Chile lidera crisis hídrica en Latinoamérica: Décadas de mala gobernanza y sobreproducción industrial establecen un triste récord

Imagen portada: Escasez hídrica en Chile. Portal UChile

El agua: Elemento vital para el sustento de la biodiversidad

Embalse-Bullileo. Foto publicada por Radio UChile

Cada 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua y este 2024, se hace a nivel internacional bajo el lema de «Agua para la paz». Más de 3000 millones de personas en todo el mundo dependen de agua que atraviesa las fronteras nacionales. Sin embargo, solo 24 países tienen acuerdos de cooperación para todos los recursos hídricos que comparten.

La salud pública y la prosperidad, los sistemas alimentarios y energéticos, la productividad económica y la integridad ambiental dependen del buen funcionamiento y la gestión equitativa del ciclo del agua.

El llamado desde diversas esferas, es  para actuar sobre la base de que el agua no es solo un recurso que se aprovecha y por el que se compite: es un derecho humano, intrínseco a todos los aspectos de la vida, siendo necesario unidad en torno al agua y en favor de la paz.

El agua es el sustento mismo de la vida en nuestro planeta, es un elemento vital que sustenta la existencia de todos los seres vivos. Desde la más diminuta forma de vida hasta el ser humano más complejo, todos dependemos del agua para nuestra subsistencia. Sin embargo, su importancia trasciende lo puramente físico. A lo largo de la historia, el agua en diversas culturas ancestrales ha sido vista como un símbolo espiritual y de purificación, con profunda conexión con la naturaleza.

La crisis hídrica: El triste récord de Chile

Imagen: Plantaciones forestales han alterado ciclo de nitrógeno en Chile central. Fotografía publicada en Revista Scientific Reports, trabajo de investigación de Magdalena Fuentealba, científica del Instituto de Ecología y Biodiversidad,

Aproximadamente la mitad de la población mundial sufre una grave escasez de agua al menos durante una parte del año (IPCC, 2022). Los desastres relacionados con el agua han predominado en la lista de desastres durante los últimos 50 años y representan el 70 % de todas las muertes relacionadas con desastres naturales, muy relacionado a la sobre explotación industrial, el calentamiento global y el crecimiento de la población.

En un escenario donde las reservas de agua se evaporan y los embalses se secan, Chile enfrenta una crisis hídrica que amenaza la existencia en diversas zonas. Un informe devastador del Instituto Mundial de los Recursos, publicado recientemente en Futuro 360, advierte que el país podría quedarse sin agua potable para el año 2040. Con regiones como Coquimbo operando con apenas un 6% de sus embalses disponibles, la realidad es desoladora.

La encrucijada hídrica se intensifica con el análisis que hace una publicación del portal internacional  IAGUA este 2024, que resalta el estrés hídrico extremadamente alto que enfrenta Chile, superando a otros países latinoamericanos. De acuerdo a la publicación, este estrés es resultado de una gestión inadecuada y problemas de gobernanza del agua, donde la demanda supera la disponibilidad, incluida la sobreproducción industrial, creando una situación crítica que demanda acción urgente.

Ya en marzo del año 2022, diversos especialistas vinculados a la Universidad de Chile, alertaban de la situación alarmante. El  Portal Uchile, resalta que Chile lidera la crisis hídrica en América Latina, con el 53% de las comunas en sequía hídrica y una dramática disminución de las precipitaciones. La gestión del agua y la distribución desigual de los derechos de aprovechamiento agravan la situación.

El estudio también identifica la falta de gestión adecuada y gobernanza del agua como la principal causa de los problemas hídricos en Chile. Además, el cambio climático agrava la situación, dejando a la cuarta región del país al borde de una crisis sin precedentes.

Las cifras son alarmantes: el 49% del territorio nacional está experimentando sequías y 58 comunas se encuentran en situación de escasez hídrica. La crisis del agua no solo afecta el suministro para consumo humano, sino también la viabilidad de la agricultura en la zona.

Ya en el año 2019, un estudio de World Resources Institute del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, 17 países de 164, que reúnen a una cuarta parte de la población mundial, enfrentan un estrés hídrico – cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible – extremadamente alto. En este informe, Chile se encuentra en el puesto 18, ubicándose en el segundo nivel denominado “estrés hídrico alto”, posicionándose así como el primer país en América Latina en esta condición, seguido por México que ocupa el puesto 24 y todo el resto del continente se posiciona en los estamentos medio-alto, medio-bajo y bajo.

Ante esta emergencia, el gobierno chileno ha implementado medidas como el Plan Nacional de Rehabilitación de Pequeños Embalses y la instalación de una planta desalinizadora en Coquimbo, sin embargo, estudios científicos también dan cuenta que este tipo de plantas, genera impactos en la biodiversidad marina.

Expertos señalan la necesidad de una gestión integrada de los recursos hídricos y una colaboración público-privada más sólida para enfrentar la crisis de manera efectiva, con una importante participación comunitaria.

La sobreproducción de agua por parte de la gran industria, con la gran minera, las grandes extensiones de monocultivo industrial como forestal y del agronegocio, el descontrol de la industria inmobiliaria y turística, han contribuido notablemente al agotamiento del agua en amplias zonas, llevando consigo la degradación ambiental, exacerbando aún más la crisis hídrica que enfrenta Chile, en medio de un marco regulatorio permisivo para fines empresariales, donde aún predomina la privatización y mercantilización, negándose el derecho humano al agua.

La crisis hídrica en Chile es una realidad que exige medidas urgentes y coordinadas para revertirlo. Con el agua como elemento vital en juego, el país enfrenta uno de sus mayores desafíos en su historia reciente. Si no se toman acciones drásticas y sostenibles, el futuro puede ser aún más desastroso, con un camino sin retorno.

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