Historia de una traición consensuada

A muchos ciudadanos chilenos comunes como usted y como yo, les cuesta explicarse la traición al pueblo cometida por la Concertación en sus 20 años en el gobierno, y es que al comienzo cuesta entender que aquellos líderes políticos que aparecieron como salvadores a fines de los 80 y principios de los 90, le hallan […]

Por Wari

20/03/2010

Publicado en

Actualidad / Columnas

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A muchos ciudadanos chilenos comunes como usted y como yo, les cuesta explicarse la traición al pueblo cometida por la Concertación en sus 20 años en el gobierno, y es que al comienzo cuesta entender que aquellos líderes políticos que aparecieron como salvadores a fines de los 80 y principios de los 90, le hallan dado la espalda a la misma gente que los levantó en andas y los llevó al sitial de poder del que tanto profitaron.

Sin embargo la explicación a esto es mucho mas lógica, evidente y a la vez intrigante, y para esto hay que remontarse años antes del plebiscito; fue a principios de los 80 cuando en Washington DC, dos conocidos, pero a la vez misteriosos y oscuros personajes, Henry Kissinger y David Rockefeller fundaron Inter-American Dialogue. Esta organización apareció como la máscara con la que Estados Unidos quería mostrarse como ‘’adalid de la democracia’’ para el fin de las dictaduras militares en Latinoamérica.

Estas aparentemente loables intenciones escondían el objetivo norteamericano de establecer sus intereses en la restauración de la democracia; su primer objetivo fue atraer políticos a cursos de liderazgo, aquí aparecieron Gabriel Valdés Subercaseaux y Ricardo Lagos Escobar, el primero un viejo aristócrata democratacristiano y el segundo un economista egresado de la Universidad de Duke que se autodefinía como ‘’independiente de izquierda’’y que había colaborado con Salvador Allende -ambos eran funcionarios de la ONU.

Para los intereses norteamericanos, el gobierno de Pinochet que ellos mismos habían instalado se les estaba yendo de las manos y por ende necesitaban terminarlo de una forma que no los afectara, y los dos personajes anteriormente mencionados aparecieron como los títeres perfectos. Después de enseñarles el coaching y que debían sacar a Pinochet pero manteniendo intocable el sistema económico implantado por su dictadura, fueron enviados a Chile para formar la Alianza Democrática; ahí absorbieron sin mencionar lo anterior a las fuerzas opositoras locales.

Así se empezaron a gestar los consensos con la dictadura como el Acuerdo Nacional de 1985, que establecía los mismos límites impuestos por ‘’Inter-American Dialogue’’.

También esto nos permite explicar el porqué en 1988, tanto el gobierno de Ronald Reagan como su embajador en Chile Harry Barnes le dieron apoyo logístico y económico a la campaña del NO, al igual que empresarios ligados al régimen militar como Anacleto Angelini.

Adelantémonos en el tiempo, y lleguemos a 1991; la democracia ya ha vuelto y Patricio Aylwin es el presidente de la República, sin embargo hay algo que incomoda a la Concertación y al siempre vigilante Tío Sam, y esos son los grupos que habían enfrentado al régimen opresivo en las calles y en las poblaciones, y que ahora protestaban contra la poca decisión de Aylwin y los consensos del gobierno con las Fuerzas Armadas y la derecha negociante de Andrés Allamand y Sergio Onofre Jarpa; grupos como el Mapu y la Izquierda Cristiana (IC) eran una piedra en el zapato para los intereses empresariales que regían al país detrás del amable rostro democrático.

De aquí surgió la operación política que tuvo como objetivo debilitar a estos grupos, fusionándolos y/o distribuyéndolos en los partidos más grandes de la coalición gobernante; con este oculto objetivo, el PS organizó en agosto de 1991 el congreso ‘’Salvador Allende’’, con la excusa de reunificar aquel partido dividido entre ‘’nuñistas y almeydistas’’, por cierto que Clodomiro Almeyda y Radomiro Tomic, entre otros líderes que estaban en desacuerdo con la política de consensos de la Concertación, fueron invisibilizados y relegados a embajadas o a puestos menores.

Izquierda Cristiana contaba entonces con dos representantes en la Cámara de Diputados, Sergio Aguiló y Jaime Naranjo, y fuera del parlamente el imponente líder Luis Maira. A ellos se les ofrecieron puestos dentro del PS y en el aparato estatal, con tal de disuadirlos para que se integraran a la coalición; no dudaron y abandonaron a la IC, lo mismo ocurrió ese día con integrantes del Mapu que también se integraron a la Concertación, dejando a estos grupos abandonados a su suerte.

Pero, sin duda lo más denigrante y vergonzoso de todo ocurrió cuando en octubre de 1991,  la IC había juntado las fichas de militantes suficientes para volver a la legalidad en la Décima Región; las fichas desaparecieron y al poco tiempo el encargado del proceso renunció a la IC y se integró a la DC con un puesto en una intendencia.

Después se pueden resumir varios ejemplos, Ricardo Lagos se reunió cuatro veces con David Rockefeller antes de asumir su gobierno, y que durante su campaña de 1999 prometió la mantención del sistema neoliberal en un discurso frente al empresariado al que tan fiel fue durante su mandato.

Actualmente Lagos cuenta con un importante puesto en la ONU y en Inter-American Dialogue donde comparte con Alejandro Foxley y Andrés Allamand, Valdés es presidente honorario del Consejo Chileno de Relaciones Exteriores al que también pertenecen los oscuros Edmundo Pérez Yoma y Fernando Leniz, además del actual ministro de Sebastian Piñera, Felipe Larraín.

‘’Gobernar por el pueblo, para el pueblo, pero sin el pueblo’’ fue la consigna en estos veinte años, que nos demuestran que tanto la Concertación como la Alianza por Chile devenida en la gobernante Coalición por el Cambio, no son más que dos actores de un mismo libreto escrito por el imperialismo y los intereses norteamericanos, y que decir ‘’son lo mismo’’ más que la frase hecha del típico hombre desinteresado en política, es una escabrosa realidad.

Por Ricardo Álvarez S.

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