[Columna de Opinión]

El cine ucraniano y la propaganda kievita

El actual cine ucraniano y sus áreas adyacentes: series, documentales, cortos, animación, han tenido amplísima difusión, sobre todo en los circuitos de festivales y muestras cinematográficas europeas, otorgándoles premios a diestra y siniestra, como si se tratase de obras de arte.

Por Pablo Jofre

17/02/2024

Publicado en

Actualidad / Artes / Cine / Columnas / Mundo / Política

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En el actual conflicto bélico en Ucrania y a diferencia de aquellos analistas que suelen establecer su comienzo en febrero del año 2022, a partir de la decisión de Rusia de iniciar un proceso militar de desnazificación y desmilitarización de su vecino dominado por el régimen aliado de la OTAN y de carácter filonazista, la realidad es que este contencioso tuvo su génesis a partir del fin de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –ex URSS– el año 1991 y con ello la iniciación de la política de máxima presión y cerco a la naciente federación rusa, donde Ucrania comienza a ejercer el papel de punta de lanza de los intereses de Europa y Estados Unidos en la zona.

Tras el Golpe de Estado de febrero del año 2014, que derrocó al ex presidente Viktor Yanukovich a manos de grupos europeístas y pro otanista, fuertemente apoyados en forma política, diplomática, financiera y militar por la Unión Europea y Washington, comenzó una etapa de rusofobia creciente que se manifestó en los ataques de grupos filonazistas contra la población rusoparlante del este ucraniano, en la llamada región de Donbás, que ha generado hasta hoy al menos la muerte de 25 mil personas; proceso de exterminio que obligó a Rusia a incrementar el apoyo a la población de origen ruso en las proclamadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk, que son la actual base de regiones autodeterminadas, fuera de cualquier vínculo con el régimen kievita.

Es, en este marco, que resulta interesante dar cuenta de un área desconocida y generalmente poco tratada en las guerras híbridas, donde el elemento mediático adquiere enorme relevancia. Me refiero, en específico, al cuadro de desarrollo político propagandístico de la cinematografía ucraniana (1) y la creación documental, que han llevado a cabo los distintos regímenes que han gobernado este país desde 2014 a la fecha. Un área incrementada, sobre todo, por el comediante y actual mandatario ucraniano Volodimir Zelensky, actor con un paso por la televisión ucraniana que le ha servido como elemento de actuación en su labor política. Desde 2014, la ficción cinematográfica, como también el sector de los documentales, se ha encargado de cubrir, desde la óptica kievita, los hechos del Donbás y la actual guerra de Washington, la OTAN -y teniendo como testaferro a Ucrania- contra Rusia, donde los fondos financieros destinados a generar un bombardeo de películas, series, documentales y cortos sobre la “lucha del pueblo ucraniano” contra la federación rusa, han sido multimillonarios.

Toda una creación cuya base teórica hunde sus raíces en la experiencia de la Alemania del Tercer Reich, donde la figura del líder –en aquel tiempo Adolf Hitler– y hoy con vanos intentos de presentar al agonizante político ucraniano Volodimir Zelensky como una figura descollante, que aparece en todos los hogares, que viaja por el mundo y es presentado como un referente mediático. Las películas propagandísticas respecto al supuesto carácter heroico de las tropas ucranianas –y no como corderos al matadero enviados por sus líderes ucranianos y patrones europeos-, por ejemplo, los documentales que tratan de demostrar y realzar ciertos valores patrióticos de una nación que ha hipotecado su futuro en materia de muertos, heridos, destrucción y la venta de sus recursos a aquellos que han catalizado la guerra. Un hecho reconocido por políticos y militares que critican fuertemente al actual presidente ucraniano.

El actual cine ucraniano y sus áreas adyacentes: series, documentales, cortos, animación, han tenido amplísima difusión, sobre todo en los circuitos de festivales y muestras cinematográficas europeas, otorgándoles premios a diestra y siniestra, como si se tratase de obras de arte. La amplificación de los nombres de directores, productores, guionistas y tanto actores como actrices ucranianas ha significado, igualmente, la entrega de premios que en un escenario normal no hubiesen significado más allá de un mero reconocimiento nominal, algunos aplausos y el olvido en materia de calidad cinematográfica. La entrega de premios y reconocimientos muestran el carácter absolutamente político propagandístico de este “cine ucraniano” digitados de manera tal de ofrecer un mundo de heroísmo, calidad y creación en un ambiente bélico a destacar. Artistas ucranianos visualizados como una especie de héroes del celuloide y donde la imagen de Rusia y de la población del Donbás son presentados como enemigos de la libertad, del desarrollo, y, por tanto, se establece la necesidad de demonizar a la federación rusa y a sus aliados de Donetsk y Lugansk.

Esto es claramente una estrategia bien diseñada, una manera de llevar a cabo esta elevación de un cine considerado de un nivel mediocre y documentales generalmente plagados de ideas antirrusas y rusofobia para así generar una política de exclusión, de boicot del mundo cultural ruso como aconteció apenas una semana después del inicio de la operación militar especial rusa contra el régimen de Kiev. En marzo del año 2022 la Academia de Cine Europeo (EFA) declaró su “Solidaridad inequívoca con Ucrania” que lleva consigo el respaldo a un régimen filonazista, con el testaferro de potencias hegemónicas como Estados Unidos y países como Francia, Gran Bretaña y Alemania. Una EFA que señaló: “Lo que más nos preocupa es el destino de los ucranianos y nuestros corazones están con la comunidad cinematográfica ucraniana. Somos plenamente conscientes que varios de nuestros miembros luchan con las armas contra el agresor. Por lo tanto, la Academia excluirá las películas rusas de los Premios del Cine Europeo de este año y brindamos nuestro apoyo a cada elemento del boicot”, decisión que se ha mantenido hasta hora y que ha significado en la práctica la invisibilización del cine ruso en festivales como el de Venecia, de Cannes, Berlín. El festival de cine de Estocolmo como también el de Glasgow, entre otros.

Y, al mismo tiempo que se excluía a Rusia de cualquier certamen o acceso a fondos, se elevaba a la categoría de obras del séptimo arte a películas y documentales ucranianos claramente propagandísticos y antirrusos, con énfasis en el odio a los habitantes de la región del Donbás en base a mitos elaborados en las oficinas de Kiev y sus asesores estadounidenses y ucranianos expertos en guerras mediáticas. Títulos como Maidán, Donbás, la Guerra de Oleg o el documental Frost del autor lituano Sarunas Bartas –sobre el punto de vista de dos lituanos que acuden a Ucrania a luchar contra los milicianos del Donbás. Mariupolis. Sumemos la película de ficción futurista de Valentyb Vasyanovych titulado Atlantis, que presenta como un peligro para Europa al gobierno de Putin y la posibilidad que se apodere del continente europeo. Una clara ficción cuando el gran peligro para esa Unión Europea lo representa su propio actuar expansionista, militarista y sometido a su padre putativo estadounidense.

Los artículos y análisis respecto a la industria cinematográfica ucraniana no dan cuenta de la escasísima calidad de esas creaciones, sino más bien del cómo pueden servir a la política de la OTAN respecto a Moscú. Por ello suelen alzar las voces de loas y alabanzas afirmando que el cine, el mundo de los documentales y cortos ucranianos está en un auge que los hace ganar premios en festivales internacionales y concretan así un mercado competitivo en este ámbito de la creación. ¿Es así, es posible pensar en calidad cuando se trata más bien de una herramienta de política con énfasis en la rusofobia? Se destaca que Ucrania ha organizado una serie de festivales que sirve de campo de creación de plataformas de proyección y debate profesional. Así, se menciona el festival de Cine de Odessa con películas exclusivas, talleres, además de la posibilidad de ingentes apoyos financieros provenientes de los gobiernos europeos para mantener vigente la máquina propagandística antirrusa. El Festival Internacional de Cine “Moólodist” –juventud en ucraniano– considerado el encuentro de cine más antiguo de Ucrania, devenido en fábrica de largometrajes de ficción, documentales sobre la guerra y cortos cuyo propósito es ensalzar el espíritu de resistencia ucraniana, su nacionalismo –aunque ya el país esté hipotecado a empresas trasnacionales como es el caso de Black Rock (2).

Uno de los eventos más importantes, en materia de creaciones de documentales, lo representa Docudays UA. Un festival cuyo título oficial es “Cine Documental Sobre Derechos Humanos”, del cual han salido las creaciones claramente panfletarias desde Ucrania y cuyo centro es el ataque permanente a todo lo que sea o signifique o se aproxime a lo ruso. Un festival que tras su término genera un viaje itinerante por regiones ucranianas, como también por países europeos para intensificar así el fuego del odio a Rusia. Bajo el auspicio de este festival se suelen rodar una serie de documentales, considerados en el ambiente artístico como de escasa calidad, donde el objetivo principal -reitero porque así se suele expresar sotto voce-, es acusar a Rusia y las repúblicas populares del Donbás de violaciones a los derechos humanos. Línea discusiva bastante paradójica, desde un régimen de las características del ucraniano, considerado un régimen claramente nazi. Esto, porque en general lo que se observa desde el punto de vista mediático, cinematográfico, documental, serial, es lo que la escritora Susan Sontag consigna “El arte fascista glorifica la entrega; exalta la insensatez, glorifica la muerte», aunque ello conlleve conducir a todo un pueblo como corderos al matadero y arreados por pastores de Europa occidental.

Es una cadena de producción de material que nutre carteleras ucranianas y se presentan en festivales europeos donde suelen obtener reconocimientos más en base a criterios políticos que de calidad cinematográfica. Filmes como “Esta lluvia nunca terminará” de Alina Gorlova; “La guerra de quimeras”, “Ladrido lejano de perros”, «20 días en Mariupol” de Mstyslav Chernov. “El francotirador del Donbás” de Marian Bushan. Muestra evidente de esta crítica a producciones faltas de calidad. “Klondike” de Maryna Er Gorbash, premiada en el Festival de Sundance. Ellas, en una treintena de creaciones que transitan por un universo plagado de clichés y observaciones que hacen difícil pensar en la posibilidad de reconciliar a pueblos donde uno de ellos busca el exterminio del otro apoyado por dinero, armas, diplomacia y política, cuyos intereses van más por el mantener un poder hegemónico occidental a la baja, que establecer puentes de acercamiento y solución de dos países con una historia milenaria, con más confluencias que separaciones.

Cada uno de los festivales ucranianos mencionados es punto de reunión de dadivosos mecenas, que suelen estar ligados al mundo de los servicios de inteligencia estadounidenses y europeos. ONGs ligadas a procesos de desestabilización en Rusia, que suelen recompensar con aportes millonarios la producción cinematográfica ucraniana. Es así que, en Reikiavik, capital de Islandia, durante la última entrega de los premios del cine europeo, todos los productores ucranianos, sin excepción, fueron recompensados por Eurimages –fondo de apoyo cultural del Consejo de Europa (3).

Una de las formas de actuar del Consejo de Europa, cuya finalidad es ”realizar una unión más estrecha entre sus miembros para salvaguardar y promover los ideales y los principios que constituyen su patrimonio común y favorecer su progreso económico y social”, es decir, aquellos marcados entre las potencias europea, que definen la política a seguir por la UE, ante los cuales el resto de países miembros deben rendirse so pena de no recibir las dádivas que en la actualidad la Sra. Ursula von der Leyen reparte en nombre de este consejo y que en el área de las artes visuales implica apoyar a la cinematografía ucraniana, en el mismo objetivo con que se apoya con multimillonarios fondos financieros y armas para llevar a cabo la guerra con Rusia.  Buen guion para una película que deberá escribirse cuando las huestes ucranianas deban rendirse y sean abandonadas por esa misma Europa tan pródiga hoy en apoyos y tan eficiente a la hora de abandonar a aquellos que ya no sirven a sus objetivos. Zelensky y Ucrania van por ese camino.

Por Pablo Jofré Leal

Artículo para Segundopaso ConoSur

Permitida su reproducción citando la fuente.

1.-Por propaganda se entiende la difusión de mensajes cuyo contenido es de carácter ideológico, con el propósito de que el público meta comparta su adhesión, convencimiento o simpatía, o para causar en él comportamientos o actitudes deseadas.

2.-En mayo 2023 el Gobierno de Ucrania y el vicepresidente Philipp Hildebrand de la corporación estadounidense BlackRock Financial Market Advisory firmaron el acuerdo para la creación del Fondo de Desarrollo de Ucrania (UDF), institución financiera para la reconstrucción del país, cuyo objetivo final es la apropiación de las riquezas, principalmente agrícolas, del país de Europa oriental que se ha calculado en la apropiación ya del 30% de las tierras cultivables ucranianas.

3.-https://es.euronews.com/cultura/2022/12/13/premios-del-cine-europeo-eurimages-recompensa-la-labor-de-los-productores-ucranianos

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