemos creer como será, imaginarnos, especular tal vez con buena o mala leche, de forma prosaica, filosófica, espiritual, hasta científica, pero no es un saber. Esta atractiva chica se embarcó en un derrotero cuya perspectiva nadie podría realmente saber. Como tampoco sabemos si es correcto vivir resguardándose, hiperasegurados, cautelosos y protegidos hasta el final, en una larga vida de chicle, como a algunos les gusta y saben hacerlo, aún cuando sufran de una espera tanto más aburrida, con bondad o quizás tristeza portentosas, o caigan en enfermedades que los llevan a agonizar largo tiempo en el que solo queda esperar la disolución dolorosa y aniquilamiento del cuerpo, y quieren seguir hasta el final también de esa vida, no queda claro si por cobardía o fortaleza, amparados, o parapetados que no es lo mismo, en ideas ilusorias que funcionan magistralmente, nuevamente de tipo religioso como por ejemplo que Dios da la vida y Dios la quita. En una reflexión de fondo no podría decir que aquellos que se zampan la existencia como les viene en gana, como podría ser el caso de la osada Amy Winehouse, y morir a los 27 años, estarían simplemente mal, porque ¡quien puede vivir más de una vida para saber la comparación! A la distancia yo sé que también la quiero y por lo tanto me pregunto qué hubiera sido de ella si hubiera caído mejor en mis brazos.

Avelino Jiménez


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