Hace 81 años nació Martin Luther King, uno de los grandes del siglo XX

Pastor de la Iglesia baptista estadounidense y destacado líder de la defensa de los Derechos Civiles en los Estados Unidos de América

Por Wari

16/01/2010

Publicado en

Actualidad / Educación / Pueblos

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Pastor de la Iglesia baptista estadounidense y destacado líder de la defensa de los Derechos Civiles en los Estados Unidos de América. Nació el 15 de enero de 1929, en Atlanta (Georgia), y murió el 4 de abril de 1968, en Memphis (Tennessee), asesinado por el ex presidiario y criminal profesional James Earl Ray cuando se encontraba en el balcón del primer piso del motel Lorraine.

Como paladín de la integración racial, Martin se esforzó por encauzar la emancipación de sus hermanos de raza (negros) a través de procedimientos pacíficos y de la filosofía de la no-violencia, por lo que en el año 1964 recibió el premio Jawaharlal Nehru. Fue autor de los libros Stride toward freedom, en 1958 (La marcha hacia la libertad), y Why we can´t wait?, en 1964 (¿Por qué tenemos que esperar?).

Perteneciente a una familia humilde, su padre era pastor baptista de la iglesia de Ebenezer de Atlanta y su madre profesora. El padre de Martin le inculcó desde muy pequeño la preocupación por la segregación racial existente en el país, testigo que muy pronto recogería el joven participando de lleno en muchas de las actividades que la iglesia realizaba para conseguir la igualdad de razas.

A los seis años de edad, Martin ingresó en una escuela pública para pasar después a un instituto privado para negros de Washington donde, además de descubrir y sufrir en su propia carne la dura realidad del racismo, realizó sus estudios de secundaria. Al mismo tiempo, para ganarse la vida, Martin se dedicó a vender periódicos, bebidas y todo tipo de artículos con los que poder pagarse sus estudios y paliar un poco la exigua economía familiar.

A los quince años ingresó en el Morehouse College de Atlanta, único centro de estudios superiores para negros, en cuya institución descubrió su verdadera vocación teológica. Dos años más tarde, Martin fue ordenado ministro baptista con tan sólo diecisiete años. Una vez consagrado y nombrado asistente de la iglesia de su padre, pasó los dos veranos siguientes trabajando como obrero ferroviario y en una fábrica con el propósito de entrar en contacto con los problemas sociales de la comunidad negra.

Martin maduró intelectualmente gracias a la lectura de autores de tanta importancia y relevancia como Platón, Aristóteles, Rousseau, Hobbes y Locke, entre otros muchos, los cuales le ayudaron a ir conformando su pensamiento sobre las cuestiones sociales de los hombres que luego él se ocuparía en plasmar durante su ardua lucha contra la segregación y marginación de que eran objeto él y sus hermanos de raza.

Pero, sin lugar a dudas, la influencia más poderosa en su quehacer como líder del movimiento de los Derechos Humanos la obtuvo de las enseñanzas vertidas en varios libros por Mahatma Gandhi, de quien quedó vivamente fascinado por sus ideas del satyagraha (la fuerza de la verdad) y la ahimsa (la no-violencia), en los que Martin se apoyó para sostener su cruzada humanitaria.

En el otoño de 1948, Martin se graduó en el Crozer Theological Lenguary de Pennsylvania para cursar estudios de Teología, y en 1951, tras obtener su licenciatura, ingresó en la Universidad de Boston, donde se doctoró en Teología. En febrero del año 1952 conoció a una prometedora concertista de piano, Loretta Scott, con la que contrajo matrimonio el 18 de junio de 1953. Fruto de esa unión fueron: Yolanda Denisse, en 1955; Martin Luther III, en 1957; Dexter, en 1961; y Bernice Albertine, en 1963.

LA PRIMERA BATALLA: LOS DISTURBIOS DE MONTGOMERY

En enero de 1954, Martin aceptó el puesto de pastor en la iglesia baptista de Dexter Avenue, en Montgomery (Alabama), famosa por ser una de las ciudades más duras en la segregación racial, con una población de 50.000 negros y 80.000 blancos. Allí Martin trabó amistad con el que se convertiría en su mejor amigo y más fiel seguidor y colaborador en la lucha contra la segregación, el también pastor Ralph Abernathy.

A finales de agosto de 1955, una mujer de color de 42 años, Rosa Parks, fue detenida por negarse a ceder su asiento en el autobús municipal a un blanco que lo reclamaba, a pesar de que ese mismo año el Tribunal Supremo había prohibido la educación pública segregacionista y leyes sociales discriminatorias para la población de color.

Rosa Park denunció el atropello a la National Association for the Advancement of Colored People, la N.A.A.C.P. (Asociación Nacional para el Progreso de las Gentes de Color), cuyos dirigentes, entre ellos el propio Martin, acordaron el boicot total a todos los autobuses urbanos de la ciudad, medida que se prolongó durante 382 días. Martin Luther fue elegido por unanimidad presidente del movimiento negro Montgomery Improvement Association, organismo encargado de coordinar la protesta contra la segregación en la ciudad, circunstancia que le permitió poner en práctica sus creencias y teorías de lucha aprendidas en sus múltiples lecturas.

El lema elegido por Martin para protestar no era «huelga» ni «boicot», sino la palabra gandhiana de «no colaboración». El resultado de la protesta fue un éxito rotundo: Rosa Parks salió de la prisión mientras que el Tribunal Supremo del país dio orden de prohibir la segregación racial en todo tipo de transportes públicos a nivel nacional.

EL LIDERAZGO DE MARTIN LUTHER KING EN EL MOVIMIENTO DE LOS DERECHOS CIVILES

Los sucesos de Montgomery propiciaron a Martin la asunción del liderazgo de la minoría negra de Georgia y posteriormente de todo el país, por lo que muy pronto comenzó a sufrir las iras de los sectores blancos más radicales y racistas. El 30 de enero de 1956 estalló una bomba en su casa de Montgomery que por fortuna no produjo ninguna muerte. La reacción de cólera por parte la comunidad negra al enterarse de lo sucedido hubiera podido provocar un verdadero baño de sangre de no ser por la habilidad de Martin para hacer valer su teoría de no-violencia y no-colaboración.

En enero de 1957, Martin convocó una reunión de todos los líderes negros del sur del país en la iglesia de Ebenezer, en la que fundaron la Southern Christian Leadership Conference, la S.C.L.C. (Conferencia de Dirigentes Cristianos del Sur). La organización escogió como presidente a Martin, quien inició una campaña frenética de conferencias y actos propagandísticos de la organización por todo el Sur, en la que redefinió las directrices que había de seguir en el futuro el movimiento de emancipación de los negros. Sólo en ese mismo año Martin pronunció algo más de 200 discursos en sitios diferentes. Con Martin como presidente, la S.C.L.C. emprendió todo tipo de acciones destinadas a llamar la atención del Gobierno Federal sobre el grave problema de la segregación, entre las que cabe resaltar la impresionante marcha que lideró sobre Washington el 17 de mayo de 1957, en la que participaron 30.000 negros y varios miles de blancos.

Gracias al apoyo constante de su mujer, Martin siguió adelante con su línea de provocar y presionar a la presidencia de Eisenhower para que éste dictara leyes antirracistas. En septiembre de 1958, Martin fue detenido en Montgomery acusado de alterar el orden público, pero la inmediata reacción de la comunidad negra determinó que éste saliera el mismo día de su detención. Las autoridades no querían enfrentamientos ni crear un panteón de mártires de la causa antisegregacionista.

El 19 de septiembre de 1958, Martin sufrió otro atentado cuando estaba firmando ejemplares de su libro Marcha hacia la libertad en los almacenes Blumstein de Harlem (Nueva York). El acto fue perpetrado por Izola Curry, una mujer de color que sufría una esquizofrenia aguda, tal y como se demostró posteriormente. Su acción no respondía a ningún plan programado, pero a punto estuvo de matar a Martin cuando le hincó en el pecho un estilete para abrir cartas. La herida le afectó a la vena aorta, pero Martin no permitió que nadie le tocase, así que permaneció inmóvil hasta que llegaron las asistencias médicas, decisión que sin duda alguna le salvó la vida.

LA CONSOLIDACIÓN DEL LIDERAZGO

En marzo de 1959, Martin cumplió el deseo de toda su vida al emprender con su esposa un viaje por varias ciudades de la India siguiendo la huella y el espíritu de Gandhi. En ese largo periplo llegó a la conclusión de que el método de lucha del maestro era perfectamente aplicable en los Estados Unidos de América, pero con una sustancial modificación: renunciar al progreso en un país como Estados Unidos era prácticamente imposible, por no decir absurdo.

A su regreso, Martin tomó la decisión de abandonar su cargo de pastor en Montgomery por consejo de Abernathy ya que dada su total dedicación a la lucha contra el segregacionismo había dejado en un segundo plano sus obligaciones como pastor. Nombrado coadjutor de su padre en la iglesia de Ebenezer, Martin pasó a disponer de mucho más tiempo libre para realizar su gran sueño y objetivo: llevar la lucha por los Derechos Civiles a todos los rincones del país.

El primer escollo que tuvo que solventar fue la oposición a sus métodos pacíficos por parte de otros grupos negros mucho más radicales, como el Black Power o los Musulmanes Negros de Malcolm X, enfrentamiento que se saldó en favor de las tesis de martin por su prestigio y éxito conseguidos hasta la fecha.

En octubre de 1960, Martin volvió a ser arrestado en Atlanta en el transcurso de una de las múltiples sentadas que el S.C.L.C. promovía por todo el país. Días después de la detención, el senador y candidato demócrata a la presidencia, John Fitzgerald Kennedy, intervino en su favor apoyando públicamente su lucha, tras de lo cual se produjo su liberación. A finales de ese mismo mes, Kennedy se alzó con la victoria por un escaso margen de votos al candidato republicano Richard Nixon, prometiendo en los últimos días de su campaña luchar por los derechos de todos los ciudadanos, blancos, negros, hispanos, etc., y contra todo tipo de marginación.

Con Kennedy en la Casa Blanca, el movimiento de los Derechos Civiles discurrió por cauces mucho más positivos en sus resultados, con medidas aperturistas que, no obstante, no pudieron evitar periódicos brotes de violencia por ambas partes. En octubre de 1962, Martin se entrevistó con el presidente para presionarle en su decisión de enviar al Congreso el prometido proyecto de ley que definitivamente acabase con el vacío legal que existía en multitud de cuestiones que provocaban desigualdades sociales y políticas entre los blancos y los negros. La reunión surtió efecto, ya que el 19 de junio de 1963 el Gobierno de Kennedy envió a la Cámara de Representantes el primer proyecto de ley serio en dicha materia.

LA CAMPAÑA DE BIRMINGHAM Y LA MARCHA DE WASHINGTON

El año 1963 fue crucial para el movimiento de los Derechos Civiles. El primer suceso de relieve fue la campaña de Birmingham (Alabama), en la que, tras varios días de manifestaciones continuas y protestas, todas ellas violentamente reprimidas por la policía local y su jefe, el tristemente famoso comisario Eugene Connor (llegó a echar a los perros de la policía contra una manifestación de adolescentes negros), y en la que el propio Martin fue arrestado, se logró un amplio acuerdo según el cual quedaba abolida la segregación racial en el estado de Alabama. La consecuencia de estos hechos fue que el presidente estuvo más dispuesto a que un nuevo paquete de leyes contra el racismo se discutiera en el Congreso.

La culminación de la lucha encabezada por Martin Luther King se produjo el 28 de agosto del mismo año, con la marcha sobre Washington que congregó a más de 250.000 personas, 60.000 de las cuales eran blancas. La manifestación acabó ante el monumento a Abraham Lincoln, en donde Martin se erigió como el líder moral de la nación y pronunció el más emotivo discurso salido de sus labios, que comenzaba diciendo…»I have a dream»… (He tenido un sueño).

Pocos meses después de su apoteosis en Washington, el asesinato de Kennedy, fallecido en el profundo Sur sin ser aprobada la Ley de Derechos Civiles, que ampliaba considerablemente lo ya dispuesto sobre la materia, justo cuando más arreciaban los nuevos brotes de violencia por parte de la comunidad blanca más reaccionaria, proporcionó un duro golpe al movimiento y al propio Martin, quien se sintió hundido y desolado. A pesar de que el nuevo presidente, Lyndon B. Johnson, recogió el testigo dejado por Kennedy aprobando inmediatamente la ley y varias resoluciones más, Martin se mostró muy reservado y bastante escéptico ante la nueva perspectiva que se abría al movimiento y a su propia persona. Por él, para que la situación mejorara no sólo debían cambiar las leyes, sino también las conciencias de todos los hombres, propósito del todo punto imposible.

AMPLIACIÓN DE MIRAS

Al regresar a los Estados Unidos, en octubre de 1964, tras una larga gira por varios países de Europa en los que se entrevistó con Willy Brandt y el papa Pablo VI, entre otros, Martin tuvo que guardar reposo afectado de un agotamiento extremo, tiempo en el que se enteró de la concesión del Premio Nobel de la Paz concedido por la Academia Sueca. La retribución del premio (54.123 dólares) la destinó íntegramente a la financiación de las actividades por los Derechos Civiles del S.C.L.C.

Tras el reconocimiento de la igualdad de derechos, Martin se propuso conseguir el derecho efectivo al voto de los negros, para lo cual se entrevistó con el presidente Johnson el 9 de febrero de 1965. En agosto del mismo año, el presidente firmó una ley que anulaba todas las trabas legales inventadas por los racistas para entorpecer la inscripción de los negros en las listas de votantes. Martin no se conformó con lo obtenido, sino que siguió más alerta si cabe para que las leyes se llevaran a cabo sin obstáculo alguno.

Aparecieron grupos negros radicales que rechazaban las tácticas de Martin y que fomentaron serios disturbios en las principales ciudades de la nación, el deterioro progresivo de las relaciones entre la administración de Johnson y Martin por el espinoso tema del Vietnam (Martin hizo pública su repulsa a la intervención estadounidense en la zona asiática), y el constante acoso del que era objeto por parte del poderoso FBI de Edgar Hoover, provocaron en Martin un replanteamiento no sólo de su táctica de protesta, sino también de los objetivos por los que luchar. A su tradicional lucha contra la segregación racial, Martin agregó la preocupación por las clases más marginadas e indigentes del país, independientemente de la raza. Sus intenciones no eran otras que dejar de ser el líder exclusivo de la comunidad negra para pasar a abanderar los derechos de los pobres en general, de los desheredados.

EL ASESINATO

El 3 de abril de 1968, antes de dar comienzo la «marcha de los pobres», como Martin la había bautizado, éste pronunció un discurso profético en Memphis, en el que afirmaba que …»vendrán días difíciles… pero no me preocupan, porque he llegado a la cima del monte»… Al día siguiente, Martin cayó mortalmente herido tras ser alcanzado por una bala procedente del rifle Remington disparada por el asesino a sueldo James Ray. Los testigos presenciales de tan horrendo crimen fueron su colaborador y amigo Abernathy, y el joven pastor baptista Jesse Jackson. Abernathy tomó el relevo del movimiento negro emprendido por Martin. Su esposa Loretta King tampoco abandonó nunca la tarea comenzada por su marido.

Martin Luther King fue enterrado en el cementerio de Atlanta, cuya tumba fue declarada por el Congreso lugar histórico nacional. El tercer lunes de enero también se constituyó fiesta nacional en conmemoración de los Derechos Civiles de los negros por los que él luchó hasta con su propia vida. En su lápida rezan las palabras que él mismo pronunció ante el monumento de Lincoln: «Libre al fin, libre al fin. Gracias, Dios Omnipotente, soy libre al fin».

Para concluir, podemos afirmar que la verdadera trascendencia de la figura y obra de Martin Luther King no reside solamente en los innegables e importantes éxitos que consiguió para erradicar la segregación de los negros de su país y paliar la situación de las clases menos favorecidas en general, sino en que tuvo la facultad de convertirse en un modelo a seguir a nivel mundial, es decir, por todas las razas, convirtiéndose en uno de los íconos más relevantes de este siglo. Eso, ciertamente, sólo está al alcance de unos pocos elegidos.

BIBLIOGRAFÍA

BRANCH, Taylor. Martin Luther King y su tiempo: Estados Unidos de América desde 1954 a 1963. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1992.
JOHNSON, Lyndon B. Nuestra esperanza. México D.F: Limusa-Wiley, 1966.
LLARCH, Joan. Martin Luther King: una vida por la paz. Barcelona: Juventud, 1970.
VIVES, Pedro A. La era Kennedy: la sociedad de la opulencia. Madrid: Grupo 16, 1998.
PALMOWSKI, Jan. Historia Universal del siglo XX. Madrid: Editorial Complutense, 1998.

Por Carlos Herráiz García

Fuente: www.enciclonet.com

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