Izkia, la memoria, la violencia y los derechos humanos

En Chile las luchas sociales y políticas se han construido de manera importante sobre memorias colectivas que recuerdan fechas y personas emblemáticas de nuestro pasado reciente. Así, importantes sectores de la sociedad han ido desarrollando conmemoraciones que recuerdan a las víctimas de la dictadura pero también a quienes se enfrentaron a ella, como es el caso del Día del Joven Combatiente, el 29 de marzo.

Por Wari

31/03/2022

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El Día del Joven Combatiente conmemora el asesinato de los hermanos Vergara Toledo y Paulina Aguirre, jóvenes militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), por parte de carabineros el año 1986. Con los años esta conmemoración ha ido cobrando cada vez mayor relevancia, en la medida que las nuevas generaciones de luchadores y luchadoras reconocen a estos jóvenes como figuras emblemáticas de la lucha contra la dictadura.

Las conmemoraciones tienen una dimensión simbólica que las constituyen en fechas tremendamente significativas para quienes se identifican con ellas, por lo que la transgresión de estas fechas siempre es un acto que produce dolor y tristeza.

En este sentido, lamentablemente la ministra del Interior, Izkia Siches, parece no comprender o no empatizar con la importancia de este día, y realiza una serie de actos que resultaron no solamente sorprendentes sino también profundamente dolorosos y decepcionantes para una parte importante de quienes valoramos esta conmemoración, como es respaldar a carabineros el mismo 29 en la Escuela de Sub-oficiales, siendo que ni siquiera ha tenido palabras ni menos ha visitado a los jóvenes que fueron agredidos en Estación Central. producto de la actuación policial de la marcha estudiantil del viernes 25 de marzo.

Si bien es posible entender que el nuevo gobierno debe demostrar su capacidad de mantener el orden público, no solamente debe hacerlo respetando los derechos humanos -lo cual por cierto no ha sucedido, en la medida que carabineros sigue operando exactamente de la misma forma que en el gobierno anterior-, sino también las memorias colectivas, particularmente en fechas emblemáticas como estas.

Por otra parte, resulta altamente problemático los múltiples gestos de respaldo cuando todavía no se realiza ningún tipo de reforma a Carabineros, ni se hacen avances respecto de las violaciones a los derechos humanos perpetradas por la institución de manera masiva durante la revuelta y desde el regreso a la democracia. Todo sin considerar además los actos de corrupción en los que se han visto involucrados altos mandos de la institución.

«Se podrá alegar que el gobierno todavía está en fase de instalación, pero las promesas del nuevo gobierno, tanto políticas como simbólicas, no pueden verse transgredidas de manera tan burda y poco empática.»

Definitivamente las señales no son las adecuadas. Se podrá alegar que el gobierno todavía está en fase de instalación, pero las promesas del nuevo gobierno, tanto políticas como simbólicas, no pueden verse transgredidas de manera tan burda y poco empática. Por lo demás, la defensa del orden público y de sectores que se han visto afectados por las manifestaciones -como los comerciantes y vecinos de ciertos sectores., no tiene porqué ser incompatible con el derecho a manifestarse y con las expresiones de memoria en el espacio público.

De hecho, si se analizan las actuaciones de carabineros en manifestaciones, resulta evidente la falta de apego a los protocolos, ejerciendo una violencia indebida e indiscriminada contra el conjunto de las y los manifestantes, a la vez que dichas actuaciones tampoco logran contener eventuales delitos que se comenten en dicho marco. Recordemos además que es de conocimiento público que la participación de carabineros infiltrados en manifestaciones no solamente no limitaron delitos, sino que incluso los incentivaron.

En síntesis, una institución con estas características de transgresión a los derechos humanos, corrupción e ineficiencia -reconocidas por organismos nacionales e internacionales-, debe ser refundada y no puede recibir respaldos políticos sin previamente ser intervenida y volver a estar bajo control del mando civil.

Finalmente, la ministra podría ser más empática con quienes han sufrido la violencia de carabineros, tanto durante la revuelta como en democracia y dictadura, y respetar las fechas emblemáticas que la ciudadanía ha ido reconociendo como relevantes para su pasado, su presente y su futuro. Sus discursos de mano dura parecen repetir el pasado que el gobierno ha prometido dejar atrás más que inscribirse en la línea de las transformaciones comprometidas.

Por Roberto Fernández Droguett

Académico Universidad de Chile. Integrante del Programa Psicología Social de la Memoria y del Grupo de Trabajo Clacso Memorias Colectivas y Prácticas de Resistencia.

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