Fracturados con memoria

Estos cuentos nos hablan de mujeres y hombres en diversas esquinas y espacios territoriales y de poder en un tiempo de dictaduras asociadas criminalmente traspasando fronteras y cordilleras.

Fracturados con memoria

Autor: Wari

Por Fernando Villagrán

Los 11 cuentos que completan el nuevo libro de Odette Magnet, presentado recientemente en una muy concurrida sala América de la Biblioteca Nacional, habían sido publicados por separado en diferentes ediciones de “La Nueva Mirada”. Sin embargo, vaya que es diferente el impacto de leerlos reunidos en la cuidada edición de Forja bajo el contundente y certero título “FRACTURADOS”. 

El talento indagador y narrativo de la autora es reconocido desde sus juveniles inicios en la revista Hoy (1977) en tiempos de dictadura, con una fecunda trayectoria en otros medios periodísticos chilenos e internacionales, incluida su primera incursión novelística en “Arena Negra» (2009). 

Estos cuentos nos hablan de mujeres y hombres en diversas esquinas y espacios territoriales y de poder en un tiempo de dictaduras asociadas criminalmente traspasando fronteras y cordilleras. Así nos sumergen en vivencias extremas desde una ficción alimentada por experiencias vitales y conmovedoras desde aquellos años en que se impuso a sangre y fuego el terrorismo de Estado.

Quizás uno de los más desgarradores es aquel cuento que lleva por título “Menos para el infierno”, que desde el talento narrativo abre una ventana de respiro que aporta la imaginaria aparición de un viejo vagabundo que agradece la limosna con un beso fraterno y anuncia volver donde la mujer desolada y derrotada que se refugia en una banca del Parque Waterlow en Londres. ¿Qué importa si lo narrado lo imagina u ocurre? Ahí está el resultado en el lector. Del mismo relato queda resonando una frase adjudicada a la psicóloga a que acude la protagonista: “Cuando el dolor no se expulsa como la leche agria, la mirada se vuelve opaca y la boca amarga”

Asociado a un momento que el lector podrá vincular a otro suceso represivo de aquellos años, en el cuento “El precio de una pasión” surge una expansión liberadora de la narradora, una hija que cumple el sueño de pilotear un pequeño avión Cessna 152 y puede recuperar en aquel vuelo la presencia y sonrisa ancha y orgullosa de su padre asesinado.

Algo esencial de lo que transmite esta conmovedora lectura de “FRACTURADOS” quedó reflejado en palabras de la propia autora durante la presentación del libro, aludiendo al impulso original para un ejercicio de memoria que, desde lo más íntimo, termina proyectándose con potencia colectiva y plena vigencia hacia las nuevas generaciones después de medio siglo de historia.  

Fracturados, pero vivos.

“Un día cualquiera, nos atrevimos a levantar la vista hacia el cielo y sentimos el sol tibio en el cuello, la fragancia del placer. Nos detuvimos para reanudar, para considerar, para echarnos a andar en busca de algo parecido al futuro. Sin prisa, sin miedo.

Entonces nos adentramos en las aguas de la escritura. Novelas, cuentos, obras de teatro, poesía, ensayos, lo que fuera. A tientas, como en una pieza oscura. Aleteos tímidos y torpes al comienzo, pero a medida que la democracia dejaba de ser una ilusión y el horror quedaba atrás, nacieron textos robustos, contundentes. Abrazamos la palabra como a una vieja amiga extraviada y magullada.

Sentí que había llegado a la orilla, poco a poco fui entrando a mi mundo profundo de claros y oscuros. Las palabras brotaban como callampas en un bosque húmedo y caían como una cascada de agua fresca en las cuencas de mis manos. Había tropezado conmigo misma y, como hija de la palabra y el dolor, me fui despojando lentamente de las telarañas del silencio, de la inercia en la cual me sentí entrampada durante tanto tiempo. La escritura me salvó de la locura

Un corolario ineludible

Aunque no refiera explícitamente a ello en estos cuentos, al leer a Odette siempre replica en mí la bella imagen de su hermana mayor María Cecilia Magnet, secuestrada y desaparecida por la criminal dictadura argentina el 16 de julio de 1976 en Buenos Aires. Pienso que recorrimos las mismas calles, con desafíos y sueños similares en aquellos inicios del terrorismo de Estado desatado implacablemente con las masivas consecuencias criminales más que verificadas (aunque hoy pretenda disfrazarlas y menospreciarlas el bestial mandamás Javier Milei), yo con la forzada opción de regresar a Chile, escogiendo al diablo ya conocido que al ya amenazante por conocer. Tenía que mencionarlo porque asumo en aquella memoria de su hermana Cecilia el desgarrador desafío por verdad y justicia que ha desplegado incansablemente Odette durante largas décadas que, ciertamente, resuena en estos 11 cuentos.

Indispensable compartir finalmente una reflexión de la autora de “FRACTURADOS”, expuesta en la reciente presentación “Para soñar genuinamente en un mañana, debemos sumergirnos en la memoria y, si es necesario, en el dolor. Pero hay que tener la voluntad de saber y el coraje de recordar. La memoria no es una suma de recuerdos. La memoria nos valida, nos otorga una identidad. A través de ella los pueblos se explican y se reconocen en su historia, su origen, su razón de ser como comunidad y personas”. 

Así el talento narrativo de Odette Magnet nos desafía para vivir con la compasión sobre el rencor y la entereza sobre la derrota, pero nunca, nunca con el olvido.

Por Fernando Villagrán

Reseña publicada originalmente el 13 de junio de 2024 en La Nueva Mirada.

Anexo:

Palabras de Patricia Politzer:

Gracias a editorial Forja y , especialmente a Odette por invitarme a ser parte de esta presentación.

Conozco a Odette desde que llegó a la revista HOY, esa revista por la que tanto peleamos en tiempos en que la censura obligaba a pedir permiso para poder editar una revista o publicar un libro. Es decir, tiempos en que la libertad de expresión no existía, como ocurre cuando se pierde la democracia y se instala una dictadura, dura, blanda o con fachada democrática.

Me parece indispensable recordarlo en la actualidad, cuando la democracia se desvaloriza y los movimientos autoritarios cunden en el mundo, especialmente desde la ultraderecha. Nunca pensé que volvería a ver líderes de extrema derecha reunidos en la España post franquista, ufanándose de sus logros electorales, incluyendo líderes llegados de Francia, Italia y Chile, entre muchos otros países.

Tampoco pensé que vería una guerra en el Medio Oriente, con Israel gobernado por la extrema derecha política y religiosa.

Fernando Villagrán, Odette Magnet y Patricia Politzer

En este contexto, “Fracturados: 11 cuentos de Odette Magnet”, se convierte en una luz roja, un campanazo, un zamarrón para despertar de cualquier letargo en el que nos tenga esta realidad incomprensible, oscura y peligrosa.

Como decía al comenzar, conozco a la autora desde que llegó a la revista HOY, a mediados de los 70 del siglo pasado. Han pasado muchos años, y ella sigue siendo la misma: apasionada, comprometida con los DDHH, con una mirada aguda y una pluma afilada.

“Fracturados” parece una libro pequeño. Pero es solo una apariencia. Se trata de un libro gordo, intenso en emociones, recuerdos, dolores, valores, heridas.

Sus 11 cuentos -imagino que el número no es casualidad- llenan solo 75 páginas. Algunos tienen apenas seis folios, pero no se puede leer en un par de horas. Porque “Fracturados” pesa en el alma. No es llegar y terminar un cuento para comenzar el siguiente. En cada final de capítulo, es necesario cerrar el libro y asimilar lo leído.

En su cuarta tapa se anuncia que “Fracturados” tiene como telón de fondo las violaciones a las Derechos Humanos ocurridos después del golpe militar de 1973. A mi juicio, no se trata sólo de un telón de fondo sino de adentrarnos en la dictadura misma. En sus horrores más bárbaros hasta sus consecuencias más sutiles. Cada relato forma parte de ese rompecabezas, en el que cada una de sus múltiples piezas quedan fracturadas para siempre.

A veces el desgarro es evidente. En otras ocasiones, las fracturas son casi imperceptibles, escondidas en el recuerdo remoto, pero siempre latentes, y con la posibilidad que salten al presente en cualquier momento.

Odette ha querido llamar cuentos a sus relatos. Quizás eso suavice su contenido y lo haga más llevadero para cualquier lector. Pero, lo cierto es que el cuento es en esencia una ficción. Y sin desmerecer la imaginación fértil de la autora, en este libro la ficción no existe. Puede que los nombres y lugares se llamen aquí de otra manera, pero cada relato es realidad pura y dura.

Como la protagonista de “Menos para el Infierno”, que sentada en un hermoso parque de Londres, nos recuerda la brutalidad de la tortura sin compasión, con una doctora que huele a Chanel Nº5 y está allí para asegurar que no muera y siga sufriendo por haber creído. Y recuerda: o “Caigo en un pozo negro, sola, muda, sin decirles palabra, sin soltar un puto nombre, negándome a hablar, a cooperar, somo dicen ellos, los bastardos. Sólo se quedarán con mis aullidos y mis brazos también abiertos, como un Cristo crucificado. Entonces lloro, creo. Siento la sal de mis labios resecos. Recuerdo esas irrisorias sesiones de células del partido, cuando éramos jóvenes. Los llamados dirigentes nos exponían teorías baratas sobre el control mental para enfrentar la tortura. Pendejos. Soberbios. Ingenuos. Pura paja. No estábamos preparados para nada. Menos para el infierno.”

Fracturados, nos pasea por un conjunto de situaciones que reflejan la complejidad propia de las aberraciones humanas que producen fracturas que no desaparecen con el tiempo, que no se curan, que conviven con víctimas y victimarios hasta la eternidad.

El cuento La Nieta, nos lleva a esa tragedia de cientos de niños y niñas que fueron adoptados -especialmente en Argentina– por policías y militares. Los mismos que detuvieron y desaparecieron a sus padres. Susana, o mejor dicho Macarena como esperaban llamarla sus padres, no tuvo una infancia feliz. Así la describe la autora: o “Durante años tuvo un apellido de mentira, una vida prestada, en borrador, como un vestido ajeno que nunca le quedó bien. Desde siempre, particularmente en su adolescencia, sintió un vacío profundo, mucha tristeza, ira acumulada. No sabía por qué. Un sentimiento de no pertenencia, lagunas emocionales, episodios depresivos, momentos de euforia. Intentó suicidarse dos veces con una sobredosis de pastillas. A ratos sentía que odiaba a sus padres. Sus amigas más cercanas le aconsejaron ir a terapia. Nunca aceptó.”

Estos 11 cuentos constituyen un ejercicio de memoria. Odette ha dicho que la Memoria no es una suma de recuerdos. Que la memoria nos valida y nos otorga identidad.

Concuerdo totalmente con ella. La memoria no son solo recuerdos para evitar nuevas catástrofes, no se limita al esquivo Nunca Más. En la medida que no la reconocemos como parte de nuestra identidad y no nos hacemos cargo de la responsabilidad y el compromiso que tenemos con este ethos, difícilmente nuestra sociedad podrá dar saltos civilizatorios contundentes. Si eso es posible. Desgraciadamente, en la actualidad tengo dudas.

Quizás por eso me gustó especialmente “Patético”, la historia del exiliado que visita la Patria, después de una vida en Alemania, para descubrir que nadie quiere hablar del pasado. o “Recuerdo que estábamos almorzando y a mi primo Jorge, al lado mío, le temblaba la pierna izquierda mientras hablaba. Ya hemos sufrido lo suficiente, dijo, y no tiene sentido seguir escuchando la letanía de los derechos humanos, la justicia y la memoria, o ver a las viejas bailando la cueca sola. Este país está cagado hace ratito, los políticos tienen el alma podrida, se masturban con la nueva constitución, los jubilados viven con pensiones de mendigos mientras la corrupción cunde como la mala hierba. Apruebo o rechazo, hasta cuándo con la misma huevá, a quién le importa. Y nos pasamos en aniversarios, que los 50 años, que le plebiscito del No, la detención de Pinocho, el estallido social, cuatro años perdidos, y el país hasta las cachas. o “Tan amargado, Jorgito -interrumpió la tía Ema– y además, ordinario. Menos mal que nos quedan los Juegos Panamericanos, para estar orgullosos. Mire que Chile se las juega todo o nada, el mundo nos mira y ya se viene el litio, el cobre del futuro le llaman, los chinos sí que saben hacer negocios. Ojalá estemos a la altura. o Nunca debí volver a Chile, pero son errores que uno comete cuando está lejos y no sabe y te llenan la cabeza de leseras, que la sangre tira, que si es chileno es bueno y verás como quieren en Chile y no sé qué más”.

Odette Magnet no duda, nos obliga a recordar, a identificarnos con esos recuerdos que -nos guste o no- están pegados a nuestra piel.

Somos parte de esta sociedad en la cual muchas familias quedaron distanciadas para siempre, en la que el retorno a la Patria no resultó como se preveía, en la que abuelos buscaron a sus nietos para conocerlos cuando ya eran adultos criados por sus secuestradores, en la que la posibilidad de ser asesinado o desaparecido no era paranoia sino realidad. Una sociedad en la cual 50 años después del golpe militar, ser pinochetista no es una vergüenza y se puede declarar a los cuatro vientos. Como si no existiera Memoria.

Todos sabemos que no es cuento, que todo ocurrió, que olvidar no se puede porque nuestra identidad está moldeada por la fractura.

Como recordó el Presidente Boric en su última cuenta pública, el país aún busca a más mil personas detenidas desaparecidas durante la dictadura.

Muchas gracias Odette, por hacerlo evidente, especialmente para las nuevas generaciones.

5 de junio 2024

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