[Columna de Opinión]

Elizalde

El paso de Elizalde a la Segpres explicita el hecho, por todos sabidos ya a esta altura: que el Gobierno y el parlamento funcionaron siempre como dos plataformas clave para urdir el golpe civil y parlamentario en curso. De otra manera, no se explicaría el paso del Boric-Allende del discurso del triunfo electoral al Boric-Aylwin de la inauguración de la estatua post-plebiscito.

Por Wari

22/04/2023

Publicado en

Actualidad / Chile / Columnas / Política

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Por Rodrigo Karmy

El reemplazo de Ana Lya Uriarte por Álvaro Elizalde, otrora senador, explicita una situación políticamente clave: que desde la irrupción de la revuelta popular de Octubre de 2019 el partido portaliano no ha hecho más que urdir un golpe de Estado de carácter civil y parlamentario.

Tal golpe encuentra su intensificación en el plebiscito de salida del 4 de septiembre de 2022, en el que se trataba no solo de Rechazar la propuesta Constitución redactada por la Convención de ese entonces, sino también modificar una cifra histórica decisiva para la memoria de la izquierda: sustituir el triunfo de la elección de Salvador Allende el día 4 de septiembre de 1970 por el triunfo de la contrarrevolución el mismo día pero del año 2022. Sin embargo, punto nodal del proceso golpista lo fue el “Acuerdo por Chile” celebrado el 12 de diciembre de 2022 en el que se establecen los 12 bordes que ofrecen la matriz para la nueva “comisión redactora”.

En dicho “Acuerdo” ocurrió algo clave: al triunfo de la opción Rechazo se le sumó una interpretación hegemónica que desconoció tanto el plebiscito de entrada en el que un 80% votó por una Convención 100% electa; como el de salida, puesto que en este último plebiscito el pueblo solo optó por rechazar la propuesta de Nueva Constitución ofrecida por la otrora Convención, pero jamás estar a favor de un “Acuerdo” como el que se urdió entre los partidos políticos que permitió iniciar la restitución axiomática del partido portaliano para la nueva época histórica del capitalismo neoliberal. 

Si el golpe de Estado en curso fue fraguado desde el parlamento, en particular, desde el Senado (sobre todo, promovido por la defensa corporativa que significaba la posibilidad de desplazar al Senado por la Cámara de las Regiones propuesta por la Nueva Constitución) fue precisamente Álvaro Elizalde uno de sus rostros más decisivos. Presidente del Senado entre el 11 de marzo de 2022 y el 14 de marzo de 2023 antes que asumiera Juan Antonio Coloma (UDI).

El paso de Elizalde a la Segpres explicita el hecho, por todos sabidos ya a esta altura: que el Gobierno y el parlamento funcionaron siempre como dos plataformas clave para urdir el golpe civil y parlamentario en curso. De otra manera, no se explicaría el paso del Boric-Allende del discurso del triunfo electoral al Boric-Aylwin de la inauguración de la estatua post-plebiscito.

No se explicaría tampoco, cómo ha penetrado la ex-Concertación hasta dirigir por completo al Gobierno a expensas de la coalición que, paradójicamente, triunfó en las elecciones: Apruebo Dignidad. Esta última retraída, sin discurso, apegada incluso alegre o adherida a un imaginario fatalista ha quedado completamente fuera de juego frente a la consumación del golpe civil y parlamentario por el cual se ha logrado axiomatizar al partido portaliano en función de proyectar al nuevo pacto oligárquico que deberá regir una vez se apruebe (si es que se aprueba), la Nueva Constitución.

Elizalde expresa la definitiva conciliación del parlamento con el Gobierno, explicitando que entre los dos poderes del Estado se urdió el golpe civil y parlamentario que encontrará en el próximo 7 de mayo una elección sin pueblo, donde, cualquiera sea la votación, ganará el partido portaliano, es decir, el conservadurismo neoliberal y el progresismo neoliberal siempre unidos.

Al revés de los años 90, en que para controlar el ascenso popular era necesario contar con un conjunto de cortapisas constitucionales (senadores designados, quórums altos, sistema binominal, etc.), hoy día es la misma democracia (en su forma portaliana, por cierto) la que se revela la mejor garantía del poder oligárquico. No estamos más en los años 90. Pero seguimos, de alguna forma ahí, pero asediados tácitamente por un fantasma que organiza todo el proceso golpista: la revuelta.

Por Rodrigo Karmy

Columna publicada originalmente el 20 de abril de 2023 en El Porteño.

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