Neruda y Allende: Dos vías para el mismo Carroza

Pablo Neruda es, sin duda, uno de los personajes de mayor proyección internacional de nuestro país

Por Wari

21/12/2011

Publicado en

Actualidad / Editorial

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Pablo Neruda es, sin duda, uno de los personajes de mayor proyección internacional de nuestro país. No sólo por haber recibido el Premio Nobel de Literatura en 1971, sino también por su gran red de amistades que dejó gratos recuerdos, en diversas latitudes, por su solidaridad y apoyo a las causas justas.

La historia nos contó que murió producto de un cáncer que se acentuó tras el Golpe de Estado que dieron los militares para instaurar su dictadura y su sistema económico que padecemos hasta el día de hoy.

Pero, del mismo modo que se ciernen dudas sobre la muerte del vate, también han recaído sobre la muerte del presidente Salvador Allende Gossens y hemos aprendido, fuera de las aulas de clase, que somos un país reacio a mirar el pasado y reconstruir la memoria histórica con la honestidad que enfrenta a los poderosos.

Ambos casos han sembrado dudas sobre la historia oficial, que tantas veces va por caminos opuestos de la realidad. Es el caso de José Tohá, Eduardo Frei Montalva, y otros más de los 700 casos que se han reabierto por las dudas que se ciernen sobre las circunstancias en que murieron personas luego del Golpe Militar. Hay una historia sobre la que Chile y su pseudo democracia no se ha hecho cargo, que a veces parece que se esmera en ignorar y, en muchos casos en esconder.

Contra todo pronóstico, la posibilidad de establecer la verdadera causa de la muerte de Pablo Neruda se ve cada vez más cercana. Tras cinco meses de investigaciones, el equipo encabezado por el ministro Mario Carroza ha podido confirmar que el Poeta no murió de cáncer ni estaba agónico cuando ocurrió el desenlace fatal.

Lo anterior contradice la versión oficial emanada por la Clínica Santa María el día de su muerte -23 de septiembre de 1973-, la que sostiene que el fallecimiento fue por una caquexia originada en un cáncer ramificado.

Las conclusiones evidenciadas en el expediente judicial nacen de pericias médicas que descartan la posibilidad de que Neruda haya tenido un cáncer terminal. También de los relatos del chofer de Neruda, Manuel Araya, y del ex embajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá, quienes sostienen que Neruda estaba bien de salud, y de buen ánimo pocas horas antes del desenlace fatal.

Pero si Neruda no falleció de cáncer ¿De qué murió entonces? Habría fenecido como resultado de la inoculación mediante una inyección –aplicada el mismo día de su muerte- de una sustancia no precisada aún que derivó en un shock que resultó letal.

No se debe descartar que la muerte haya sido resultado de una negligencia médica o consecuencia de una respuesta poco fortuita del paciente a un tratamiento oportuno. Sin embargo, el hecho que la muerte haya ocurrido un día antes del viaje que Neruda había programado a México gracias al apoyo del Presidente de este país, Luis Echeverría, hacen que la tesis del homicidio vía envenenamiento cobre trascendencia.

La Clínica Santa María no sólo es responsable de haber mentido o tergiversado la realidad respecto a las causales de la muerte del Poeta. Lo es también por haber perdido –o no querido entregar- la ficha clínica de Neruda según acaba de afirmar al ministro Carroza un representante de este nosocomio privado.

¿Por qué la Clínica Santa María omitió que Pablo Neruda murió como resultado de un shock ocurrido pocas horas después de habérsele aplicado una inyección cuyo contenido dice ahora desconocer? ¿Es aceptable que un centro de salud que debiera velar por la integridad de sus pacientes actúe de esta manera sin siquiera hacer un mea culpa respecto de sus actos?

Cabe destacar que la familia del Poeta, representada por el abogado Rodolfo Reyes, ha apoyado las indagatorias del ministro Carroza, aceptando la posibilidad de hacer una exhumación del cuerpo en caso de ser necesario.

Esta actitud contrasta con el accionar de la Fundación Neruda, la que inexplicablemente se ha opuesto a que se investigue la muerte de Neruda e incluso ha desacreditado al principal testigo del caso, Manuel Araya.

Este proceder se suma al hecho que esta institución ha hecho un más que cuestionable uso de los bienes del poeta, ha contravenido su voluntad expresa, y ha convertido su imagen en un objeto de marketing.

La actitud de la Fundación Neruda no es muy distinta a la asumida por la Fundación Salvador Allende en la causa que investiga la muerte del presidente socialista. Esta organización es dirigida por la hija del ex mandatario, la senadora Isabel Allende, quien desde los funerales oficiales, realizados en 1990, ha adherido en todo momento a la versión promovida por la Junta Militar en orden a que Allende se suicidó.

Tras la difusión -19 de julio- del último informe forense a los restos de Allende realizado por el Servicio Médico Legal (SML) la parlamentaria dijo: “Tenemos una gran tranquilidad porque este informe concluye con algo que teníamos la convicción (…) el Presidente Allende, el día 11 de septiembre de 1973, ante las circunstancias extremas que vivió, tomó la decisión de quitarse la vida, antes de ser humillado o vivir cualquier otra situación”.

Lo que no dijo la senadora es que el SML llegó a estas conclusiones a pesar que ni siquiera pudo establecer la cantidad de balas que recibió Allende y ni siquiera pudo fijar la (s) trayectoria (s) dado que no pudo contar con el fragmento de hueso donde estaba contenido el orificio de bala descrito en la autopsia de 1973. El perito balístico David Pryor, en su estudio contenido en el informe del SML lo señala: “Si hubo o no un segundo proyectil, ocurrió durante el mismo disparo, siguió con una diferencia de milisegundos una trayectoria similar, pero no es posible confirmar o descartar esta posibilidad mediante el examen morfológico del material óseo conservado”.

Estas graves e inexplicables deficiencias fueron denunciadas por los destacados forenses Luis Ravanal y John Clark, este último jefe del Departamento de Estudios Forenses de la Universidad de Glasgow. Lo hicieron a través de un informe que está en poder del ministro Carroza, quien también sustancia esta causa.

Según señaló allí Ravanal, el SML no pudo haber descartado la existencia de otro disparo –distinto al realizado con un fusil de alta potencia en la zona submentoniana- porque los peritos convocados no tuvieron a la vista el fragmento de hueso donde estaba el orificio de salida.

El probable triunfo de la verdad y la justicia en el Caso Neruda contribuirá a limpiar los aires de nuestra nación, en momentos en que se ha impuesto la doctrina del “condena pero no castiga” por la que a los responsables de haber cometido crímenes contra la humanidad se les asignan penas diminutas que en la mayor parte de los casos cumplen en libertad.

Lamentablemente, queda la sensación que la investigación del Caso Allende podría quedar truncada por la nula ayuda prestada por quienes debieran ser los principales interesados en aclarar su muerte: Su familia sanguínea y su Partido Socialista.

Por Equipo Editor

El Ciudadano Nº114, segunda quincena noviembre 2011

VER:

Cáncer no habría causado la muerte de Neruda

Allende: La controversia sobre su muerte persiste

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